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El ascenso de una triunfadora

La montaña descubrió a Frida Ayala, pero su Everest es su hogar. Hoy siente que su vida es un lienzo en blanco que desea pintar con libertad

  • Diario El Universal

12/10/2019 10:40 pm

CAROLINA JAIMES BRANGER
ESPECIAL PARA EL UNIVERSAL
Montañista, maestra, directora de documentales, conferencista, promotora de viajes en globo, tuvo que reinventarse cuando su marido, José Antonio Delgado Sucre, falleció escalando la cumbre del Nanga Parbat en Pakistán en 2006. Las dificultades no la amilanan, pues, junto a sus dos pequeños hijos, aprendió a ver el vaso medio lleno cuando aquel evento cambió sus vidas. La emocionan los retos y siente pasión por la educación. Está segura de que superaremos este “tropiezo histórico” y nos reencontraremos en el amor.



-¿Cómo y cuándo empezaste con el montañismo?
-El montañismo apareció en mi vida de forma mágica. Me encantaba la montaña, verla, pero nunca me planteé subir. Cuando entré en la USB coincidí con nuevos amigos que eran del CEL (Centro Excursionista Loyola) y que además de serían mis nuevos compañeros de estudios y de aventuras. En ese grupo estaba José Antonio Delgado, Alberto Pan, Pedro Castillo y varios más… Con ellos subí por primera vez al Ávila. Por Cachimbo, pues vivíamos en Los Chorros y salimos caminando desde mi casa. Al llegar al puesto de guardaparques a pocos metros de la Cota Mil, éste me preguntó si iba por cuenta propia u obligada. Mi cara estaba a punto de estallar con el esfuerzo. Apenas subimos unas curvas más. Ni siquiera llegamos al tanque. Y se abrió una nueva vida para mí. En diciembre de ese mismo año hice mi primera excursión a la Laguna Santo Cristo en Mérida. Al llegar al Alto de Las Cruces se abrió ante mí el Humboldt, con su hermoso glaciar… ¡no podía creerlo!... ¡me enamoré! La Semana Santa siguiente hacía cumbre por primera vez en una montaña de casi 5.000 mts.



-Háblame del salto de ser maestra a ser directora y productora de documentales
-Son dos extremos y la historia en el medio, muy compleja. Llegué a ser maestra también de forma fortuita. Descubrí la vocación y el amor a la educación y fui maestra por 17 años. ¡¡¡Fui maestra de aula y “teacher”!!! Fui aprendiendo y utilizando mi pasión por la naturaleza en mis clases. La posibilidad de enseñar y ver cómo se aprende me fascinó. Utilizaba todo lo que pudiera para que las clases fueran divertidas y que los contenidos fueran significativos. Mientras escribo, recuerdo una clase en Hebraica a 5to grado en la que dividí tres temas del libro en tres grupos, y los chamos tuvieron que hacer un video con cada tema para enseñarle al resto del salón. Era responsabilidad de ellos que el contenido estuviera para que el resto pudiera aprender y presentar sus exámenes. Ese video era realizado con camarógrafos, director y actores… uno de ellos fue Joel Novoa… hijo de José Novoa y Elia Schneider.

Llegué a ser coordinadora del Departamento de Inglés del prescolar donde trabajé hasta el 2007. Un proyecto fascinante de convertirlo en bilingüe, que pasaba por enamorar a las maestras para que aprendieran inglés y se convirtieran también en “teachers”. Tuve la suerte de ser maestra y Coordinadora de Inglés con mis hijos en el prescolar, eso me permitió poder amamantar a Tomás en mi trabajo y ver cómo Sofía aprendía a escribir y leer… un lujo que muchas madres no tienen.

Fui muy feliz como maestra y ahora trabajo con adolescentes desarrollando proyectos donde tengan que resolver proyectos. Entre esos, realizar un festival de videos en el colegio.

