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Análisis: ¿Y después del 23-F?

El interés mediático generado por lo que podría ocurrir el próximo sábado en Cúcuta es comprensible; sin embargo no pareciera ser el día escogido para la anunciada operación militar de EEUU

  • MANUEL FELIPE SIERRA

17/02/2019 05:30 am

El sábado 23 de febrero, luego que el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó anunciara la fecha como la escogida para el ingreso al país de la ayuda humanitaria proporcionada por EEUU y otros países solidarios con la iniciativa, ese día se convierte de alguna manera en un punto de inflexión y para algunos observadores como el posible desenlace de la grave conflictividad política y el choque de poderes que ha conducido a la existencia de dos gobiernos en una curiosa e inédita convivencia. Para la estrategia de Washington ello resulta apropiado por cuanto la necesidad de garantizar alimentos y medicamentos para la población tiene de entrada (más allá de las situaciones específicas de cada país) un significativo efecto, no sólo en los estados sino también en las poblaciones al convertirse en un elemento atractivo para el tratamiento de los medios de comunicación y más todavía de las poderosas redes sociales.

El jueves 14 de febrero en la sede de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Washington, 60 delegaciones internacionales representantes del sector privado y decenas de ONG, así como miembros de la sociedad civil participaron en la Conferencia Mundial de la Crisis Humanitaria en Venezuela que pasó revista a los alcances de la escasez alimentaria y de medicamentos que vive la nación en los últimos meses y, sin duda, agravada ahora como consecuencia de las sanciones y restricciones económicas aplicadas por Washington. El líder opositor David Smolansky, uno de los promotores del evento, destacó la trascendencia del encuentro y dio a conocer la recaudación de 100 millones de dólares para aliviar la crisis; y posteriormente otras naciones ofrecieron también recursos financieros con la misma finalidad.

Al mismo tiempo el reconocido empresario artístico británico, Sir Richard Branson, anunció la celebración de un concierto, con la presencia de un prestigioso grupo de artistas internacionales, el sábado 22, un día antes de la entrada de la ayuda, justamente en la zona aledaña al puente de Las Tienditas, donde se acumulan los envíos de productos que deberían ser distribuidos si logran superar el control militar y policial fronterizo. Lógicamente los mencionados anuncios han creado una especie de matriz de opinión, según la cual, dentro de siete días los venezolanos podrían asistir a la definición de un conflicto que cada día cobra mayor interés en los escenarios de la geopolítica mundial. Incluso más de un analista ha establecido en ese día como el punto final del proceso "chavista-madurista", que en estos días alcanza la respetable edad en política de los veinte años.

INTERVENCIÓN O NEGOCIACIÓN
El interés mediático generado por lo que podría ocurrir el sábado 23 de febrero en Cúcuta es comprensible; sin embargo (salvo situaciones imprevistas y no descartables) dada la tensión social y política de la zona, no pareciera ser el día escogido para la anunciada operación militar de EEUU conjuntamente con las fuerzas militares colombianas, tal como ha sugerido el Asesor de Seguridad de la Casa Blanca, John Bolton, por cuanto, como se sabe, acciones de esta naturaleza no suelen ser previamente anunciadas y menos con la precisión del día y las horas; y tampoco parece que tenga mayor sentido si este fuera el verdadero propósito, que 24 horas antes se monte un espectáculo artístico que ya envidiarían escenarios privilegiados de la farándula extranjera. Lo que sí no cabe duda es que la simple convocatoria del 22 y 23 revela la intención del presidente interino Guaidó, de la línea política de Donald Trump y del grupo de países latinoamericanos que le acompañan, de acentuar las sanciones y restricciones, ya no solo confinadas al interés estratégico de la Casa Blanca sino que seguramente se traducirán en presiones cada vez mayores de los más importantes países latinoamericanos, Canadá, además de la Unión Europea.

En sus últimas declaraciones, Maduro admitió contactos de su canciller Jorge Arreaza con Eliott Abrams enviado especial del gobierno norteamericano y también la acogida en principio de la propuesta de diálogo sugerida por el Grupo de Contacto de Montevideo y en especial por los gobernantes de Uruguay y México, ambos datos serían un síntoma de que en Miraflores se cobra conciencia de un grave cuadro de aislamiento internacional y más grave aún en el plano nacional por la intensa campaña de Guaidó de contacto con los principales sectores sociales lo cual obligaría -ante la perspectiva de una salida abrupta- a recurrir a los métodos de la negociación y los acuerdos. Un razonamiento que es perfectamente válido porque no se trata en estos momentos de la presión popular por un cambio de gobierno como suele ocurrir con frecuencia, sino de la protesta y el malestar generalizado de una población que por diversas razones sobrevive a un cuadro prácticamente de asfixia cotidiana.

CONSTRUCTORES DE LA DEMOCRACIA
Gehard Cartay Ramírez, dirigente político, ex parlamentario y ex gobernador del estado Barinas, ha puesto en circulación con la actualización correspondiente su libro "Caldera y Betancourt: Constructores de la Democracia", un texto que resume, además de una rigurosa investigación, un planteamiento que según el prologuista Fernando Egaña lo hace "un libro políticamente incorrecto" por cuanto de entrada se trata de dos figuras fundamentales de la política, pero que estuvieron enfrentadas históricamente desde la muerte de Gómez y que protagonizaron un duro enfrentamiento en los años posteriores al 18 de octubre de 1945. Cartay pasa revista a las diferencias que llevaron a los dos líderes a la fundación de Acción Democrática en la línea de la socialdemocracia latinoamericana y de Copei que devino de la concepción falangista de los años 30, al planteamiento de la democracia cristiana, impulsada en la posguerra mundial con fuerza en Alemania e Italia. Sin embargo, el autor se refiere principalmente al compromiso de Caldera y Betancourt, a raíz del Pacto de Punto Fijo en 1958, de mantener la línea fundamental del acuerdo en el sentido de trabajar en la dura e incierta tarea de estabilizar la democracia. Una obra que resulta oportuna y pertinente para entender los últimos tiempos de la vida venezolana.

manuelfsierra@yahoo.com 
@Manuelfsierra 
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