Catherine Middleton ha asumido con conciencia cada paso ascendente dentro de la familia real británica. Al igual que ha incorporado nuevos roles y responsabilidades, ha ido cambiando su imagen para respaldar esos nuevos títulos.
También da señales de madurez ante los medios, sin que ello haya disminuido su espontaneidad, ya que no duda sonreír plenamente cuando llega el momento o dejar de manifiesto su sensibilidad y sentido de cercanía.
Como princesa de Gales, título reservado solo para quien se sentará en el trono, en su caso como reina consorte, esos cambios han sido evidentes. No solo hay un mayor despliegue de joyas, lo que indica que el joyero de la reina está a su disposición, sino que su vestuario resulta impecable y ajustado a cada evento.
El primer vestido que lució como esposa del heredero era imponente. La capa y los bordados lo hacían suntuoso sin perder el recato. En esa ocasión lo acompañó con la tiara Lover's Knot, unos zarcillos de brillantes y perlas que también protagonizaron la pulsera de varias vueltas.
Para celebrar el Día de la Commonwealth vimos a una princesa de Gales vestida por Erdem, inspirada en los años 50, en otomán brocado con chaqueta péplum y falda estrecha que se hacía algo acampanada para facilitar el paso. Esta vez seleccionó una joya de gran importancia, el broche que en 1863 la organización Ladies of North Wales obsequió a la princesa Alejandra de Dinamarca con motivo de su boda con Eduardo VII del Reino Unido.
Para el Día de San Patricio, cuando se estrenó como comandante coronel de la Guardia Irlandesa, apareció con un traje abrigo color turquesa, sobre el cual colocó el broche de oro que también usó la reina Alejandra y luego la reina madre Isabel, sobre el cual colocó un boutonniere formado por hojas de tréboles.
Sin lugar a dudas Kate conoce su responsabilidad ante una institución como la monarquía y da muestras de que está preparada para ser una reina.