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De la compasión a la empatía

Siente que la educación no puede existir sin vida y sin salud, por eso creó la Fundación Panchita junto a Rosy Albornett. Ha aprendido a conocer el sufrimiento humano desde el amor y la compasión

  • Diario El Universal

31/08/2019 03:16 pm

CAROLINA JAIMES BRANGER
EL UNIVERSAL

Bella por dentro y por fuera, ha dedicado su vida a ayudar a los demás. Con su amiga Rosy Albornett de Alfonzo, María Alexandra Tineo de Lovera creó la Fundación Panchita, que se dedica a pagar tratamientos para niños con cáncer. También alegran sus Navidades con regalos. Está en un proceso de conocerse a sí misma desde donde ha desarrollado una extraordinaria empatía con otros seres humanos. Mantiene una humildad encomiable y está segura de que los venezolanos hemos aprendido y hemos crecido en la solidaridad.

-La empatía con otros seres humanos no es un don. Es algo que se aprende. ¿Cómo lo aprendiste?
-Desde que Alexandra mi hija, se fue a estudiar la universidad en Estados Unidos en el 2011(en el 2008 se había ido mi hijo mayor, Carlos Luis), comencé un viaje de autoconocimiento. El viaje más importante de mi vida, hasta ahora. Ha sido maravilloso, porque he tenido que desaprender mucho de lo que ya no me sirve y me limita, para aprender todo aquello que me permita desarrollarme, como el ser humano en el que hoy, como mujer adulta, me quiero convertir.

Necesitamos valor y humildad para observar lo que sucede dentro de nosotros. Es algo extraordinario, porque es un viaje que una vez que se comienza, nunca termina. Siempre hay algo que aprender y siempre hay personas que tienen algo que enseñar. Este viaje se trata de atravesar nuestros miedos y romper esas barreras que nos hemos auto impuesto. 

En este viaje estoy aprendiendo tres cosas primordialmente: a amarme a mí misma y a los demás, a agradecer todo, las cosas agradables, por supuesto y hasta los obstáculos, porque como dice un cuento que me gusta, malo, bueno o quién sabe.

Dice así : “Hace mucho tiempo, en un pueblo de las montañas, vivía un hombre anciano con su único hijo. Tenía un pequeño y humilde terreno con un solo caballo y un día, el caballo se escapó hacia las montañas. Los vecinos se acercaron a su terreno y llenos de compasión le dijeron “¡Es terrible! Tu único caballo se escapó, ahora no podrás trabajar tu tierra.”

El sabio anciano, tranquilo como siempre, encogió sus hombros y dijo “¿qué es bueno?, ¿qué es malo?, ¿quién sabe?”. Los vecinos se miraron extrañados y se marcharon pensando que el anciano no se daba cuenta de lo ocurrido. A la siguiente semana, el caballo regresó al terreno del anciano acompañado de otros doce hermosos caballos salvajes. En cuanto se enteraron los vecinos, volvieron emocionados a la tierra del anciano para felicitarle por su buena fortuna: “¡Es estupendo, ahora tienes muchas posesiones y podrás trabajar mejor tu tierra!”. A lo que el anciano contestó “¿qué es bueno?, ¿qué es malo?, ¿quién sabe?”. Los vecinos, cada vez más sorprendidos, no entendían cómo el anciano no se alegraba por sus nuevas posesiones y se marcharon

A los pocos días, mientras el hijo del anciano trataba de domar a uno de los caballos salvajes, se cayó y se rompió ambas piernas. Una vez más, los vecinos se acercaron llenos de lástima por lo que le sucedió al hijo del sabio y le dijeron “¡Es una tragedia, tu único hijo no podrá ayudarte a trabajar la tierra!”. Como siempre, el sabio anciano respondió: “¿qué es bueno?, ¿qué es malo?, ¿quién sabe?”.

Los vecinos se marcharon sin comprender al anciano y empezaron a pensar que estaba loco, que no se daba cuenta de lo que le pasaba.

A las pocas semanas, llegaron unos jinetes del ejército buscando a los hombres jóvenes para reclutarlos y luchar en la guerra. De ese modo, se marcharon todos los hombres jóvenes del pueblo excepto el hijo del anciano, que seguía recuperándose. Tras la guerra, todos los jóvenes que reclutaron habían muerto y el hijo del anciano estaba vivo y ya recuperado” 

Cuando parezca que todo tu mundo se está derrumbando a tu alrededor y no puedas encontrar un sentido, recuerda que no conoces la película completa y las palabras de aquél sabio anciano: “¿qué es bueno?, ¿qué es malo?, ¿quién sabe?”

