ESPECIAL PARA EL UNIVERSAL

Un diseñador gráfico devenido en locutor, se ha dedicado a impulsar emprendedores a través de sus programas de radio. Encuentra el lado bello, proactivo y positivo de la vida en cada entrevistado. Es uno de los influencers más queridos en Venezuela. Se mueve como pez en el agua entre las artes: va del diseño a la locución, de la moda al cine, del teatro a la gastronomía. Ha mostrado resiliencia frente a los momentos duros y ahora se prepara para dar el salto cuántico de su carrera.

-Este viaje ha sido maravilloso y muy enriquecedor en muchos aspectos de mi vida personal y profesional. Como bien dices, soy diseñador gráfico, pero esto no me ha impedido abarcar e incursionar en las áreas donde actualmente me desempeño. Todo lo contrario, pienso que se han ido complementado unas a las otras de una manera muy natural.

Como diseñador soy un comunicador nato, observador, detallista y muy creativo. A través de mis diseños y mis gráficas creo un lenguaje, modifico conductas y genero emociones en quienes las ven, piden o necesitan. Con la gráfica aprendes a manejar la estética, el uso adecuado de los colores, las formas, las luces y las sombras, las tipografías, los excesos, lo que quieres vender y comunicar. Entonces cuando presencias un desfile de moda, visitas un museo, admiras una película, una obra de teatro, una exposición fotográfica o te deleitas con un video musical o concierto, todas estas herramientas funcionan perfectamente. Lo mismo sucede cuando estoy delante de un micrófono o una cámara. Todos estos conocimientos me permiten abordar de una manera “muy mía” al invitado que tengo delante, lo observo, detallo y descubro rápidamente caminos por donde poder llevar la entrevista de una forma diferente.

-No voy a negar que ha sido difícil, pero pienso que cada obstáculo que me ha tocado superar me ha servido para reinventarme, generar en mi más confianza, más seguridad, incluso a veces, hasta cierta terquedad para seguir intentándolo. Me gustan los retos y trabajar por ellos, no soporto la mediocridad y el conformismo, y cuando creo en algo lucho hasta el final. Si algo no se me ha dado no ha sido porque no lo haya intentado. Me gusta realizar mis sueños y cuando los alcanzo, inmediatamente empiezo a buscar otro.

Lo más difícil ha sido el mantener la calidad y el contenido óptimo. En mi casa y en el colegio me educaron con la idea de hacer las cosas siempre bien y eso requiere de preparación, trabajo, esfuerzo, dedicación y compromiso. Nada es fácil o sencillo y mucho menos “regalado”. Si se quiere alcanzar esa calidad en los proyectos -y en momentos como estos cuando verbos como prepararse, estudiar, esforzarse o superarse han sido satanizados- el objetivo se pone más cuesta arriba. A esto hay que sumarle la alta rotación de personal que sufren los proyectos y equipos de trabajo, dada por la cantidad de talento humano que se va del país -por las razones que todos conocemos- que hace que los objetivos a veces tarden más de lo previsto en alcanzarse.

Creo que nada ha sido fácil, y lo agradezco. Diría más bien que ha habido buenos encuentros, ideas, alianzas, uniones y personas que han llegado y hecho el camino más fluido. Gente que piensa como uno y se identifican y comprometen de inmediato.

El futuro lo veo lleno de oportunidades, de cosas por hacer, por aprender, de sueños y metas por cumplir, de momentos por disfrutar, de gente por conocer y lugares por visitar.

-Nunca me habían hecho esta pregunta, pero ahora que la pienso, sin lugar a dudas te diría que la radio se volvió mi pasión. Si bien es cierto que siempre me gustó hablar o leer en público y actuar en obras de teatro, nunca me había planteado ser locutor de radio.

