La residencia de Sissi en Venecia abre sus puertas
Con la reapertura de estos espacios se podrá conocer un poco más sobre una de las mujeres más famosas de su tiempo. La historia continúa mostrando sus secretos
Después de 134 años de su fallecimiento, Isabel de Baviera, reina consorte de Lombardía-Venecia, está presente, debido a la reapertura del palacio del emperador de Austria Francisco José I y su esposa en Venecia.
Los visitantes podrán entrar en la intimidad de esta famosa mujer, no sólo por su belleza sino por sus caprichos y vida melancólica. Después de décadas de abandono, se puede transitar por los amplios salones y admirar el diminuto tocador de Isabel de Austria, quien también fue reina de Hungría y Bohemia.
El palacio se encuentra entre la Plaza de San Marcos y la desembocadura del Gran Canal. Tiene 27 habitaciones que requirieron 22 años de trabajo y siete millones de euros para su restauración.
La entrada a través del Museo Correr, complejo museístico apodado "el Louvre de Venecia", facilita el recorrido por la particular historia de la ciudad-Estado, dotada de un gran poderío marítimo.
Conmovedor resulta el tocador, con sus flores favoritas, lirios del valle y acianos, fabricado para ella, explicó a la AFP Jérôme Zieseniss, presidente del Comité Francés para la salvaguardia de Venecia, organización que financió la obra gracias a generosas donaciones.
Los apartamentos se renovaron en 1856, cuando Francisco José I y Sissi se alojaron por primera vez en ellos. Se reformó la sala de audiencias destinada a la emperatriz y su estudio privado. El dormitorio lo tapizaron en azul y oro, mientras que los frescos de Venus con microcristales brillantes incrustados decoraron el techo del baño.
El palacio fue construido para el emperador francés Napoleón I, quien se convirtió en rey de Italia en 1805, pero no residió allí. Los siguientes propietarios fueron los Saboya, reyes de Italia entre 1861 a 1946 y luego los aposentos reales se transformaron en oficinas, desalojadas para la restauración.
Jérôme Zieseniss explicó que Sissi fue la noble que más tiempo vivió en ese palacio. Recibía pocos invitados y le solían enviar fotos de mujeres jóvenes de toda Europa que querían compararse con ella y ver si eran tan hermosas.
Andrea Bellieni, director del Museo Correr y administrador del palacio, ilustró la difícil personalidad de Sissi: "compleja e introvertida, no le gustaba la vida pública y aparentemente salía por la noche en góndola", fiel a la leyenda de que nunca encontró su sitio en la rígida corte de Viena, a la que consideraba una cárcel.
Aunque la pareja imperial viajó varias veces a Venecia, no fueron aceptados porque los venecianos odiaban a los austríacos. Incluso llegaron a abuchearlos cuando asistieron a una función en el teatro de La Fenice.
Sissi tuvo una vida triste, era depresiva, anoréxica y pese a su belleza, vivió en la melancolía hasta su trágica muerte en 1898, a los 60 años, mientras paseaba por el lago Leman de Ginebra y un anarquista italiano, Luigi Lucheni, le clavó un estilete en el corazón
Los visitantes podrán entrar en la intimidad de esta famosa mujer, no sólo por su belleza sino por sus caprichos y vida melancólica. Después de décadas de abandono, se puede transitar por los amplios salones y admirar el diminuto tocador de Isabel de Austria, quien también fue reina de Hungría y Bohemia.
El palacio se encuentra entre la Plaza de San Marcos y la desembocadura del Gran Canal. Tiene 27 habitaciones que requirieron 22 años de trabajo y siete millones de euros para su restauración.
La entrada a través del Museo Correr, complejo museístico apodado "el Louvre de Venecia", facilita el recorrido por la particular historia de la ciudad-Estado, dotada de un gran poderío marítimo.
Conmovedor resulta el tocador, con sus flores favoritas, lirios del valle y acianos, fabricado para ella, explicó a la AFP Jérôme Zieseniss, presidente del Comité Francés para la salvaguardia de Venecia, organización que financió la obra gracias a generosas donaciones.
Los apartamentos se renovaron en 1856, cuando Francisco José I y Sissi se alojaron por primera vez en ellos. Se reformó la sala de audiencias destinada a la emperatriz y su estudio privado. El dormitorio lo tapizaron en azul y oro, mientras que los frescos de Venus con microcristales brillantes incrustados decoraron el techo del baño.
El palacio fue construido para el emperador francés Napoleón I, quien se convirtió en rey de Italia en 1805, pero no residió allí. Los siguientes propietarios fueron los Saboya, reyes de Italia entre 1861 a 1946 y luego los aposentos reales se transformaron en oficinas, desalojadas para la restauración.
Jérôme Zieseniss explicó que Sissi fue la noble que más tiempo vivió en ese palacio. Recibía pocos invitados y le solían enviar fotos de mujeres jóvenes de toda Europa que querían compararse con ella y ver si eran tan hermosas.
Andrea Bellieni, director del Museo Correr y administrador del palacio, ilustró la difícil personalidad de Sissi: "compleja e introvertida, no le gustaba la vida pública y aparentemente salía por la noche en góndola", fiel a la leyenda de que nunca encontró su sitio en la rígida corte de Viena, a la que consideraba una cárcel.
Aunque la pareja imperial viajó varias veces a Venecia, no fueron aceptados porque los venecianos odiaban a los austríacos. Incluso llegaron a abuchearlos cuando asistieron a una función en el teatro de La Fenice.
Sissi tuvo una vida triste, era depresiva, anoréxica y pese a su belleza, vivió en la melancolía hasta su trágica muerte en 1898, a los 60 años, mientras paseaba por el lago Leman de Ginebra y un anarquista italiano, Luigi Lucheni, le clavó un estilete en el corazón
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