La Reina abrió su discurso con las siguientes palabras: “Me complace darles la bienvenida a usted y a la señora Trump en el Palacio de Buckingham esta tarde, solo doce meses después de nuestra primera reunión en el Castillo de Windsor. Las visitas de los presidentes estadounidenses siempre nos recuerdan la estrecha y duradera amistad entre el Reino Unido y los Estados Unidos, y me complace que tengamos otra oportunidad de demostrar la inmensa importancia que nuestros países asignan a nuestra relación”. 

La soberana subrayó la amistad de dos países unidos en la historia, como lo recordó más adelante al referirse al Día D, al rol de aliados durante la II Guerra para liberar a Europa y defender la libertad y la democracia. 

Isabel II dejó clara su experiencia como jefe de Estado, pues rememoró su primera visita a EE.UU. invitada por el Presidente Eisenhower y prosiguió destacando los vínculos de ambos países, que están obligados por la fuerza y la amplitud de sus lazos económicos, como los mayores inversores en las economías de cada uno. 

 Para concluir dijo: “Esta noche celebramos una alianza que ha ayudado a garantizar la seguridad y la prosperidad de nuestros pueblos durante décadas, y que creo que perdurará durante muchos años”. 

En cuanto a los vestidos, nuevamente Melania se anotó los puntos de la noche con un sencillo pero impecable modelo de Dior Alta Costura, como punto focal destacaba la delicada transparencia en los hombros y los mitones blancos que le dieron un toque de los 50. Kate Middleton seleccionó un modelo de pequeños volantes de encaje, totalmente blanco de Alexander McQueen. La duquesa de Cornwall dejó claro su estilo sencillo con un traje, que pasó desapercibido gracias al imponente collar de cuatro vueltas de perlas con una gran amatista rodeada de brillante como broche. Sin embargo, Ivanka Trump, la hija del Presidente resultó la más elegante de la gala con un traje azul celeste, bordados de cristales de la firma Carolina Herrera, cuya falda remataba en una discreta cola. 

En cuanto a las tiaras, Isabel II eligió la Burmese Ruby, creada por Cartier en 1930 y que recibió como regalo de bodas. Camilla se decidió por una de las preferidas de la Reina Madre, la Greville, que data de 1921 y lleva la firma de Bacheron. Por su parte, la duquesa de Cambridge seleccionó la tiara llamada Nudo del amante, de brillantes y perlas, usada frecuentemente por Diana de Gales. 

En cuanto al banquete se sirvieron dos espumantes cosechados en tierras británicas, una manera de mostrar como la industria vitivinícola del reino se consolida. Estaban el Windsor Great Park 2014 y el Hambledon Classic Cuvee Rose NV. En cuanto al tinto se sirvió un francés  con fama, el Chateau Lafite-Rothschild 1990 - 1er cru classe Pauillac, mientras que el blanco llevaba la etiqueta de Chassagne Montrachet 1er Cru Morgeot Louis Jadot 2014.

El arreglo del salón fue supervisado por la propia Reina, quien seleccionó la mantelería, vajilla y cubiertos, así como los arreglos florales. La cena duró una hora y 15 minutos y asistieron 170 invitados. El gran ausente fue el príncipe Harry, quien prefirió quedarse en casa con Meghan y Archie. Algunos medios señalan que fue una manera de protestar ante las declaraciones de Trump sobre la duquesa de Sussex, a quien la calificó de desagradable.

A diferencia de Obama, Donald Trump y su esposa Melania se hospedan en la residencia de la Embajada norteamericana en Londres y no en el palacio de Buckingham.