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Impactan falsas expectativas sobre crisis política nacional

La catedrática Mercedes Malavé analiza las noticias falsas sobre la realidad

  • Diario El Universal

14/10/2018 05:30 am

Sofía Torres 

La doctora en Comunicación Social institucional por la Pontificia Universidad de la Santa Cruz (Roma) , Mercedes Malavé, confiesa que le impacta la generación de falsas informaciones y las falsas expectativas que se desprenden de esos contenidos, sobre la crisis política del país. 

A propósito del análisis que establece, en entrevista para El Universal, sobre el fenómeno de las fake news, dice que le impresiona escuchar a «connotados líderes políticos mentir descaradamente sobre un posible e inminente desenlance» de la situación que hoy ahoga a Venezuela, sin pruebas, ni garantía, ni seguridad de que eso vaya a ocurrir. 

En ese sentido, cuestionó: «¿cuántas personas esperaban una invasión norteamericana si no votaban el 20 mayo? La campaña abstencionista sembró una falsa expectativa que hizo que millones de ciudadanos se quedaran en sus casas mirando por la ventana para ver llegar a las tropas extranjeras». 

Nuevo ordenamiento ético 

Malavé define la dinámica de las noticias falsas, hoy potenciadas por el auge de las redes sociales, como un desafío propio de los nuevos avances tecnológicos. Considera que las redes sociales son un medio, y como tales pueden ser empleadas para diversos fines, positivos y negativos. 

Todo progreso tecnológico, sostiene, implica siempre un nuevo ordenamiento ético, y lo importante yace en reconocer sus «indiscutibles» bondades, y aprovecharlas para mejorar la formación en el sentido crítico y en el discernimiento de la verdad. 

Para la especialista en comunicación, las fakes news se proponen confundir, engañar y dividir. «La verdad es poderosa, y por eso para algunos es peligrosa. No conozco mucho acerca de los mecanismos de difusión y elaboración de bulos, pero me imagino que contratan gente para eso», advierte.

Los vicios de siempre 

Malavé afirma que los mensajes engañosos tienden a viralizarse más rápido y con mayor éxito que los veraces porque apelan al morbo, el escándalo y el sensacionalismo. «Estamos frente a los mismos vicios de siempre: presentar lo secundario como principal, llamar la atención sobre lo menos relevante», precisa. 

Al respecto, recuerda una anécdota acerca de un acto masivo de Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro, donde había miles de jóvenes. Narra que en una esquina, un grupo de no más de 10 personas estaban protestando contra el Papa e incendiaron un caucho, al día siguiente esa era la noticia principal en varios medios, «pese a que la noticia era la gran masa de asistentes que el Papa de entonces lograba convocar». 

El octavo mandamiento 

Al ser consultada sobre la influencia que pueden ejercer las fake news en una sociedad en cuanto a la toma de decisiones o nuevos comportamientos, Malavé descarta una posible incidencia en el ciudadano mas no en el ambiente, «en ese ethos; que llamamos opinión pública». 

Indica que «de tanto insistir, insistir e insistir, termina siendo verdad para algunos aquello de que mil mentiras sí son una verdad, cuando en realidad eso no es así». Entonces, acota, el resultado es que las personas se paralizan, se inhiben, andan confundidas y no saben a quién creer. 

La analista argumenta que los contenidos engañosos son como un bumerán porque van mermando la credibilidad en los medios en general, al tiempo que apunta que son tan viejos como el octavo mandamiento: No mentir. «Ahora la novedad está en la plataforma tecnológica y en la rapidez con que hoy se difunden», añade. 

Diagnóstico generalizado 

La censura siempre favorece la proliferación de rumores: eso es harto comprobado, sentencia la periodista y dice que el acceso libre y transparente a la información es condición indispensable para que disminuyan las falsas noticias y los sensacionalismos. 

Opina que en Venezuela se vive una de las épocas más intensas de difusión de falsa información, «a veces construida y financiada por quienes tienen la obligación de informar la verdad».

«Varios psicólogos y psiquiatras coinciden en el diagnóstico de que los venezolanos estamos atravesando una situación de estrés generalizado, de anomia, de apatía y de frustración", remarca la comunicadora social. 

Para ella la verdad y la información, son alimentos de la inteligencia y "cuando no los tenemos nos ponemos como raquíticos, débiles, incapaces de tomar decisiones, y todo eso lo origina, en parte, la desinformación y la reproducción de falsas alarmas». 

Reconoce que en lo personal no cree en la posverdad, pero sí en la progresiva búsqueda de la verdad, y enfatiza en que una noticia falsa no es una posverdad, " es, sencillamente, una mentira". 

Expone que cuando el intelecto se nutre de manipulaciones y sentimentalismos, merma la inteligencia, carece de toda capacidad para diferenciar lo bueno de lo malo. 

El desafío, educar 

Al abordar el tema de la responsabilidad que recae en la persona que genera y en la que replica bulos, Malavé estima que hay distintos niveles de responsabilidad, pero sin duda hay cierta cooperación cuando se sabe que lo que se está difundiendo es falso. «Ahora bien, pienso que el 90% de los ciudadanos que difunden información falsa ignoran que están mintiendo», destaca. 

Reitera que el desafío está en educar «en el pensamiento crítico, en la lógica racional, en la meticulosidad a la hora de comprobar la información». Explica que la superficialidad, la falta de objetividad en la enseñanza y la ligereza al enfocar conceptos esenciales como precisamente la objetividad, la verdad, entre otros, contribuye al debilitamiento de la conciencia a la hora de juzgar una información. «Si la verdad no existe, entonces cualquier cosa puede ser verdad», deduce. 
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