Y por último estoy aprendiendo a perdonar, a mí ( porque pienso que cada uno hace lo mejor que puede dependiendo de su nivel de conciencia) y a los demás , pues nadie sabe lo que le pasa a otro, si no está en sus zapatos. Además de que es tanto el trabajo por hacer en nosotros mismos, que se pierde el interés de criticar a los demás. 

Desde hace cuatro años, por esta búsqueda de mi autoconocimiento, comencé un grupo de WhatsApp, donde todos los días ponemos artículos sobre meditación, neurociencia, epigenética, psicología y en general todo aquello que yo sienta que sirve para crecer y aprender. 

Poco a poco, en este camino, la empatía es algo que se va desarrollando, pero sobre todo sintiendo, así como la compasión, que no es lo mismo que la lástima. 

En el “El libro tibetano de la vida y de la muerte” hay una frase que explica mejor los conceptos de compasión y lástima : “Si miras el sufrimiento ajeno desde el miedo, eso es lástima. Si miras el sufrimiento ajeno desde el amor, eso es compasión”.

Entonces la compasión se convierte en empatía puesta en acción, es cuanto asumes la oportunidad de conectar mejor con el otro y ayudar en sus necesidades en lo que esté a tu alcance y el otro lo permita. 



-Hay un dicho chino -muy citado, por cierto- que reza "en vez de regalar pescados, enseña a pescar", pero yo creo que en ocasiones hay que hacer ambas cosas. ¿Cómo ha sido tu experiencia en este sentido?
-Hay alguien que sé que tú conociste y apreciaste mucho y siempre recuerdo que decía que la educación era la única prioridad: Luis Alberto Machado, ministro para el desarrollo de la inteligencia en el gobierno de Luis Herrera Campins. De él se burlaron cuando dijo que todos podíamos desarrollar nuestra inteligencia y nuestras capacidades.

Desde hace mucho tiempo, lo que siempre quise fue hacer una fundación para ayudar a educar, pero cuando Rosy de Alfonzo y yo comenzamos a ayudar dando regalos de navidad y luego pagando los tratamientos en Oncología Pediátrica del Hospital San Juan de Dios, sentí que sin vida no podía haber educación y realmente los niños, con los tratamientos adecuados, se salvan.

Desde hace mucho tiempo, lo que siempre quise fue hacer una fundación para ayudar a educar, pero cuando Rosy de Alfonzo y yo comenzamos a ayudar dando regalos de navidad y luego pagando los tratamientos en Oncología Pediátrica del Hospital San Juan de Dios, sentí que sin vida no podía haber educación y realmente los niños, con los tratamientos adecuados, se salvan. 

Definitivamente Venezuela se ha convertido una mueca de país, justamente por eso, por no haber educado a su población, para que no cayeran en las redes del populismo, que se alimenta de ignorancia, miseria y resentimiento. 

Pero mientras la educación se convierte en la prioridad en Venezuela, los venezolanos estamos viviendo la peor de las tragedias, la mayoría vive en modo de supervivencia y los que podamos tenemos que ayudar y si algo hemos desarrollado los venezolanos, dentro y fuera de Venezuela en estos últimos 20 años, es la solidaridad: hay muchísima gente ayudando. Mientras recuperamos el rumbo como nación, donde la educación, la justicia y la meritocracia sean una prioridad.




-Ahora canalizas tus actividades en pro de los más necesitados a través de la Fundación Panchita. Cuéntame la historia de la Fundación.
-Panchita Simosa Palacios siempre mantuvo una idea fija en su mente: velar por la correcta atención y cuidado de los niños residentes de la Unidad de Oncología Pediátrica del Hospital San Juan de Dios de Caracas.

En su incansable labor como Dama Azul de la institución, Panchita trabajó directamente con el doctor César Giménez, quien la definió como “un ángel para muchos de los niños enfermos de cáncer, al mostrarles su amor a través de la compañía espiritual y la ayuda económica”. 

