El bloqueo norteamericano desató unas pasiones entre los políticos y analistas, que nos impiden ver claramente qué está pasando ahora. No cabe duda que el momento en que se emitió el decreto tenía como objetivo ponerle más presión al gobierno, para que finalmente acepte ir a unas elecciones sin ventajismos lo más pronto posible. Tampoco debemos dudar de que por más que se desee, el bloqueo no sólo perjudicará al gobierno sino también a la población en general. Aquel que crea que sólo los funcionarios gubernamentales sufren las restricciones, tiene que preguntarse por ejemplo quién ha sentido más la prohibición de vuelos entre Venezuela y los Estados Unidos: ¿chavistas u opositores? Por supuesto que se pueden esgrimir sólidos argumentos para justificar más presión internacional, porque es casi el único elemento interesante de negociación que la oposición puede ofrecer al gobierno para que ceda en sus pretensiones de continuar eternamente en el poder. Ya vimos el efecto que hizo el anuncio en el oficialismo. Mientras tanto la crisis económica, social y política venezolana sigue asombrando al mundo entero.

En una final inédita los hermanos Rubén y Jesús Limardo se disputaron la medalla de oro de esgrima en los Juegos Panamericanos de Lima 2019, quedando el cetro en el hermano mayor y la plata en el menor. La experiencia se impuso esta vez, pero estamos seguros de que Jesús continuará los éxitos de su carnal héroe.

El conocimiento sirve tan sólo para el que quiere conocer. Stefan Zweig.

La cantante norteamericana Katy Perry recibió un reconocimiento en el VI congreso anual de Capitol Music, llevado a cabo en Los Angeles el miércoles 7 de agosto, por haber llegado a 100 millones de copias de sus sencillos digitales. Perry aprovechó para lanzar su nueva canción:”Small talk”

El tema de las protestas y huelgas en Hong Kong no cesa, porque lo que está en juego es la autonomía de la ciudad. Los asesinatos públicos en los Estados Unidos conmueven al mundo. Parece que vendrán elecciones anticipadas en Italia, y en Argentina el miedo al “kirchnerismo” ayuda a la campaña de Macri.

Durante unos días que pasamos en la capital colombiana, volvimos a sentir esa proverbial amabilidad y educación que caracterizan a nuestros hermanos cachacos. Visitamos el Museo del Oro con sus asombrosas colecciones precolombinas, y al salir caminamos por las calles peatonales del centro de Bogotá. Animadas y alegres, nos condujeron a la Catedral Primada y a la Plaza Bolívar. Impresionante la explanada rodeada de edificios monumentales como el Palacio de Nariño, sede de la presidencia colombiana. Después de dar gracias a Dios en la catedral, caminamos unos metros entre la multitud para visitar el Museo Botero. Vale la pena volver mil veces a este templo del arte, que honra al genio con sus mejores obras. Toda la zona del centro de Bogotá y el barrio La Candelaria merecen el viaje. Luego fuimos a la “Zona Rosa” para caminar por su calles que están forrando de adoquines. Cenamos en el que según mi querido amigo José Luis Caleya, gran conocedor de Bogotá, es el mejor restaurante de la cuidad: La Brasserie. Cocina francesa tradicional extraordinaria, en un ambiente delicado. El Entrecote Paris estaba fuera de serie. El domingo visitamos el mercado de las pulgas de Usaquén, que nos resultó tan delicioso como todo el pueblito. Esa noche cenamos sabroso en un ambiente muy festivo en el tercer piso del restaurante Andrés DC, enfrente al Centro Comercial Andino. Al día siguiente subimos en teleférico a la basílica de Monserrate, para obtener la mejor vista sobre la cuidad. Bajamos por la Quinta de Bolívar y visitamos esa preciosa mansión colonial donde seguramente el Libertador pasó momentos muy felices con Manuelita Sáenz. Esa noche la cena fue en el precioso restaurante Osaka, otra acertada recomendación de Caleya, donde probamos el mejor lomo a la parrilla con salsa balsámica teriyaki, aceite de trufas y puré al miso que uno puede desear. Los “nigiris” son extraordinarios. Habíamos estado en Osaka de Lima, pero este nos pareció mejor. Al día siguiente fuimos a la Catedral de la Sal en Zipaquirá, a una hora de Bogotá. Casualmente ese día estaba llegando a su pueblo el primer ganador latinoamericano del Tour de France, Egan Bernal, quien fue recibido por sus paisanos como un héroe. Las calles de Zipaquirá se vistieron de gala y se llenaron de alegría. Esa noche cenamos en la bella casona del restaurante Club Colombia, en la Zona Rosa, y disfrutamos los mejores platos típicos colombianos. Probamos un arroz con coco y camarones sensacional. El postre de queso fundido con arequipe y guayaba estuvo de muerte lenta. Avior nos llevó a Colombia impecablemente gracias al amigo Isaias Sarmiento, vicepresidente comercial de la aerolínea. Servicio lleno de sonrisas y puntualidad envidiable. Bogotá está mejor que nunca y vale la pena volver para disfrutarla.