Definitivamente la radio me escogió y me atrapó de por vida. De hecho, mi llegada a la radio fue bien curiosa. Yo fui contratado para asesorar la parte musical de Onda La Superestación 107.9 FM y a la semana de estar ahí me propusieron que fuera el productor de un nuevo programa musical. Como me encantan los retos lo acepté inmediatamente y me dispuse a aprender todo sobre el trabajo en una radio. A los meses estaba produciendo varios programas en la misma emisora. Allí fue cuando la radio fue cautivándome, pero yo quería tener mi programa, estar frente al micrófono. Al año llegó mi gran oportunidad, me enviaron a cubrir los Premios Grammy Latinos de 2008 en Las Vegas, dónde además el Tío Simón era homenajeado por su trayectoria. Tenía miedo, no te lo voy a negar, era una gran responsabilidad, pero a la vez sabía que debía –y podía- hacerlo muy bien y que era mi gran oportunidad. La cobertura fue todo un éxito, a tal punto que ese mismo año la emisora me mando a cubrir otros premios internacionales en Miami y Puerto Rico. Estas experiencias internacionales se repitieron en el 2009, siendo yo el primer venezolano en entrevistar al Maestro José Antonio Abreu después de recibir su Grammy Latino y brindar una cobertura de más de dos horas, con entrevistas en vivo a artistas de la talla de Chayanne, Thalía, Gloria Estefan, Marc Anthony entre otros a la emisora, siendo Onda La Superestación 107.9 FM la única radio venezolana presente en dicha ceremonia.

Durante esa época me había reencontrado con mi amigo Carlos Fraga, quien tenía unos micros en la emisora. Carlos vio más allá, de inmediato supo que yo servía para la radio, tenía talento y además me apasionaba lo que hacía. Pero para ese momento, lamentablemente, no había vacante en la emisora que yo pudiera ocupar.

Vino entonces el gran cambio: a Carlos lo llaman de la Nueva Mágica 99.1 FM y le proponen tener un programa de dos horas. Él acepta, pero con la condición de que yo comparta la producción y los micrófonos junto a él. Es así como nace “Casos y Cosas de Fraga”, un programa que salía todas las tardes de 4 a 6, de lunes a viernes. Junto a Carlos Fraga tuve la oportunidad de aprender del mejor maestro y de ir poco a poco creando mi propio estilo. Fueron casi 5 años de experiencias maravillosas que forjaron el locutor y comunicador que soy hoy en día. Pero nada es eterno en esta vida, y por cuestiones políticas, La Nueva Mágica 99.1 FM fue sacada del aire y yo perdí mi trabajo y mi pasión. Lo bueno es que eso no duró mucho, y meses después, en abril de 2018 empecé mi propio programa a través de la señal de Kys 101.5 FM, “TendencyBook Radio”, un magazine sabatino de 10 a 12

del medio día, el cual conduzco hasta el día de hoy.

-Yo parto de la teoría que no existe red social “mala” sino mal utilizada. Por ejemplo, los celulares nos permiten comunicarnos y hoy en día son hasta cámaras, todo en uno, pero mal utilizados y en exceso, pueden ser muy nocivos para el ser humano. Lo mismo sucede con una computadora, una televisión o hasta un carro.

Las redes sociales hay que saber utilizarlas, entender cómo funcionan, para qué sirven y utilizarlas con moderación y respeto. Cada red cumple una función, que si es bien entendida puede potenciar muchas cosas positivas, pero mal llevada también puede sacar lo peor del ser humano y acarrear muchas consecuencias negativas.

Gracias a las redes sociales nos reencontramos con personas que no veíamos hace años, recordamos momentos o situaciones del pasado, generamos matrices de opinión, ayudamos a conseguir insumos o salvar vidas, denunciamos injusticias, nos informamos, viajamos, aprendemos, nos emocionamos, debatimos, creamos, vendemos, compramos... todo de manera inmediata, fácil y global.

Pero todo esto debe hacerse bajo el respeto, la tolerancia, la prudencia y la educación del usuario. Estoy seguro de que con el paso del tiempo las redes sociales seguirán blindándose y dando herramientas que impidan su mal uso y la divulgación de información privada que pueda ser peligrosa para todos. Las redes en su corta vida (recuerda que la primera red, Facebook, recién acaba de cumplir 15 años) han evolucionado y cambiado mucho, complaciendo siempre los requerimientos de quienes las usan y las alimenta.

-No sólo encuentro emprendedores en el país, es que encuentro emprendedores de lujo, con una capacidad infinita de querer hacer bien las cosas, con un nivel de competencia, producción y calidad en áreas como la moda, la gastronomía, el diseño, la música, la arquitectura, la literatura, el teatro o el cine, que nada tienen que envidiar a los emprendedores de otros países.

Yo cada sábado me sorprendo, entrevisto entre 5 y 6 emprendimientos. Hemos empezado a creer que lo estamos haciendo bien, nos ha llevado tiempo y aún debemos aprender y pulir muchas cosas, pero el camino está ya trazado. Afirmo con propiedad que pese a la gran crisis a todo nivel que vive Venezuela, son muchos los que decidieron confeccionar pañuelos y pocos los que se quedaron llorando de brazos cruzados.

