Hija de Carlos Beracasa y Alegría Benzecry de Beracasa, de quienes aprendió que el arte no sólo se disfruta sino que se comparte. Recibió una educación esmerada tanto en Venezuela como en el exterior donde compartió aula con aristócratas y miembros de la nobleza. Supo conjugar su conocimiento del mundo con su capacidad organizativa lo que la llevó a dirigir una de las empresas más importantes en esa materia. Su afición y conocimientos de las artes decorativas la convirtieron en coleccionista y comandó el mundo de las antigüedades en Venezuela. La moda tampoco le fue ajena por lo que cultivó una íntima relación con la Maison Dior. Fue de esas mujeres que tenían su propio estilo sin que las tendencias la preocuparan. Sus fiestas congregaron a gente de todos los sectores de la sociedad. Alejada de estereotipos también dejó huella de su amor por la libertad, sentimiento que sembró en sus hijos. Su presencia en cualquier evento no pasaba desapercibida por lo que era blanco de los fotógrafos.