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Esa “raza única” de ser cocinero

“Al calor de una cocina donde se cortó varias veces y se quemó con aceite chisporroteante, fue donde nuevamente descubrió su vocación. Su suegro, lo instruyó en el arte de hacer paellas

  • Diario El Universal

18/05/2019 08:51 pm

CAROLINA JAIMES BRAGER
ESPECIAL PARA EL UNIVERSAL

Jamás pensó que ser cocinero -con un lenguaje propio, en un poderoso y respetado gremio mundial- sería un modo de vida para él. Este joven odontólogo que comenzó a cocinar viendo a su padre y pasados los años se entrenó en la cocina de Café Atlantique de la mano de Laurent Cantineaux, hoy es uno de los socios de Paellas en Vivo, un exitoso emprendimiento donde preparan arroces españoles, tapas y sangrías por encargo, o en vivo en las cocinas de quienes los contratan. Hace pocos meses entraron a la movida de los Foodtrucks con el primero de comida española, para cambiar el paradigma de que paella sólo se come en tascas. Y aquí se queda, porque las veces que ha pensado en emigrar siempre ha encontrado razones para quedarse.

-¿Cuándo empezaste a cocinar?
-A los 10 u 11 años viendo a mi papá cocinando en la quinta Casablanca, nuestra casa, donde siempre hacíamos cenas memorables para amigos y familia. Descubrí que me gustaba observarlo cómo cocinaba, su manera de afilar los cuchillos. Él siempre era el que cocinaba y mi mamá era su ayudante, aprendí mucho de su creatividad e ingenio para improvisar a la hora de cocinar. ¡Con lo que tenía en la nevera, le salían unos platos muy gustosos!

En mis tiempos de estudiante de Odontología, mis compañeros de clase sabían que yo era un aficionado a la cocina y en un día de estudio para un parcial de Coronas y Puentes me preguntaron: “¿cuándo nos vas a cocinar?”. Yo no sabía qué responderles ya que no me sentía muy preparado, pero uno de ellos sugirió: “¿qué tal el jueves que viene, después de nuestro examen?”. Acepté la propuesta y ese día llegué con mi precario equipo de cocina, un delantal prestado y por supuesto mi "biblia del cocinero venezolano" el libro azul de don Armando (Scannone, ¿quién más?). Les preparé un risotto de hongos y vino blanco que me quedó delicioso. Fue una noche muy especial con mis colegas. Aún recordamos ese día como el inicio de mi pasión y vocación por cocinar y servir.



Daniel Pérez Febres asegura que las recetas son para los cocineros como para los músicos las partituras CORTESÍA ESTADEBODA

En esa misma época de estudiante yo tenía una novia que estudiaba Comunicación Social y me acompañó durante toda mi carrera y en mis gastro-experimentos. Una vez estábamos en su casa un domingo almorzando con su familia y su papá me dijo: “por cierto, Daniel, el próximo domingo te toca preparar el almuerzo” ¡Qué reto más grande para mí en aquel momento! Tenía una semana para diseñar un menú sencillo y fácil para impresionar a los suegros y además un chance de "salir (o entrar) por la puerta grande". Le consulté a mi papá y ese día preparé unas escalopinas de pollo con champiñones y crema de melón, gratén de ajoporro y una ensalada con la vinagreta familiar que aprendí de él y sigo haciendo para mis invitados. Todo salió excelente, me felicitaron y les contaron a todos sus amigos que un “chef personal” les había cocinado en su casa.

Pero realmente, el gran paso lo di una vez graduado de odontólogo, cuando hice una pasantía de tres días a la semana durante tres meses en el Café Atlantique con Laurent Cantineaux. Allí sentí el calor de una cocina, me corté varias veces, me quemé con aceite chisporroteante, pero nuevamente descubrí mi vocación y aprendí de un maestro quien cuenta con mi completa admiración.   


Paellas en Vivo es un exitoso emprendimiento donde preparan arroces españoles, tapas y sangrías por encargo CORTESÍA ESTÁDEBODA

-¿Qué te hizo saltar de la Odontología a la cocina?  
-Es algo muy difícil de determinar, porque me encantan las dos áreas. De hecho, actualmente sigo en mi ejercicio profesional. Diversificarme me ha permitido hacer dos cosas que me apasionan: la Odontología me abrió un campo muy amplio, y no me refiero solamente al conocimiento científico y clínico, sino el haber conocido a tanta gente que cuando voy a algún congreso o reuniones gremiales me preguntan: “Oye, ¿sigues con las paellas?”.

Muchos clientes hoy en día son colegas y el año pasado tuve una bonita experiencia de haber cocinado para mis profesores de la cátedra de Operatoria de la Facultad de Odontología de la UCV. Esa cena se convirtió en una declaración de ambas partes y un genuino reconocimiento de haberme formado no solo como futuro odontólogo sino como persona. Ellos a su vez me alabaron mi sazón y servicio.


