HUMOR MUNDIAL//¿Colombiano yo? que va!
Camilo no pudo esconder lo que tenía más adentro de su ser: su nacionalidad primigenia
Camilo era centro de bromas de sus compañeros de clase en el colegio Carlos Delgado Chalbaud, en Caracas, quienes a viva voz le gritaban en los recreos ¡Caliche!
No se explicaba como esos artífices del bulling habían descubierto que había nacido en Cúcuta a finales de los cuarenta.
Desde entonces se dio a la tarea de esconder su nacionalidad primigenia y a insistir hasta el cansancio –en una película que se repite hoy día– que era criollito de pura cepa.
“Lo que pasa es que mis padres nacieron en Rubio...”, trataba de justificarse, cuando años después compartía con amigos y compañeros de trabajo.
Paralelamente Camilo desarrolló una afición casi enfermiza por el fútbol, alimentada con las redes sociales de estos tiempos.
Se sabía los nombres de todos los jugadores del planeta, incluso en los equipos en los que militaban, el nombre de sus esposas, los autos que manejaban, en las ciudades donde vivían, la talla de sus zapatos, e incluso el monto de sus cuentas bancarias, lo cual twitteaba a diario.
Por supuesto, el Mundial de fútbol de Rusia era para Camilo algo así como un oasis en el duro devenir de la Venezuela de estos momentos.
¿Cuál es tu selección favorita Camilo? le preguntaban sus compañeros de trabajo. ¡Cualquiera menos Colombia! A esos no los puedo ni ver...
Sin embargo, el día del partido ante Japón las manos le sudaban, tenía taquicardia y no podía estar sentado en su escritorio. Visiblemente abatido tras la derrota se le escuchó decir bajito ¡Maldita sea, a ese man cómo se le ocurre meter la mano en el área chica! Allí quedó al descubierto.