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Venezuela en la nueva guerra fría

El nuevo orden de la multipolaridad abre opciones para que las naciones de pequeñas o medianas fortalezas puedan conservar su independencia y autonomía frente a las grandes potencias

  • LEOPOLDO PUCHI

09/05/2021 09:30 am

Que las grandes potencias estén lanzadas hacia enfrentamientos cada vez más fuertes no tiene por qué sorprender a nadie. La expansión de las economías de mercado y la modernización capitalista generalizada de las formas de producir crean una dinámica de intereses contrapuestos que está a la base de los actuales conflictos.

Se sabe muy bien, por la experiencia histórica, en qué medida esos intereses conducen a conflictos y conflagraciones. La carnicería de las trincheras en la Primera Guerra Mundial o la explosión atómica de Hiroshima son acontecimientos imborrables.

INTERESES

No es un asunto de ideologías lo que opone a las potencias, sino los mercados financieros y de nuevas tecnologías, materias primas, zonas de influencia y control militar. Se ha pasado de un mundo a dominancia unipolar heredado del fin de la Guerra Fría, al surgimiento de una multipolaridad que reordena espacios y quizás pudiera avanzar hacia nuevos equilibrios.

Este proceso se desarrolla en medio de aguas agitadas, porque los mercados internacionales no dependen solo de la calidad, precios, innovaciones o competitividad, sino de la fuerza, el poder geopolítico, que facilita rutas o cierra cadenas de suministro, circunscribe clientes y delimita territorios comerciales.

Durante unos pocos lustros existió la unipolaridad, con Estados Unidos como cabeza de una pirámide con espacios delimitados. Durante ese tiempo, ni Rusia ni China fueron considerados como una amenaza a su predominancia, porque no disponían de las condiciones para apuntalar sus propios intereses o no habían desarrollado sus potencialidades.

MULTIPOLARIDAD

Hoy, la situación es distinta, y por lo tanto hay un pulso, forcejeos agudos que pueden deslizarse hacia contiendas que por más que sean híbridas, con nuevas tecnologías o indirectas, no dejarán de ser guerras, a menos que se les evite por medio de negociaciones.

El marco de la unipolaridad creaba las condiciones para una subordinación generalizada de las distintas naciones sin resguardo frente al eje dominante. De allí que la multipolaridad se convirtiera en bandera de las naciones de pequeñas o medianas fortalezas.

El nuevo orden de la multipolaridad abre, ciertamente, opciones para que estas naciones puedan conservar su independencia y autonomía frente a las grandes potencias. Sin embargo, la propia ambición de todas las potencias ‘multipolares’, la proximidad a lo que se considera como zonas de influencia y, sobre todo, el nuevo ambiente de tensiones dificulta que de manera efectiva puedan permanecer como naciones independientes sin ser sometidas al estatus de protectorados o de satélites tutelados.

LATINOAMÉRICA

En el caso latinoamericano, y en particular en el área caribeña, Washington considera desde el siglo XIX que es su zona de pertenencia, por lo que los países de la región solo pueden vincularse con potencias distintas a Estados Unidos y sus aliados de forma restringida en lo militar, económico y político. Aunque se trata de una noción anterior a la confrontación con la Unión Soviética y creada en otro contexto, el gobierno estadounidense ha decidido mantenerla vigente en el conflicto mundial entre potencias que se ha iniciado recientemente.

SEPARACIÓN

Con anterioridad a esta confrontación abierta, a lo largo de los últimos veinte años, ya Venezuela se venía separando progresivamente del dispositivo geopolítico estadounidense, lo que ha traído como consecuencia que Washington haya adoptado una estrategia para revertir la situación, por medio de una serie de acciones, como las medidas de bloqueo financiero y petrolero a través de sanciones y la creación de un poder dual.

DESAFÍO

En el nuevo contexto, en el que se mueven contingentes armados hacia Ucrania, se movilizan embarcaciones tan lejos como los mares del sur de China, se intenta paralizar el Nord Stream y se mantiene la negativa a reactivar el acuerdo nuclear con Irán, puede pensarse que es muy difícil sostenerse como nación independiente, y que es inevitable ser un país tutelado de una u otra potencia.

No es así, aunque se trata de un verdadero desafío, ineludible, que por lo tanto debe ser asumido con responsabilidad. No para pasar a hacer parte de un eje distinto, sino para actuar como nación no alineada, con relaciones de respeto mutuo con Washington, basados en la igualdad soberana y en acuerdos que reconozcan el derecho de Venezuela a mantener los lazos actuales con Rusia, Irán, China y otros países del mundo. Cierto, un auténtico desafío.

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