“El fenómeno de la dolarización es una realidad económica; la economía se autorreguló y todos los dólares que aportaba el Estado y la economía rentista petrolera ahora los aporta la economía privada”, afirmó el viernes Nicolás Maduro en rueda de prensa con corresponsales extranjeros, lo cual refuerza opiniones anteriores que si bien dispersas apuntaban en la misma dirección de entender que la hiperinflación, la caída de la producción petrolera, el colapso de los servicios y el efecto de las sanciones económicas norteamericanas han colocado al régimen ante un nuevo escenario económico que obliga más que a flexibilizar a la larga a un reacomodo de sus políticas. Si bien es cierto que ello no obedece de ninguna manera a decisiones oficiales y que se trata más bien de que los hechos como producto de una crisis impredecible, tienen que ser asumidos en todos sus alcances, en buena medida la situación apunta hacia un cambio en materia económica que de ninguna manera supone un cambio en las líneas generales del llamado chavismo madurismo en materia política, sino que un amplio sector del Psuv, encabezado por Diosdado Cabello, presiona hacia la radicalización como una manera de afrontar las restricciones y en buena medida el bloqueo que afecta al país, en la línea de lo ocurrido hace 60 años en Cuba y en contraposición a las experiencias aperturistas más recientes de China y de Rusia durante el mandato de Borís Yeltsin que luego facilitó el largo y actual gobierno de Vladimir Putin.