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“La Historia no ha terminado”

Jimeno Hernández Droulers es un joven que interesado en la Historia y un amante del llano. Sus reflexiones se publican en El Universal.

  • Diario El Universal

16/02/2019 05:36 pm

CAROLINA JAIMES BRANGER
Especial para El Universal
Un joven que ama el Llano y la Historia y los conoce en profundidad desde su infancia. Sus reflexiones -desde hace un par de años- son publicadas en El Universal y varios portales web. Inteligente, apasionado y culto, es un modelo del venezolano que necesitamos para reconstruir el país. Cree que la antipolítica nos trajo hasta aquí, pero que, por fortuna, estamos viviendo el final de esta etapa.

-Hay que conocer el pasado para prever el futuro, pero parece que esta máxima en la Venezuela de hoy está en desuso. Así, repetimos errores tras errores. ¿De dónde viene tu interés por la Historia?
-Creo que las personas que no conocen el pasado poco pueden comprender su presente y jamás entenderán el futuro. También observo que, entre mis contemporáneos, son pocos los ilustrados en un asunto tan importante como es la historia, tanto universal como nacional. Continuamos tropezando con la misma piedra en el camino por falta de atención, conducta que, según los científicos, es el primer síntoma de locura y consiste en intentar varias veces el mismo experimento a la espera de un resultado distinto al ya probado como fallido.

Mi interés en la historia viene desde pequeño. Diana, mi madre, solía leerme cuentos antes de dormir y recuerdo una vez que habló sobre la Revolución Francesa. Eso de la Asamblea Nacional, la toma de la Bastilla, la caída de la monarquía, el Terror y la guillotina fueron relatos que me cautivaron.

Mi interés en la historia viene desde pequeño. Diana, mi madre, solía leerme cuentos antes de dormir y recuerdo una vez que habló sobre la Revolución Francesa. Eso de la Asamblea Nacional, la toma de la Bastilla, la caída de la monarquía, el Terror y la guillotina fueron relatos que me cautivaron.

La historia es un tema que siempre ha estado en la mesa en mi casa, a la hora de la comida, siempre se habla sobre la actualidad, los libros que leemos, compartimos anécdotas, nos recomendamos lecturas y solemos hablar del pasado. Además la biblioteca de la casa donde crecí está plagada de libros de historia, imposible no prestarle atención al tema.

-Estuviste muy cercano a Ramón J. Velásquez, una de las mentes más preclaras de Venezuela, ¿qué te enseñó?
-Mi amistad con el ex presidente inició en 2010, cuando le envié un email a su secretaria Betulia Alviárez con algunas preguntas luego de leer “La caída del Liberalismo Amarillo”. Él tuvo la cortesía de enviarme una larga carta con las respuestas. Después de un intercambio de correspondencia Betulia me llamó a invitarme a la quinta Regina por primera vez. En aquella reunión me enteré que el Dr. Velásquez era amigo de mi abuelo Asdrúbal, pues estudiaron juntos en el Liceo Andrés Bello y luego Derecho en la Universidad Central. Me invitó a una segunda vez y luego la tercera, entonces se convirtió en hábito ir a visitarlo los viernes de 9 a 11 de la mañana cada dos semanas. Él era un goloso, así que le llevaba chucherías y me sentaba a escuchar los cuentos. Fue la persona que me dijo que yo preguntaba mucho y debería empezar a escribir, eso se lo agradezco inmensamente.

Además de enseñarme a querer los libros, creo que una de las lecciones más valiosas que dio me fue ésta: “La historia no es futurología ni paleontología. Pero sí brinda al investigador, al estudiante y al curioso impertinente los elementos de información y juicio para poder adivinar entre las sombras de la madrugada que es el futuro, los posibles pasos de una comunidad que vive en un escenario tradicional y tiene hábitos mentales, usos y costumbres que perduran por encima del cambio de las modas.” Recuerdo que una vez me lo dijo y después encontré el mismo párrafo al final del prólogo de su obra “Los pasos de los héroes”.

Aún recuerdo una frase con la que calmó mis inquietudes la última vez que me recibió en su casa. Ese día me notó frustrado con la situación política que atravesaba el país y me despidió sonriendo de manera pícara: “No se preocupe joven, la historia aún no ha terminado.” Cada vez que me frustro con lo que sucede recuerdo esas palabras.