Poco antes de morir, el 28 de octubre del 2016, Panchita les escribió una carta a sus hijas, pidiéndoles que jamás abandonaran a sus niños de Oncología Pediátrica. Les pidió también que buscaran la forma de poder hacer realidad su sueño de perpetuar la ayuda espiritual y económica para sus amados muchachitos. 

Hace tres años Rosy Albornett de Alfonzo, hija de Panchita, y yo, nos reunimos para unir sueños. Durante el curso de la conversación ambas notamos que nos unía un sueño en común: el deseo de poder retribuirle algo a nuestra querida Venezuela como muestra de agradecimiento por todo lo recibido. También nos dimos cuenta de que el vehículo ideal para concretar este sueño era hacerle honor al deseo póstumo de Panchita. 

Es así como Rosy y yo retomamos el maravilloso camino iniciado años atrás por ella. Las pequeñas satisfacciones no tardarían en llegar.
 
Todo había comenzado tiempo atrás cuando le sugerí a mis compañeras de promoción del Colegio Los Campitos, que en vez de hacernos el tradicional intercambio navideño de regalos entre nosotras, compráramos regalos para niños de pocos recursos. Así lo hicimos y fue todo un éxito. Al año siguiente Rosy me propuso que esos regalos fueran para los niños de Oncología Pediátrica del San Juan de Dios. Tras dos años de exitosa labor entre nuestras compañeras, Rosy y yo decidimos que a partir de la navidad 2017-2018 no solo compraríamos regalos de Navidad, sino que además comenzaríamos a recolectar dinero para pagar directamente los tratamientos de cada niño propuesto por el doctor César Giménez. 

Finalmente y tras no pocos esfuerzos la “Fundación Panchita” vio la luz el 15 de febrero de 2019, día Internacional de la Lucha contra el Cáncer Infantil, lo que a todas vistas constituye una perfecta coincidencia, o más bien, una “Diosidencia” como nos gusta decir. El deseo de Panchita fue honrado.

A quienes han sido testigos y parte importantísima en el cumplimiento de estos sueños, la Fundación Panchita les manifiesta su agradecimiento eterno. Agradecimiento especial al doctor César Giménez, pues es él la persona que nos permite ayudar a estos niños y nos inspira con su ejemplo y dedicación.

Finalmente y tras no pocos esfuerzos la “Fundación Panchita” vio la luz el 15 de febrero de 2019, día Internacional de la Lucha contra el Cáncer Infantil, lo que a todas vistas constituye una perfecta coincidencia, o más bien, una “Diosidencia” como nos gusta decir. El deseo de Panchita fue honrado. 

A quienes han sido testigos y parte importantísima en el cumplimiento de estos sueños, la Fundación Panchita les manifiesta su agradecimiento eterno. Agradecimiento especial al doctor César Giménez, pues es él la persona que nos permite ayudar a estos niños y nos inspira con su ejemplo y dedicación.



-En alianza con tu hija Alexandra has debutado en el mundo gourmet con Chocolover_ccs, donde hacen los postres más deliciosos y además de hacer negocio, mantienen el sentido social ya que parte de las ganancias van a @FundacionPanchita. ¿Qué te hace persistir e insistir en un país donde hay tantísimos problemas?  

-Con Chocolover ha nacido algo que toda la vida fue normal para mí: hacer postres ricos. El otro día una amiga me recordaba que yo siempre escogía restaurantes que tuviese ricos postres. Si no, no iba. Por otra parte, estamos gozando, porque que nos paguen por hacer algo que siempre hemos hecho por placer y además podamos donar una parte a nuestra fundación, ¡no tiene precio!, como dice la cuña.

Chocolover fue algo que nació porque cada vez que llevábamos un postre a una comida a la que habíamos sido invitadas, la gente preguntaba “¿y no los venden?”. Hasta que hace dos meses en un cumpleaños de una amiga, fue tanta la cantidad de personas que me lo dijeron, que al llegar a la casa le conté a Alexandra y ella me dijo: “mamá, vamos a hacerlo”. Fue ella quien me motivó a emprender, ya que se ha criado con mis postres toda su vida, entonces comenzar Chocolover fue la consecuencia natural de hacer postres ricos en mi casa desde siempre. Caracas es donde vivo y quiero seguir viviendo y ayudando en mi entorno a que podemos salir de esta tragedia en que se ha nos convertido el país. No todos podemos ser Gandhi o la Madre Teresa de Calcuta, pero todos podemos hacer la diferencia en nuestro entorno, con la gente que nos rodea. Y eso es lo que tratamos de hacer en la Fundación Panchita y en especial, con el lema de Chocolover, un dulce para ti y $1 para Fundación Panchita. 

