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El retorno de Guaidó se traduce en el momento de la verdad

El historiador Pedro Benítez analiza aspectos relacionados con el “desafío” que se plantea el presidente del parlamento Juan Guaidó en funciones de “presidente encargado”

  • SOFÍA TORRES

03/03/2019 05:30 am

“La visita de Juan Guaidó a varios países de la región, ratifica el apoyo internacional con el que cuenta desde el pasado 23 de enero y que tiene que seguir cultivando porque es fundamental en la estrategia que se ha trazado. Pero al mismo tiempo hay un enorme movimiento ciudadano, que lo percibe como la figura que unificó a la oposición en una vocería y ruta clara, por tanto, su presencia aquí es sumamente importante”. Así lo plantea el historiador y político, Pedro Benítez, mientras afirma que el expectante regreso implica riesgos, presentes desde que el mandatario encargado asumió la presidencia del Parlamento el 5 de enero. 

Ese retorno, sostiene el también profesor de la UCV, será determinante en el escenario político, y la pregunta es “si habrá detención o no la habrá, por los altos costos que eso conlleva”. 

Opina que Guaidó tiene más capacidad de ejecutar acciones trascendentes en favor de los venezolanos que Maduro, “quien desde hace unos meses ni manda ni gobierna sino que se dedica a sobrevivir”. 

Poder simbólico o poder real 
Benítez en el marco de su análisis rememora que el pasado 23 de enero el presidente de la AN asumió las competencias del Poder Ejecutivo en Venezuela, en unas condiciones muy particulares, “porque hay una persona que usurpa ese poder, pero en efectos prácticos lo ejerce”. 

En ese sentido, explica que la decisión de Guaidó tuvo un carácter más simbólico que real, sin embargo, ese carácter simbólico comenzó a revestirse de un poder concreto a medida que las democracias del mundo le dieron su reconocimiento, “especialmente nuestros vecinos más importantes, Brasil y Colombia, y, por supuesto, Estado Unidos que es nuestro principal mercado con las exportaciones petroleras, desde hace un siglo”. 

Por otro lado, prosigue el historiador, el apoyo unánime del Legislativo, de las fuerzas políticas opositoras y el respaldo ciudadano que se percibe en las calles, junto al que proviene de los movimientos sindicales, gremios, algunas academias y representantes de universidades nacionales, le ha atribuido legitimidad a un movimiento que hoy alcanza un nivel de poder real. 

“Buena parte de ese poder que tiene Guaidó viene de su reconocimiento internacional, fundamentalmente del gobierno estadounidense que decide privar a Maduro de 8 de cada 10 dólares que recibe por la venta del crudo”. 

Si el presidente interino se reafirma como tal, dice el profesor, y no reconoce la utilidad del gobernante revolucionario, tarde o temprano se iba a ver obligado a desafiarlo, “y esa hora ya llegó”. 

“Las instituciones controladas por el régimen le dictaron una orden de prohibición de salida del país y él (Guaidó) igualmente sale a Colombia, después a Brasil, Paraguay, Argentina, Ecuador y Perú, y anuncia que regresará, definitivamente estamos ante el momento de la verdad, de ver si en realidad el cambur verde mancha”. 

Betancourt y el exilio: remembranza
A propósito de la permanencia de Guaidó en el exterior, no han sido pocas las evocaciones del exilio de expresidentes venezolanos antes de hacerse de la jefatura nacional. 

En virtud de ello, Benítez relata, pese las circunstancias disímiles de los casos, la actuación de Rómulo Betancourt en el exterior, desde donde gestó una organización para denunciar a la dictadura militar.

“Era un político importante y un expresidente, que en su tercer exilio, se dedicó a recabar apoyo internacional con más dificultades de las que existen hoy en día, dada la política norteamericana de aquella época, cuya disposición era el respaldo a dictaduras de derecha con el argumento anticomunista”. 

Benítez señala que había una dirección de AD en el exilio, no obstante, las decisiones políticas, las tomaba el CEN clandestino en el país, “y eso está documentado”. Agrega que en una primera etapa la dirigencia a lo interno de Venezuela estaba encabezada por Leonardo Ruiz Pineda y Alberto Carnevali, y ya en la última etapa, por Simón Sáez Mérida. 

“Había una regla, las decisiones que se tomaban aquí, debían ser respaldadas por el CEN en el exterior. Los riesgos eran para quienes estaban en la clandestinidad y los que estaban en el exilio ofrecían asistencia material y económica. Incluso a través de Alfredo Sadel, eso se supo un tiempo después, se enviaron cartas y recursos financieros”. 

Benítez cuenta que cuando se establece la junta patriótica, AD, la principal fuerza de resistencia durante la década militar, hace alianza con los comunistas, aun en contra de la opinión de Betancourt. “Esa alianza, que contó también con la participación de elementos de URD y Copei, fue la que articuló la caída de la dictadura el 23 de enero de 1958 y lo que permitió el inicio de la transición hacia la democracia en Venezuela”.    
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