Manuel Felipe Sierra
Especial para El Universal
De acuerdo a la versión del funcionario: "nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana fue cobardemente atacada por grupos paramilitares colombianos, en represalia a la captura de nueve efectivos a quienes se les incautaron armas de guerra y posteriormente fueron puestos a la orden del Ministerio Público".
Un episodio que se repite desde hace años con cierta frecuencia, pero que ahora cobra mayor visibilidad mediática dada las crecientes tensiones que se registran en la frontera.
De ninguna manera "la violencia estructural colombiana", la cual pareció ceder en sus desatrosas consecuencias con la firma del Acuerdo de Paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en septiembre de 2016, habría de culminar por un acto de magia, en todas sus consecuencias, más allá de las intenciones de sus protagonistas.
Un sector del grupo armado apostó a la disidencia y el ELN (Ejército de Liberación Nacional), que no suscribió el acuerdo y que en buena medida se considera especializado en el negocio delictivo de los secuestros, conocerían ahora espacio para incrementar sus acciones; al igual que los grupos terroristas del paramilitarismo en sus diversas expresiones (que años antes proclamaron su pacificación ) que actuaría con la mayor impunidad al punto que se les atribuye el asesinato de 123 "líderes sociales" solo en lo que va de 2018.
LA NUEVA FRONTERA
En los últimos meses la conflictividad fronteriza crónica colombiana se ha agravado sensiblemente, ahora en el caso de las zonas limítrofes con Brasil, con el fenómeno de la migración masiva, todo esto en una situación de mayor precariedad económica de los migrantes y en espacios tradicionalmente escenarios de una indiscriminada explotación minera, estimulada ciertamente por el proyecto del Arco Minero y las políticas extractivas de recursos naturales en gran alcance aplicadas por el Gobierno, como una de las formas de eludir y enfrentar las sanciones y las medidas restrictivas aplicadas en materia energética por el gobierno de Estados Unidos, pero que en la práctica inciden en las operaciones comerciales.
De esta manera, lo ocurrido la semana pasada con el asesinato de efectivos militares, en la región -que por cierto voceros de la oposición sostienen que a diferencia de lo señalado por Padrino López fuerón ejecutados más bien por activistas del ELN y disidentes de las FARC- y que ejercerían el control de espacios determinantes en las aéreas, aporta un nuevo dato.
Dado el nivel de la crisis nacional, caracterizada por un incontrolable nivel de violencia en el presente las zonas fronterizas con Colombia y Brasil, verán incrementado seguramente los conflictos, todo ello por un nuevo componente que supone el impacto de la migración nacional en las zonas cercanas a Trinidad y Tobago y las Antillas Neerlandesas en el Caribe más allá del contrabando de extracción tradicional, ahora también por el intercambio creciente de ilícitos especialmente de droga.
De esta manera, analizar el tema venezolano, sin tomar el pulso acertado al cuadro de conflictividad en las zonas que rodean al país, no solo sería un error, sino desconocer una de las causas esenciales que explican un cuadro ya conocido de descomposición nacional.
INVASIÓN DE TRUMP
Las elecciones de medio mandato de Estados Unidos del 6 de noviembre estuvieron este año rodeadas de una mayor expectativa dado que se trataba de alguna manera de juzgar la polémica y compleja gestión de Donald Trump, quien como se sabe, es un mandatario por encima de la valoración convencional del los huéspedes de la Casa Blanca.
Si bien los representantes demócratas recuperaron el control de la Cámara de Representantes (lo cual sin duda es un éxito de los críticos de sus políticas), Trump mantuvo la mayoría del Senado incluso con una representación favorable a políticas más conservadoras en materia social.
En términos globales sumó el 46% del apoyo popular, lo cual es un número alentador en estos casos, lo que fortalece entonces los términos de la gobernabilidad entre dos grandes políticos.
¿Qué pasará con Venezuela? Hasta días antes, sectores opositores cuya estrategia parece confiada esotéricamente a "fuerzas extrañas y celestiales", apostaban a la generosa ayuda de "marines con guantes blancos". Si bien ya antes, tanto voceros del Departamento del Estado como el propio jefe del Comando Sur, Kurt Tidd, habían descartado la alternativa de la acción militar, el nuevo cuadro político y la nueva realidad que deberá administrar el gobernante le impondrán decisiones de mayor equilibrio y gobernadas por la sensatez.
Trump seguirá insistiendo en sanciones económicas.
ACTORES VIRTUALES
Lo ocurrido en el debate en la Asamblea Nacional (AN) esta semana con la propuesta de declaración de persona no grata, de un sector de la oposición, contra el ex jefe del gobierno español y partidario del dialogo nacional José Luis Rodríguez Zapatero, como mecanismo para abordar la crisis nacional, es un síntoma (verdaderamente alarmante y trágico), del nivel alcanzado por la actual discusión política.
Algo parecido señaló el canciller de España Josep Borrell en relación al tema.
¿Un país que vive quizás su más grave crisis histórica la cual afecta directamente a cada uno de los venezolanos puede sentirse interpretado en este caso por una iniciativa estéril, caprichosa y sin la menor vinculación con la realidad y sus efectos prácticos en función de los intereses colectivos? Faltaría ahora que la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), en respuesta, aplicase la misma medicina al secretario general de la OEA, Luis Almagro y al afanoso senador de Florida Marco Rubio.
Pareciera entonces que estamos en un partido entre los briosos "Criollitos" del 23 de enero y los "Yankees de Nueva York " y en el propio Yankee Stadium.
@mfsierra
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