Pandemia, ruptura, participación
Salvo para algunos factores, tanto la vía electoral como la insurreccional son mecanismos para alcanzar el mismo fin, una ruptura épica, en la que “la tortilla se vuelque”
Transcurren los días en medio de la discusión en los distintos sectores de oposición sobre la participación electoral, hasta el punto que se agotan los argumentos y se retoma de forma incesante la punta del ovillo. Sin embargo, es de notar que sobre un punto básico hay uniformidad en los pareceres: el postulado de una estrategia de ruptura con el actual sistema.
La idea de una evolución institucional que apunte a acuerdos de convivencia y cohabitación de mediano y largo plazo con el sector actualmente en el gobierno parece descartada. Un esquema de acumulación de fuerzas, de desarrollos que permitan el cumplimiento y ampliación de los principios de la democracia y el funcionamiento de las instituciones, con alternancia dentro de un poder compartido, tiene pocos adeptos, está invisibilizado y hasta desechado.
Salvo para algunos factores, tanto la vía electoral como la insurreccional son mecanismos para alcanzar el mismo fin, una ruptura épica, en la que “la tortilla se vuelque”.
“INSURRECCIONAL”
La discusión es intensa al interior de los partidarios de la ruptura, en cuánto a la modalidad para alcanzarla. Hasta el momento, la “estrategia insurreccional” ha tomado la batuta, lo que se traduce en la no participación en las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre. Es la ruta seguida sin matices desde enero de 2019.
Se estima que el llamado a la abstención reforzaría el espíritu insurreccional necesario para conservar la vigencia de la estrategia del poder dual y del bloqueo financiero y petrolero, y permitiría mantener vigente la opción de un levantamiento armado, un golpe palaciego o de una intervención militar extranjera. Por su parte, los partidarios de la participación argumentan que se ocuparían espacios para la acción política futura, dadas las pocas posibilidades de que una insurgencia armada tenga lugar en la actualidad.
PANDEMIA
La pandemia es concebida como “la gota que colma el vaso para desintegrar la disciplina restante de los militares y otros agentes de seguridad” o pudiera dar lugar a una “intervención militar humanitaria multilateral” de los países vecinos.
Desde esta óptica, la no participación en las elecciones actuaría como un ingrediente que se sumaría a la pandemia para hacer más explosiva la situación y provocar una salida de fuerza.
La idea de una evolución institucional que apunte a acuerdos de convivencia y cohabitación de mediano y largo plazo con el sector actualmente en el gobierno parece descartada. Un esquema de acumulación de fuerzas, de desarrollos que permitan el cumplimiento y ampliación de los principios de la democracia y el funcionamiento de las instituciones, con alternancia dentro de un poder compartido, tiene pocos adeptos, está invisibilizado y hasta desechado.
Salvo para algunos factores, tanto la vía electoral como la insurreccional son mecanismos para alcanzar el mismo fin, una ruptura épica, en la que “la tortilla se vuelque”.
“INSURRECCIONAL”
La discusión es intensa al interior de los partidarios de la ruptura, en cuánto a la modalidad para alcanzarla. Hasta el momento, la “estrategia insurreccional” ha tomado la batuta, lo que se traduce en la no participación en las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre. Es la ruta seguida sin matices desde enero de 2019.
Se estima que el llamado a la abstención reforzaría el espíritu insurreccional necesario para conservar la vigencia de la estrategia del poder dual y del bloqueo financiero y petrolero, y permitiría mantener vigente la opción de un levantamiento armado, un golpe palaciego o de una intervención militar extranjera. Por su parte, los partidarios de la participación argumentan que se ocuparían espacios para la acción política futura, dadas las pocas posibilidades de que una insurgencia armada tenga lugar en la actualidad.
PANDEMIA
Quienes son partidarios de escoger el camino de la abstención para alcanzar una ruptura basan sus cálculos en el impacto en las próximas semanas de la pandemia del coronavirus. En este sentido, Evan Ellis, del Center for Strategic & International Studies, sostiene en un artículo titulado “Venezuela: pandemia e intervención extranjera en un narco Estado en colapso”, que “un despegue de Covid-19 en Venezuela, más allá de lo que ya está ocurriendo, sería catastrófico, con efectos desestabilizadores en los vecinos de Venezuela”.
La pandemia es concebida como “la gota que colma el vaso para desintegrar la disciplina restante de los militares y otros agentes de seguridad” o pudiera dar lugar a una “intervención militar humanitaria multilateral” de los países vecinos.
Desde esta óptica, la no participación en las elecciones actuaría como un ingrediente que se sumaría a la pandemia para hacer más explosiva la situación y provocar una salida de fuerza.
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