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Y Moscú... se hizo verde

La victoria de México sobre Alemania generó una fiesta colectiva

  • Diario El Universal

18/06/2018 04:42 pm

AMALIA LLORCA / Especial

Moscú.- 
El día prometía para México. Desde bien temprano y varias horas antes del encuentro de la selección azteca contra Alemania, vigente campeona del mundo, la Plaza Roja y en general, el centro de Moscú eran tomados por una afición que lo tiñó todo de verde. "Ooo, Ooo, somos locales, Ooo somos locales", gritaban a todo trapo, con pasión y euforia, estos amantes del fútbol. 

En la víspera del partido ya el ánimo de los mexicanos era contagioso. Muchos llegaron a Moscú desde Chisinau, Moldavia, en unos de los vuelos que la principal aerolínea de ese país abrió para servir de puente a los turistas hacia la sede del evento deportivo más importante del mundo. 

En la sala de espera eran el centro de atención por los sombreros, el colorido de sus vestimentas y su alegría que no pasaba inadvertida para el resto de los pasajeros, que reían y se tomaban fotos con ellos.

Luis y Glexys formaban parte de la avanzada del 'Tri'. Están recién casados y se tomaron una pausa en su luna de miel para animar a la selección. "Es un lujo ir a este partido y Luis no quería perdérselo. Esta escapadita es como parte de mi regalo de bodas", dice ella con picardía varios minutos después de haber expuesto sus puntos de vista sobre las elecciones en México, pues esa afición no solo hablaba de fútbol. Glexys es una venezolana, con 16 años fuera de su país, adoptada en otra tierra y ahora más arraigada tras su lazo matrimonial. "Extraño los sabores de Venezuela", confiesa con profunda tristeza y se le deslizan las lágrimas tras recibir un Toronto, como muestra de agradecimiento por su relato. 

Esta pareja jamás pensó que ese partido se convertiría en uno de los mejores momentos de sus vidas. No tenían expectativas de triunfo. Pocos mexicanos las tenían. "Vamos contra la campeona del mundo, pero nosotros tenemos a la mejor afición del mundo", decía una reportera de la televisión azteca antes del partido. 

Gabriel García y Francisco Olazaran son cuñados y hace cuatro meses planificaron su viaje al Mundial en una reunión familiar en Ciudad Victoria, donde residen. Caminaron desde su hotel hasta la Plaza Roja para fundirse con la multitud. Allí se saludaban y abrazaban con sus compatriotas como si se conocieran de toda la vida. Al grito de ¡México, México! descendieron a la estación de Metro con destino al estadio Luzhniki. La marea verde saturaba los vagones. Para unos era una fiesta, para otros un tormento. Había pasajeros moscovitas sorprendidos y hasta molestos con tanta algarabía. 

Una abuela rusa trataba de leer un libro, mientras el ruido de una especie de vuvuzela impedía cualquier tipo de comunicación. Su malestar era evidente. Pagó su contrariedad con una joven mexicana a quien le dio un pisotón. El incidente no trascendió y la chica se limitó a sonreír como barrera ante tan mal humor. 

Los aficionados dejaron el metro dos estaciones antes de la correspondiente al estadio. Por las escaleras solo se escuchaba: "ese lunar que tienes cielito lindo junto a tu boca..." y al salir llenaron cuadras y cuadras. Colapsaron el tráfico, colmaron las tiendas en busca de agua, refrescos y artículos con más 'sazón'. 

 La emoción crecía y las consignas subían de tono. ¡Alemania va a probar el chile nacional!, "El día del padre le daremos en la madre" y así aparecía el Chapulín Colorado y un autobús típico de las poblaciones mexicanas adornado con sombreros y miles de perolitos. Muchos vecinos observaban desde el balcón y el grupo admiró la belleza de las chicas rusas a quienes pidieron 'un toples' para la barra. 

Llegaron al estadio y lo desbordaron. Sin duda, eran locales. El momento del gol fue el del paroxismo. Tanto en el estadio como en el fan fest, donde la reacción fue tan explosiva que la policía cerró el acceso por más de 20 minutos y reforzó la seguridad. 

De allí en adelante solo se habló del Chucky Lozano. Su nombre resonó en toda la capital rusa hasta altas horas de la noche en el metro, bares, calles y avenidas. ¡El Chucky Lozano!, ¡El Chucky Lozano!, así México despidió ese día que tanto prometía.

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