Cuando enviudé tuve que dejar los salones. Para sacar a mis hijos adelante era necesario hacer más. Ascenso apenas comenzaba. Habíamos realizado cinco muestras el Banff Mountain Film Festival y cuatro Festivales Ascenso, pero eran como un hobby… En ese momento supe que, o me ponía a crecer o tendría que hacer algo más. Ascenso me daba la oportunidad de ser madre y trabajar con ellos. Así que aposté por Ascenso. Ya en 2006 teníamos un proyecto documental. En realidad, dos. Uno con Explorart Film que hacía José Antonio con Juan Carlos López Durán, Los Montañistas. Este proyecto se convertiría en Más Allá de la Cumbre luego de su escalada y muerte (la de José Antonio Delgado, esposo de Frida, miembro del Proyecto Cumbre) en Pakistán. Paralelamente estábamos trabajando en otro proyecto sobre el nombre del Salto Ángel. Yo no podía involucrarme mucho en el trabajo de campo porque los niñitos estaban muy pequeños. Esos proyectos se grabaron en 2005 y 2006 y luego de la muerte de José, se transformaron. El del Salto Ángel lo retomamos mi socio Orlando Corona y yo 10 años después. Todavía lo estamos mejorando.  

Un día me invitaron a ser parte de un grupo de amigos que quería hacer un libro de un viaje a la India y como yo hacía el festival, me pidieron que fuera como directora para hacer un documental. Luego de mucho pensarlo, acepté. ¡Fue un reto maravilloso! Viajamos a India, Bután y Nepal con un equipo de grabaciones y realizamos entrevistas formidables. Nos dimos cuenta de que el viaje nos había sobrepasado y buscamos ayuda. Fue cuando conocí a Javier Vidal y luego a Sócrates Serrano…y terminé haciendo un documental.



-¿En algún momento te planteaste escalar el Everest? ¿Cuál es tu Everest?
-Escalar el Everest, no. Pero ir a su Campo Base, sí. Pero hoy en día, no sé. Si se me da la oportunidad, iría. Pero sería porque no diría que no. La verdad que con tanta gente que va, la montaña está muy saturada de gente… eso no es algo que disfruto. Quizás otro Campo Base, incluso el de Nanga Parbat… el trekking de los Annapurna. Hice mucha montaña antes de ser mamá. Luego se me hizo muy difícil criar niños, las expediciones de José y entrenar para poder ir a la montaña. Escogí mi hogar. Fue mi Everest.

No sé si me creerán, pero tengo metido en el corazón Italia… es algo loco. Trabajé en Piñero a entre 1990 y 1991, y cuando llegaban los turistas italianos, les hablaba en italiano. Quizás no perfecto, pero se me daba… Incluso saqué una guía de animales del hato en italiano. No sé por qué, pero hay algo que me atrae mucho. Nunca he ido a Italia y es algo que quiero hacer…sueño con recorrer paisajes que se me vienen a la mente. Así que, por ahora, quiero pensar que voy a ir a Italia…sin más y esperar a ver cómo me sorprende. ¡Sería maravilloso!



-Te tocó difícil: quedaste viuda muy joven con niños pequeños. ¿Cómo enfrentaste esa situación?
-Mis hijos son mi motor, mis ganas de vivir, de ser mi mejor versión. Con ellos aprendí a ser mamá, a ser fuerte en mi debilidad… Creo que sobreviví a mí misma. Lo que hice fue ponerme en automático. No podía echar para atrás, ¡entonces tenía que echar para adelante! Me refugié en ellos, en sus lágrimas y en sus sonrisas. Aprendí a sentir lo que se siente y no lo que se debe sentir. Aprendí a sacar fuerzas y a llorar a solas y también a crear redes con mamás del colegio y mis primas. Muchas de ellas fueron clave para ser mi extensión cuando no podía estar yo. Tuve que aprender a vivir con mis conejos chamuscados, como les decía mis hijos. Ese dicho venezolano de “quien asa dos conejos a la vez uno se le quema” yo tenía cinco conejos y estaban todos chamuscados… ¡y ya! ¡Lo importante era no carbonizarlo! Aprendimos a ver el medio vaso lleno.


