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La ONU:¿Culpable?

La oposición ha privilegiado más allá de lo conveniente la ayuda internacional, la cual si bien es necesaria y recomendable, no es capaz de abordar soluciones nacionales

  • MANUEL FELIPE SIERRA

20/10/2019 12:23 pm

Caracas.- Uno de los ángulos más relevantes y significativos de la polarización nacional es que suele asumirse el llamado apoyo de la “comunidad internacional” como un factor casi decisivo en procura de una salida a la crisis y todavía más aún al conflicto. De tal manera que la elección de un representante del gobierno de Nicolás Maduro como miembro del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas se ha convertido para los factores opositores, y desde luego para Estados Unidos, y los países que suscriben la legitimidad de Juan Guaidó, como un elemento tan grave que, incluso algunos de ellos han llegado a proclamar la inutilidad y la obsolescencia del único escenario donde conviven todas las naciones del mundo. La escogencia de un miembro en una instancia de la ONU, a lo cual tienen derecho todos los países que la componen, no debería asumirse como el apoyo al gobierno de ese país; toda vez que no se trata de un conglomerado de gobiernos, sino de países y Estados. Por esta razón, no suele convertirse generalmente en “materia crítica” la escogencia para cargos técnicos de países ya considerados como tiranías primitivas y promotoras de toda suma de delitos. 

Por supuesto, en este caso, tiene un peso significativo el informe presentado recientemente por la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet, sobre Venezuela, en el cual se registran reiteradas violaciones a garantías individuales por el gobierno de Nicolás Maduro, entre otras severas críticas al régimen. El conocido informe reitera una situación que ciertamente se ha agravado en los últimos meses, pero que no podría asumirse como un descubrimiento ni tampoco como una “rareza” cuando buena parte de los gobiernos del mundo, más allá de sus ideologías y definiciones programáticas, caben en una lista común de la materia. Al mismo tiempo, habría que tomar en cuenta que el informe no es una acusación penal (la ONU no es propiamente un tribunal), sobre un tema ciertamente condenable y que requiere, por supuesto, de sanciones pero que, al mismo tiempo, implica a numerosos países miembros e incluso, a quienes como consecuencia del viejo juego de la diplomacia oportunista, aparecen vestidos con la túnica de la transparencia moral y política. 

Esta reacción peca de exagerada si se toma en cuenta que la propuesta venezolana obtuvo solo 105 votos, mientras que Brasil (donde curiosamente en los últimos días han surgido graves denuncias contra el gobierno de ese país por atropellos, obra de la desigualdad social) contó con 193 votos y Costa Rica tradicionalmente considerada como la “Suiza de América” con solo 96. Es decir, no se trata de una elección aclamacionista sino -si se quiere- modesta, dado el prestigio que hasta hace años atrás caracterizó a Venezuela como país democrático. Sin embargo, está claro que en este caso actuaron otros factores. Hasta el año pasado Nicolás Maduro ejerció la presidencia del Movimiento de Países No Alineados que agrupa más de 120 países y que proclaman el multilateralismo la mayoría de ellos en regiones lejanas, en los cuales el “caso Venezuela” no tiene el peso que en los últimos años se registra en los países hemisféricos. En esa línea se destaca también la circunstancia de que el régimen venezolano aparece inserto en la estrategia multipolar estimulada por Rusia, China, Irán, Turquía, Corea del Norte y otros países que, a raíz de la definición diplomática aplicada por Donald Trump, la cual en buena medida implica un retorno a la “Guerra Fría”, y resucita la vieja respuesta antiimperialista. Más aún cuando lo ocurrido en los últimos meses en las relaciones con Estados Unidos ha colocado a Venezuela, con razón o sin ella, como el principal objetivo de la política de Washington sin descartar, incluso, la vía de la intervención militar.

UN ASUNTO VENEZOLANO La trascendencia otorgada por sectores nacionales a lo que no es más que una designación burocrática, pone en claro también una de las deficiencias de la estrategia opositora, que si bien es cierto, dispone de un apabullante apoyo nacional en función de un cambio democrático, ha privilegiado más allá de lo conveniente la ayuda internacional, la cual si bien es necesaria y recomendable no es el factor capaz de abordar soluciones nacionales y en función de los más amplios sectores del país. Incluso en los casos donde la injerencia militar externa ha decidido cambios de gobierno, como en Irak, Libia, Sudán, entre otros, los resultados se han traducido en guerras sangrientas e interminables o cuando no, en la división y desintegración territorial de las naciones a costa del hambre y los padecimientos de sus habitantes. 

De esta manera el aporte de la comunidad internacional debería concebirse, una vez activado un desenlace, por los factores con derecho propio y como un mecanismo útil en la reconstrucción y el restablecimiento de las instituciones y la reconciliación. De esta manera no tendrían por qué causar extrañeza “malas noticias” como la provocada la mañana del jueves 17 de octubre en sesión especial de las Naciones Unidas. 

EVO SE LA JUEGA En las elecciones presidenciales de hoy en Bolivia la última encuesta de un pool de empresas especializadas pronostica un 38,08 por ciento a favor de Evo Morales y 25,4 por ciento para Carlos Mesa, quien por cierto ha registrado una firme recuperación en los últimos días, recibiendo el apoyo de los factores políticos tradicionalmente opositores al aspirante a una nueva reelección. Si bien las urnas deberán reflejar hoy una intención favorable a Morales, sino logra la ventaja mínima que establece la legislación electoral, deberá ir a una segunda ronda, donde sus posibilidades se complican y podrían amenazar la continuidad de su proyecto político que ya alcanza trece años. También sectores radicales de la oposición sostienen que aún siendo electo en la consulta de hoy, debería activarse una protesta nacional sobre la base de una elección ilegítima, toda vez que en un referéndum de 2016 negó la vía de la reelección que fue posteriormente revocada por decisión judicial. De esta manera, Morales parece obligado a ganar en este caso con la mayoría requerida para evitar el llamado balotaje. 
@manuelfsierra 
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