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Análisis: Barbados poco a poco

Parece haber consenso en la vía electoral como mecanismo para la reconciliación

  • MANUEL FELIPE SIERRA

21/07/2019 05:30 am

Durante tres días –tal como se había anunciado- representantes del oficialismo y de la oposición conversaron en la isla de Barbados para definir las líneas de un nuevo intento de negociaciones en busca de una salida consensuada a la crisis nacional. Finalizado el encuentro uno de los enviados opositores y vicepresidente de la Asamblea Nacional, Stalin González, escribió a través de redes sociales: “Los venezolanos necesitamos respuestas y resultados; nuestra delegación hará consultas para avanzar y poner fin al sufrimiento de los venezolanos”. Por su parte el representante de la comisión oficialista y ministro para la Comunicación y la Información, Jorge Rodríguez, calificó la reunión como “exitosa” y aseguró que se trata de un “espacio para dirimir las controversias por vías constitucionales y pacíficas”. Nicolás Maduro también consideró positiva la iniciativa de instituir una mesa de negociaciones y recordó que desde hace varios meses había tratado el asunto con el gobierno de Noruega para una gestión mediadora, tal como ocurrió en los diálogos de paz entre las FARC y el gobierno de Colombia durante cuatro años en La Habana. Sin duda la aprobación de una mesa de diálogo tal como ocurrió el año 2002 con la Mesa de Negociaciones y Acuerdos con intervención del entonces secretario general de la OEA, César Gaviria y el Centro Carter después de los sucesos del 11 de abril de aquel año, puede considerarse como un antecedente útil para el comienzo de negociaciones necesariamente complejas y difíciles pero que (a diferencia de lo ocurrido con iniciativas anteriores) ahora contará con un escenario permanente y con reglas mínimas de juego.

Se sabe que ya existía de acuerdo al llamado “método de Oslo” consenso en relación a seis puntos para avanzar en la búsqueda de un compromiso; el primero de los cuales se refiere a la escogencia de la vía electoral como el primer paso para lograr el objetivo de la reconciliación. En este sentido, el oficialismo estaría dispuesto a incorporar su cuota parlamentaria a la actual Asamblea Nacional y de esta manera facilitar luego el desmontaje de la Asamblea Nacional Constituyente, ya que ambas instancias legislan de manera separada y en atención a sus propios intereses, lo cual constituye el punto de fricción crucial del “conflicto de poderes” que marca la confrontación política, ya agravada a raíz de los resultados de las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015 a favor de los diputados opositores y las reacciones encontradas en relación a decisiones posteriores. De igual modo se discute la posibilidad de elecciones presidenciales adelantadas en un plazo de dos años que en todo caso estarían determinadas por el curso de los compromisos que ahora se contraigan. La aprobación del tema electoral daría por entendido la renovación del Consejo Nacional Electoral (CNE), la garantía de voto para los venezolanos en el extranjero y la ampliación de la vigilancia internacional. 

Se trata de un “acuerdo parcial” que facilitaría la búsqueda de nuevos consensos mediante el mismo mecanismo, a diferencia de las conversaciones anteriores que de entrada procuraban un consenso general que por supuesto resulta más difícil que las coincidencias sobre materias específicas que se espera conduzcan siempre y a la larga a la aprobación de los términos que conjuguen aspiraciones de los factores negociadores. Por su puesto, un proceso que estará sujeto a la dinámica de la confrontación diaria que como se sabe es alimentada por la crisis económica y social y que tiende a agravarse diariamente lo cual podría introducir, aunque no se quiera, nuevos elementos de complicaciones al escenario ya catastrófico que afecta a los venezolanos. 

Acuerdo con sangre 
El presidente de Sudán, Omar al Bashir, con 29 años en el poder fue derrocado el pasado 5 de julio por la élite militar como resultado de intensas protestas populares registradas desde meses anteriores. Los factores opositores solicitaban el comienzo de una transición y por supuesto el enjuiciamiento, tal como está ocurriendo, del polémico dictador cuyo gobierno había dado paso a la guerra civil e incluso a la división territorial de la nación. Los militares golpistas se negaron a incorporar a los factores civiles que ante la negativa apelaron nuevamente a las acciones de calle que fueron reprimidas con saldo de muertos y heridos. El 5 de julio el mediador de la Unión Africana (UA), Mohamed El Hacen Lebatt, anunció que gracias a Etiopía y a la UA ambos bandos lograron alcanzar un acuerdo en los siguientes términos: la actual Junta Militar conducirá la transición durante veintiún meses y luego un Consejo Supremo con la incorporación de civiles dispondrá de dieciocho meses más para encaminar el país a una salida concertada y de acuerdo a las exigencias constitucionales. Resulta claro de esta manera que las transiciones y los acuerdos no son obra del dogmatismo ni de las pasiones políticas sino de evaluación de realidades de por sí complejas y cambiantes. 

¿Dónde está Santrich?
Zeuxis Pausias Hernández Solart, mejor conocido como “Jesús Santrich” exjefe guerrillero de las FARC beneficiado por los tratados de paz con el gobierno de Juan Manuel Santos fue nuevamente solicitado por la Justicia de Estados Unidos por operaciones de narcotráfico. Detenido y a punto de ser deportado fue favorecido por una decisión de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) que reivindicó su condición de parlamentario electo en la última consulta electoral y autorizó su incorporación al Congreso Nacional en medio de una airada protesta de los partidos políticos y la opinión democrática. Posteriormente la CSJ le dictó nuevamente auto de detención y a pocas horas de acudir a la audiencia fijada para el miércoles 10 de julio el guerrillero no se hizo presente. Para los medios de comunicación la ausencia de “Santrich” haría pensar que el guerrillero habría viajado a Venezuela con la intención de incorporarse a grupos disidentes de las FARC que junto con los miembros del ELN habrían escogido al país como “zona de alivio”. El presidente Iván Duque ordenó activar todos los mecanismos para su captura y los cuerpos policiales ofrecen una recompensa por ahora de 800 mil dólares, sin descartar que el personaje ciertamente haya encontrado refugio en el país vecino. Un hecho que sin duda añade nuevos elementos a las graves y crecientes tensiones políticas y diplomáticas entre ambas naciones. 
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