Frida Ayala y sus hijos  CORTESÍA

-El Festival Ascenso ha sido un ascenso en sí mismo. ¿Te lo habías planteado así o fue una sorpresa?
-Ascenso comenzó como un hobby… todavía me sorprendo. Al principio era un espacio para ver a los amigos y conocer gente, compartir sueños y reunir a quienes compartían la misma pasión. Descubrir gente fantástica que hacia cosas increíbles ¡y todas en este país! Pero Ascenso creció y me vi en la disyuntiva de hacerlo crecer o desaparecer. No ha sido fácil. Todos los años es empezar casi de cero porque nada de lo que has hecho antes, existe el año siguiente. Es muy difícil hacer un festival sin patrocinios o con muy pocos: con empresas que están tratando de mantenerse dentro de esta debacle y no bajar la calidad. Gracias a Dios, contamos con aliados que siguen en pie y poco a poco nos apoyamos. Es como una familia. Ascenso lo hacemos Orlando y yo, y hemos tenido que aprender uno del otro. Y prácticamente todo el Festival lo manejamos y lo hacemos los dos. Tenemos un par colaboradores que trabajan puntualmente en la fase crítica del Festival. Sin embargo, el Festival existe porque hay venezolanos haciendo cosas, creando, planteando, soñando, logrando… y eso cada año me sorprende y me hace sentir orgullosa y comprometida. ¡Son la razón de existir de Ascenso!



-Eres montañista, maestra, cineasta, directora de un importante festival y ahora promueves viajes en globo ¿Qué viene ahora en tu agenda?
-Ya mis hijos están grandes, el Festival va marchando con sus altibajos y retos del país… por primera vez en casi 30 años, se me abre una ventana donde puedo inventar lo que quiero hacer para mí. Eso no lo había sentido hasta ahora. Me encantaría continuar compartiendo mis conferencias que son un espacio de encuentro y crecimiento que atesoro. Tengo la inquietud de desarrollar proyectos educativos con jóvenes que permitan complementar la educación formal que necesita renovarse. Así que tengo una hoja en blanco que quiero pintar con libertad… ¡ya veremos y te cuento!

-¿Qué significa Venezuela para Frida Ayala?
-Amo a Venezuela. Sus montañas, sus ríos, lagos, sabanas, cuevas, tepuyes, selvas, playas, cascadas… ¡su gente! Siento profundamente un agradecimiento por cada viaje, excursión, por cada tinto, sancocho, tumé, arepa compartida con los pobladores de nuestros pueblos y comunidades. Es algo que en el tumulto de la ciudad se nos olvida.

Y en las ciudades se sufren las carencias del amor. Las carencias de la desconexión. Venezuela es naturaleza. Ella nos alimenta el espíritu, el alma. Por eso estamos llamados a conocerla, disfrutarla y protegerla. Esta tierra es tan noble que, a pesar de la barbarie, nos espera con los brazos abiertos para arroparnos y acurrucarnos. 

Yo tengo una fe enorme en que superaremos este tropiezo histórico, seremos capaces de levantarnos y encontrarnos. Que hemos sufrido mucho por culpa de esa desconexión que ha hecho que busquemos respuestas en el lugar equivocado y eso ha hecho que nos desviemos del camino.

Sin embargo, creo que Venezuela está llamada a descubrirse a sí misma. A mirarse hacia adentro. A reconciliarse en el amor. Esa es su esencia. Y seremos más de lo que fuimos. Porque estaremos en cada corazón de cada venezolano dentro y fuera. Y habremos descubierto que nuestros paisajes viven en cada uno de nosotros. Cuando veamos hacia dentro veremos que estamos hechos de arenisca de tepuy y que el Orinoco corre en nuestras venas.


Frida Ayala y Orlando Corona en una de las ediciones del Festival Ascenso   CORTESÍA
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