Queremos también inspirar a otros a ayudar a los demás. Porque los que terminan siendo los más beneficiados en esta relación de dar-recibir, somos los que damos. 

“Los que quieren vivir de manera significativa deben ayudar a enriquecer las vidas de los demás, porque el valor de una vida se mide por las vidas que toca.Y aquellos que eligen ser felices ayudan a otros a encontrar la felicidad, porque el bienestar de cada uno está ligado al bienestar de todos”.



-¿Qué hiciste para transmitirle a tus hijos esa sensibilidad social maravillosa que tienes?
-Creo que esto es un trabajo en equipo, mío y de mi esposo Carlos, que siempre me ha apoyado en todo este camino. De tanto que leo hay algunas cosas que se han vuelto parte de mi. Y desde hace mucho tiempo, para Carlos y para mí, es lo que tratamos de aplicar cada día. Una que nos encanta: “No prediques, tus hijos de están mirando“ de Alex Rovira. U otra de Pilar Sordo: "Vinimos a estar tierra por tres razones: a aprender a amar lo que más podamos; a intentar dejar una huella para ser recordados por algo bueno cuando ya no estemos; y a ser felices, que no es un derecho, sino una obligación. Estas razones deberían ser el centro de nuestro agradecimiento diario. Tienen que ver con agradecer lo simple, lo cotidiano".

Y este pequeño cuento: EL PODER DE LA CONCIENCIA COLECTIVA .
Un agricultor tenia el mejor cultivo de maíz. Cada año llevaba su maíz a la feria del estado donde le galardonaban. Un año un periodista le entrevistó y se enteró de algo interesante sobre cómo cultivaba su maíz. El reportero descubrió que el agricultor compartía su semilla de maíz con sus vecinos.

“Cómo puede darse el lujo de compartir sus mejores semillas de maíz con sus vecinos cuando están entrando en competencia con la suya cada año? Pregunto el reportero. 

El granjero respondió: “Porque el viento recoge el polen del maíz maduro y lo mezcla de campo en campo. Si mis vecinos cultivan maíz inferior, la polinización cruzada degradará de manera constante la calidad de mi maíz. Si quiero cultivar buen maíz debo ayudar a mis vecinos a cultivar maíz bueno también".

Así es con nuestras vidas…

Los que quieran vivir de manera significativa deben ayudar a enriquecer las vidas de los demás, porque el valor de una vida se mide por las vidas que toca. Y aquellos que eligen ser felices ayudan a otros a encontrar la felicidad, porque el bienestar de cada uno está ligado al bienestar de todos… 

Llámalo “Poder de la Colectividad”… Llámalo “Principio de Éxito”… Dí que es una “Ley de la Vida”… 

El hecho es que ninguno de nosotros realmente gana, hasta que todos no ganamos. Entonces lo importante es vivir lo más coherente posible, con lo que se piensa, se dice y se hace. 

Pero en realidad, nuestros hijos Carlos Luis y Alexandra son nuestros principales maestros y siempre son ellos, los que de una u otra manera, nos enseñan e inspiran a nosotros, a querer aprender y ser mejores personas cada día.  

-¿Qué significa Venezuela para María Alexandra Tineo de Lovera?
-Venezuela significa un sentir. Son casi viente años de marchas y luchas, desde enero del 2001 por el decreto 1011, cuando la consigna fue: “con mis hijos no te metas”. ¡Veinte años de preocupaciones y de crecer gracias y a pesar de lo que sucede en Venezuela! 

Veinte años de ver en lo que se nos ha convertido un país que tenía todo, un país que en los años 80 era el país con mayor movilidad social de América Latina. Pero que por no ser la educación la prioridad, lo perdimos en el resentimiento y populismo de unos pocos. Pero en todos estos años, así como el país y una pequeña parte de la sociedad se descompusieron, una parte importante de los venezolanos, dentro y fuera de Venezuela, nos hemos transformado, hemos aprendido y hemos crecido y estoy segura de que cuando recuperemos la democracia y la libertad, nos vamos a convertir en el gran país que la mayoría de los venezolanos de bien merecemos.
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