-Tu abuelo fue asesinado en el Llano. La barbarie de la que hablaba Gallegos. Sin embargo, tu familia ha continuado con la tradición y tú eres un claro ejemplo de ese amor por la tierra. ¿Qué es el llano para ti? ¿Sigue siendo propicio para el esfuerzo?
-Curioso que cites la obra de Gallegos. Mi abuelo Asdrúbal Hernández Vásquez, al igual que Santos Luzardo, nació en Apure, estudió en Caracas y regresó al terruño para encargarse del negocio familiar. Murió en 1967 en “La Fundación”, un hato ubicado al sureste de El Yagual, entre los ríos Arauca y Cunaviche. Mi abuela Mercedes, al enviudar, además de criar seis hijos, empeñó tiempo y voluntad en continuar con la empresa.

José Jimeno, mi padre, es ingeniero agrónomo y desde que tengo uso de razón labora con un objetivo en mente, invertir en la modernización de procesos de producción en el sector agropecuario. Admiro su labor y compromiso en el campo y, sin duda alguna, es la persona que me ha enseñado sobre la cultura al trabajo, el esfuerzo y la perseverancia.

Para mi el llano es pasado, presente y futuro. Es pasado ya que al arrancar las vacaciones íbamos a ver los trabajos de hierra, vacunación, destete y los apartes del rebaño. Allí transcurrió una buena parte de mi infancia. Es presente porque la vida me regaló la oportunidad de trabajar en el campo y que esas vacaciones se convirtieran en trabajo, pero como una vez me dijo mi abuela Mercedes: “Escoge un trabajo que te guste y no trabajarás ni un día en tu vida.” También es futuro porque no me puedo imaginar el resto de mi vida sin ver el sol esconderse tras los samanes que vegetan la sabana o una mañana sin escuchar el sonido de los animales entrando al corral para el ordeño o pesaje. Mucha gente ignora el esfuerzo que lleva por detrás cada kilo de carne o queso que llega a la mesa de un hogar venezolano, que hoy día es una bendición. Tampoco puedo imaginar una Venezuela mejor y distinta a la que hoy vivimos sin profesionales que se dediquen a la producción de alimentos.

Todo sea porque la barbaridad que hoy vivimos no lleve a los campesinos y empresarios que, contra viento y marea, continúan trabajando en el sector agropecuario, a terminar como Lorenzo Barquero en La Barquereña, que se lo tragó el tremedal de “La Chusmita”.

-Mi papá -que además de médico era historiador como tú- decía que el siglo XIX venezolano estaba resumido en una de las estrofas del Palabreo de la Loca Luz Caraballo de Andrés Eloy Blanco: “Tu hija está en un serrallo/ Dos hijos se te murieron/ Los otros dos se te fueron/ Detrás de un hombre a caballo”. A finales del siglo XX regresamos a eso, y ni hablar del XXI. ¿Cómo ves el caudillismo? ¿Saldremos de ello?
-Querida Carolina, nada más con esa pregunta, entre golpes y traspiés, persiguiendo tus ovejos, se me van poniendo viejos los deditos de los pies. Triste pensar en una pobre dama abandonada por el marido con cinco hijos de los cuales la niña terminó en un prostíbulo, dos murieron y los otros dos se fueron atrás de un hombre a caballo. La leyenda cuenta que un juez la declaró loca después de encontrarla una noche, sin hijos ni carneros, contando estrellas con ambas manos, cinco por los carneros, cinco por los hijos. No paraba de ver el firmamento y contar del uno al diez.

Casualmente en Venezuela han existido diez caudillos que han regido, en distintas épocas, los destinos del país. Una decena de personajes cuyos fantasmas son vivo ejemplo del auge y caída de procesos históricos experimentados en nuestra breve historia republicana.

Simón Bolívar luego de su campaña admirable fue bautizado con el título de Libertador en 1813, y durante 27 años vivió para ser líder hasta que en 1830 salió de Bogotá odiado por todos bajo una lluvia de estiércol en su último viaje que lo llevó hasta Santa Marta.

José Antonio Páez llevó las riendas de Venezuela tras la separación de Colombia y la muerte de Bolívar en 1830 hasta que cometió el error de sugerir a José Tadeo Monagas como candidato a la presidencia en 1847.

José Tadeo Monagas gobernó durante una década de oscurantismo político. Designó a su hermano menor, José Gregorio, como sucesor y este le devolvió el puesto al terminar su mandato. En 1858 tuvo que renunciar al cargo con el estallido de la “Revolución de Marzo” y escaparse del país. José Gregorio no corrió con la misma suerte, fue apresado por el régimen instaurado y murió de cólera encerrado en el castillo de San Carlos de la Barra en Maracaibo.