Somos el primer Foodtruck de comida española en Venezuela 

-¿De dónde vienen esas recetas maravillosas?
-De todo el acervo gastronómico, cultural y familiar que he conservado a lo largo de años, de algunos viajes que he hecho donde no vacilo en "curiosear". Por ejemplo, en Margarita, donde viví por más de un año, iba a los pueblos pesqueros y le preguntaba a la señora margariteña cómo podía preparar ése Vuelve a la vida tan exquisito que había probado.

Mi abuela me regaló una receta de Torta de Pan escrita de su puño y letra y que aún conservo en mi recetario personal. Es una compilación de los mejores platos de este servidor: allí se plasman todas las experiencias culinarias, viajes, pasantías en cocinas itinerantes, en la escuela de cocina, en libros...

Comencé a cocinar paellas gracias a mi suegro Don Eduardo Lander. Él me enseñó todos los secretos de un buen arroz, los caldos y los tiempos que hay que esperar para "reposar" las preparaciones, así como el buen uso de las especias y cómo servirla. Él me contó que hace tiempo un Maestro Ronero en España le había enseñado la sazón y todos los artilugios para lograr un perfecto "arroz en paella" que es realmente como se debería llamar ... El señor Lander tuvo su versión de "Arroz a la gran Eduardo" un arroz muy diferente a los que comúnmente conocemos, ya que no contiene frutos del mar sino productos de la tierra de Castilla, España. ¡Olé y mucha salud a ese gran maestro!

La memoria gustativa es lo que vas a poder reproducir en un plato, porque vas a recordar los ingredientes, los sabores, los olores y así poder plasmarlos en tu preparación. 

Las recetas son para los cocineros como para los músicos las partituras: al leer una receta podemos interpretar proporciones, sabores, texturas, consistencia y terminación. Yo cocino por intuición, con sazón, creatividad y sobre todo con los cinco sentidos. 

Siempre soñé con tener una Kombi Volkswagen "setentera" transformada en una cocina ambulante 

 -¿Qué te llevó a emprender en un momento tan difícil del país?
-El poder tener un nuevo reto que cumplir, el poder crecer la marca de Paellas en Vivo y satisfacer a toda la gente que confió en mí desde el comienzo y que nos sigue llamando para que les cocinemos en sus casas. También, el poder seguir dando oportunidades de trabajo y crecimiento a jóvenes que prefirieron quedarse en Venezuela, porque prefiero invertir en mi gente, en mi país, que irme a un lugar desconocido donde no conocería a nadie ni tampoco sería alguien.

-Ahora no son sólo las paellas en vivo, también tienes un food truck. ¿Qué te mueve a invertir?
-La movida de Foodtrucks en Venezuela vino para quedarse. Siempre soñé con tener una Kombi Volkswagen "setentera" transformada en una cocina ambulante y servir la mejor paella de Caracas y así poder cambiar el paradigma de que la paella sólo se come en una tasca... ¡también es válido comerla en un Foodtruck! ... Para nosotros era el siguiente paso para crecer. Los mismos clientes y amigos me preguntaban, “Dani, ¿cuándo vas a montar el camión de paellas?”. Nosotros no podíamos dejar de participar en una movida 100% venezolana, sin pretensiones y con diferentes propuestas gastronómicas. Hoy puedo asegurar que los que estamos en este movimiento "foodtruckero” no dejamos de trabajar para ofrecer lo mejor de nuestras cocinas.

Con toda satisfacción puedo decir que somos el primer Foodtruck de comida española en Venezuela y que no sólo preparamos paellas, sino tapas y sangría. La respuesta de la gente ha sido muy receptiva y positiva, eso y más es lo que nos hace seguir invirtiendo en Venezuela.


Quienes estamos en este movimiento "foodtruckero” no dejamos de trabajar para ofrecer lo mejor de nuestras cocinas  CORTESÍA
-¿Qué significa Venezuela para Daniel Pérez Febres? 
-Venezuela es mi casa, son lugares, son memorias, son épocas del año con distintas luces y olores. Es el sempiterno Ávila. Es la playa. Es la ilusión de poder conocer cada rincón del país. 

Venezuela me reconoce, me da su tierra, su gente, sus espacios, su arte, su arquitectura. Es mi UCV. Es la esquina donde camino, la plaza que contemplo, es el vecino pana y el “portu” del abasto que me fía. Es la bella mujer que caminaba por la calle y que me volteé a ver. 

Cuando he querido migrar y formar parte de las estadísticas de los que se fueron, Venezuela siempre me hace un guiño para que me quede y me dice “aquí aún hay espacio, algo por hacer, emprender y seguir creciendo, pero solamente si tú quieres” 
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