Espacio publicitario

Opinión: Parra vs Guaidó

“No hubo rectificaciones, y menos reconocimiento de la estrategia equivocada”

  • LEOPOLDO PUCHI

10/01/2020 05:30 am

El pulso del conflicto político venezolano se inicia en 2020 desplegado sobre el vector del poder dual, uno de los componentes de la estrategia de cambio de gobierno puesta en ejecución en enero de 2019, que ha ido acompañada por otros dos vectores: las sanciones, elemento principal y de profundidad, y la amenaza de intervención extranjera. 

La imagen de poder dual se constituyó sobre la base de una de las instituciones de los poderes públicos, el Legislativo, en manos del sector de oposición, que realizó el movimiento sobre el tablero de asumir simbólicamente las funciones del poder ejecutivo, lo que creó la percepción de un paralelismo de poderes ejecutivos, el representado por Nicolás Maduro y el de Juan Guaidó. 

Para que esa imagen de “dos presidentes” cobrara fuerza, fueron muy importantes las decisiones del gobierno estadounidense sobre los activos nacionales, como Citgo, y la validación de una diplomacia paralela, uno de los espacios propios del poder ejecutivo.

Disputa
Hasta el 5 de enero de 2020, una de las instancias institucionales de la dualidad de poderes, la Asamblea Nacional, no estaba en disputa y era reconocida por todos los sectores. Se decía que estaba “en desacato”, pero nadie cuestionaba su integración ni su directiva. Eso no estaba en discusión.

Ahora es distinto, hay dos diputados, Juan Guaidó y Luis Parra, que reclaman la condición de Presidente de la Asamblea Nacional, dos directivas, reuniones plenarias que se dan por separado y hasta espacios físicos diferentes.
Y, por supuesto, al igual que en la dualidad de las “dos presidencias de la República”, hay innumerables interpretaciones y argumentaciones jurídicas, de uno y otro lado.

Disidencias
Lo ocurrido no es artificial, sino que tiene que ver con la evolución de los acontecimientos. 

“La victoria tiene cien padres y la derrota es huérfana”, indica el dicho popular. Y como se sabe, en 2019 fracasó la estrategia dirigida a deponer a Nicolás Maduro de la presidencia. 

Obviamente, a lo largo de los meses fueron aflorando viejas y nuevas disensiones en la oposición, unos moderados, otros radicales, unos a la espera de su oportunidad y otros apresurados. Y no hubo rectificaciones, y mucho menos reconocimiento en Washington de que se había adoptado una estrategia equivocada.

Lo demás son anécdotas de picaresca, de dinero, de sectarismos o maltratos que explican poco o nada, sean ciertas o no. 

¿Alguien puede imaginarse que en febrero de 2019 alguna disidencia de diputados se hubiese podido producir? 

Lo que ha ocurrido se explica por la debilidad de una política, por el fracaso de una estrategia, que en un momento lució fuerte y poderosa, pero que, en lugar de eso, se reveló prepotente, impúber e inadecuada, sin conocimiento “del terreno”. 

Y ahora, de esa estrategia, solo quedan los escombros que han dejado las sanciones de otros países.
Siguenos en Telegram, Instagram, Facebook y Twitter para recibir en directo todas nuestras actualizaciones
-

Espacio publicitario

Espacio publicitario

Espacio publicitario

DESDE TWITTER

EDICIÓN DEL DÍA

Espacio publicitario

Espacio publicitario