Después de la Guerra Federal y la breve presidencia del Mariscal Juan Crisóstomo Falcón, quién se retiró del cargo por padecer de un tumor maligno en la boca, terminó en el cargo su hombre de confianza, Antonio Guzmán Blanco. “El Ilustre Americano” llegó al poder con la “Revolución de Abril” en 1870. Se mantuvo hasta que decidió en 1888 gobernar desde París dándole ordenes al Dr. Juan Pablo Rojas Paúl. Entendió que jamás podría regresar al país cuando una masa enardecida echó por tierra sus estatuas en la manifestación del 26 de octubre de 1889.

Joaquín Crespo se alzó contra el continuismo del Dr. Raimundo Andueza Palacio en la “Revolución Legalista” de 1892 y llegó a la Casa Amarilla. La constitución le impedía ser reelegido así que decidió postular a Ignacio Andrade, e incluso llegó a perpetrar un fraude electoral para que resultara ganador en los comicios. El candidato perdedor, José Manuel “El Mocho” Hernández se alzó contra el gobierno y Crespo salió a combatirlo, murió de un tiro en el pecho en un hato llamado “Mata Carmelera” en Cojedes el 16 de abril de 1898.

Una vez muerto Crespo, apareció Cipriano Castro en el Táchira con una invasión desde territorio colombiano para derrocar a Ignacio Andrade. Entró a Caracas en 1899 y fue dictador hasta que su vida licenciosa de bebedor, bailarín y mujeriego afectó su salud. Se enfermó de los riñones, quiso operarse en Alemania y su compadre le quitó el coroto en 1908.

Juan Vicente Gómez, el compadre de Castro, dejó el poder la noche del 17 de diciembre de 1935, el día de su muerte. Durante los años de su dictadura nació otro gran caudillo, uno que sin armas batalló contra el gobierno y lo hizo temblar por sus cimientos en los carnavales de 1928. Rómulo Betancourt trabajó incansablemente durante medio siglo por la democracia y era un orador de primera clase.

Carlos Andrés Pérez fue un fenómeno telúrico, después de nacionalizar la industria petrolera en su primer gobierno y multiplicar la renta nacional, logró que lo reeligieran en 1988. Yo tenía siete años cuando eso, pero recuerdo las masas que se formaban para escuchar sus discursos durante la campaña. Era realmente impresionante.

Y bueno, del décimo y último no digo nada porque todos lo padecimos y no me gusta hablar sobre temas desagradables.

Para mí el caudillismo es una maldición histórica, pienso la democracia debe fundarse en la institucionalidad, en base a la división de poderes. Solo así se puede evitar que la voluntad de una persona predomine sobre el resto. Creo que si con los eventos recientes no hemos aprendido esa lección definitivamente no sé cuando lo haremos.

-Eres articulista de varios importantes medios. Conoces la responsabilidad de tener esa palestra. ¿Cómo la asumes?
-Me gusta pensar que lo hago con responsabilidad, relatando eventos del ayer que se asemejen a lo que sucede hoy en día, siempre con el propósito de dejar una moraleja al lector. Saber que la gente lee lo que uno escribe y le da importancia al contenido de los textos es algo que a veces me quita el sueño. Creo que en todos los artículos intento sembrar esperanza, al reafirmar que estamos viviendo el fin de este proceso histórico de los últimos 20 años.

-¿Cómo visualizas la Venezuela que viene? ¿Qué valdría la pena conservar o qué quisieras cambiar?
-Son muchas las cosas que deseo conservar así como las que quisiera cambiar. Sueño con una Venezuela próspera y que se parezca en algo al país que conocí en mi infancia, pero mejor. Creo que nos encontramos a las puertas de un gran cambio y vendrán nuevos tiempos. Me gustaría que nos diéramos cuenta de que el pensamiento de la anti política y la guerra contra los partidos políticos fue lo que llevó al cambio que experimentamos de 1999 en adelante, ese proceso que se convirtió en el más cruel, triste y horrendo camino hacia el pasado. Ahora lo que nos queda es trabajar y comenzar a reconstruir todo lo que se ha perdido en estas últimas dos décadas.

-¿Qué significa Venezuela para ti?
-Venezuela es mi hogar, a veces no puedo imaginarme viviendo en otro lado y cuando estoy fuera la llevo a donde voy. Es parte de mí y yo soy parte de ella. Pero a veces siento que es raro, porque querer a Venezuela es como estar enamorado de una mujer que te trata mal. Por ahora lo que puedo decir es que hoy, para mí, Venezuela significa un futuro mejor al presente que hemos heredado. No me caben dudas que saldremos de esto y veremos el país florecer otra vez.
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