La comparación con Guido Orefice, el personaje de Roberto Benigni en “La Vida es Bella”, que le inventó una historia a su hijo para que no viviera la cruda realidad del Holocausto, se me hace simpática pero no tan similar y te explico el porqué: yo no les invento nada a esos emprendedores, lo que yo hago es mostrar esa otra realidad positiva que convive en paralelo y que es tan real como la del propio país. En medio de cierta oscuridad o desesperanza, me encanta encender todas esas luces y propagar la esperanza, enfocarme en lo bueno y en lo positivo.

-Comenzaré diciéndote que para mí la elegancia es totalmente atemporal. Prueba de ello son figuras como Audrey Hepburn, Grace Kelly, Diana de Gales, Coco Chanel, Michael Caine, Marcello Mastroianni, Cary Grant o Sean Connery, por nombrarte solo algunos, que pertenecen a otras épocas o que ya han fallecido, y que son recordados por su elegancia y siguen siendo un ejemplo a seguir.

Pienso que hay gente que la lleva innata, que tienen ese buen gusto y distinción para vestir y saber estar. La elegancia no se compra ni se vende, puede ser algo con lo que naces, o que al relacionarte con personas elegantes se te va adhiriendo poco a poco, a través de las vivencias y el aprendizaje. Es un don del que lo posee y que no caduca nunca. No tiene que ver con lo que tienes, ni con lo que te pones, sino con la manera que llevas las cosas puestas. No entiende de modas, de épocas, de edades ni de tendencias. La elegancia va ligada de forma directa a la forma en que vamos vestidos, habla de nosotros y transmite información. De ahí la importancia de ir vestido de manera adecuada según las circunstancias del lugar. Pienso que la rapidez del mundo, nos ha llevado a una informalidad, qué si bien es muy cómoda en muchas ocasiones, no puede ser nuestro patrón de vestimenta. La elegancia no puede perderse por nada del mundo, es por ello que existen los denominados “códigos de vestimenta” que nos orientan cómo debemos ir de acuerdo a la ocasión, el lugar y el horario. No es lo mismo vestirse para una entrevista de trabajo que para ir al gimnasio, vestirse para ir de compras o para un funeral, para ir a la playa o a una fiesta.

Venezuela es para mí como una madre

-Venezuela para mí es como una madre. Una madre que lo entrega todo a sus hijos de forma desinteresada, amorosa y sincera. Que cuando tiene de más, no escatima y derrocha, pero cuando tiene de menos, no le importa quitárselo de la boca con tal de no desatender a sus hijos. Una madre que cada mañana amanece con una amplia sonrisa, llena de luz y color, y que cada noche se despide abrigando y mirando tiernamente a los suyos. Es esa madre que sólo nosotros, sus hijos, podemos criticar, ver sus sombras, sus defectos, sus desaciertos, sus problemas y sus incongruencias. Solo nosotros vemos sus errores que en muchas ocasiones nos molestan profundamente y nos separan de ella. Pero esa separación nos dura poco, ella de inmediato con su generosidad, su cariño y su nobleza, nos vuelve a conquistar. Pero que a nadie externo se le ocurra atreverse a criticarla, “a mi madre sólo la critico yo”.

Muchas veces se cae, pero siempre se levanta con más fuerza para no defraudar a los suyos. Madre bonita, coqueta, alegre, luchadora y única que cada día se reinventa y hace frente a las adversidades, a los abusos, a los insultos, a los maltratos y a las injusticias. Pero que celebra cada éxito de sus hijos, como si fueran suyos.

Esta extensión de tierra ubicada al norte del continente, es la tierra que recibió a mis padres en momentos difíciles y les permitió crecer, superarse y hacer familia. En ella nacimos mi hermana y yo y junto a ella construimos todos nuestros recuerdos de infancia, adolescencia y adultez. Venezuela son mis afectos, mis vínculos, mi familia, mis amigos y conocidos, son mis costumbres y mis hábitos, que nutren mi día a día. Es parte de mi personalidad, de mi manera de ver la vida, de pensar, de sentir y de actuar. Ella, como buena madre me ha preparado para la vida, con sus alegrías y tristezas, con sus sorpresas y desengaños, con sus soluciones y problemas, con sus caídas y levantadas. Cómo su hijo, me enorgullezco de ella y de ser venezolano.