Medio Oriente: La demolición como estrategia
Desde la óptica de Felice, podría interpretarse que el bombardeo en Irán corresponde a una operación de reordenamiento con objetivos concretos
En un artículo titulado “El plan secreto de Trump: La clara estrategia para destruir el orden global y restablecer el poder estadounidense”, publicado por Report Italia USA, el analista italiano Gabriele Felice sostiene que lo que se percibe como una política errática, contradictoria o caprichosa de Trump es en realidad un proyecto coherente de “demolición controlada” del actual orden internacional.
No se trataría de un simple populismo, sino de un enfoque que encierra, según Felice, una lógica sistemática, la de desmantelar el entramado institucional, comercial y cultural construido desde 1945 y construir, desde sus ruinas, un nuevo edificio a la medida del poder de Estados Unidos. Este proyecto, según Felice, no es un simple accidente, sino un rediseño sistemático del mundo con base en la realpolitik.
Felice describe el "plan secreto" de Trump en tres niveles que se entrelazan: destrucción del orden global, purga interna y una reestructuración económica basada en los aranceles como arma. La demolición del orden actual no sería un error sino un paso necesario para romper un sistema que, según Trump, beneficia a todo el mundo menos a Estados Unidos.
DESESTABILIZACIÓN
Internamente, esta estrategia se traduce en una ofensiva cultural y política para construir una identidad nacional homogénea, anclada en valores tradicionales y patriotismo. Las declaraciones incendiarias cumplen la función de polarizar y forzar alineamientos e imponer un nuevo marco distinto a la “ideología woke”.
En el plano económico, Trump transforma los aranceles en una herramienta para atacar la globalización, empuja la relocalización industrial e intenta debilitar a China. La incertidumbre que se genera actúa como un arma de sabotaje contra las cadenas de suministro globales y la arquitectura multilateral que las sostiene. No sería un proteccionismo clásico, sino un dispositivo de desestabilización calculada.
EL NUEVO ORDEN
En la visión geopolítica que Felice atribuye a Trump, el nuevo orden geopolítico se basa en esferas de influencia, una suerte de “Concierto de grandes potencias”. En este esquema, Felice habla del "Monroe 2.0", en el que Estados Unidos sería la primera potencia dominante, pero renunciaría al papel de policía global para centrarse en su hemisferio natural, “desde Groenlandia hasta Panamá”, con soberanía estratégica sobre su entorno inmediato. Rusia es reconocida como actor dominante en su “exterior cercano”, mientras que China, aunque tolerada como potencia regional, es contenida para impedirle disputar el liderazgo global. Finalmente, en el nuevo orden Occidente se disolvería como alianza política y de valores y Europa quedaría debilitada.
BOMBARDEO
En la lógica del artículo de Gabriele Felice, la intervención militar de Trump con bombardeos en Irán encajaría en esa visión radical de reordenamiento global. No se trataría de una concesión al belicismo tradicional, sino una acción de "demolición geopolítica” deliberada para luego reorganizar el orden en el Medio Oriente conforme a una lógica de poder
ABRAHAM
Desde la óptica de Felice, podría interpretarse que el bombardeo en Irán corresponde a una operación de reordenamiento con objetivos concretos. Por un lado, se buscaría someter a un foco de poder regional autónomo (Irán) que desafía la hegemonía de Estados Unidos en su “macroárea” hemisférica extendida (que, en esta visión, incluye el acceso geopolítico al Golfo). Por otro, se intentaría consolidar un nuevo eje de poder basado en el pragmatismo (Israel, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos) respaldado por EEUU como garante externo, no como gestor ni interventor permanente. Esta estrategia se inscribe en la lógica de los Acuerdos de Abraham y en un Medio Oriente gestionado por potencias locales.
IRÁN
Someter a Irán como potencia regional autónoma y adversaria sería funcional para imponer una estabilidad bajo hegemonías locales aliadas, con EEUU como garante externo, no como administrador directo. Desde esa óptica, el ataque a Irán apunta a evitar que potencias externas (como China o Rusia) ganen terreno en una región crítica para el mercado energético mundial.
El bombardeo sería una reafirmación del derecho del más fuerte, y una advertencia de que el nuevo orden no se negociará en cumbres diplomáticas, sino en el campo de batalla, tecnológico o militar.
La bomba, el arancel y el tuit son, en esta perspectiva, expresiones distintas de una misma estrategia: destruir el andamiaje multilateral, reinstaurar la soberanía de los Estados fuertes, y reconstruir el mundo a imagen y semejanza del poder estadounidense.
TAMBIÉN JUEGAN
El análisis de Felice brinda una interpretación para entender el radicalismo de Trump, pero deja algunos puntos sin explorar. Por ejemplo, cabe preguntarse si al dinamitar las estructuras que le garantizaban supremacía, EEUU no va a quedar más bien debilitado. La desarticulación del sistema internacional puede empoderar a China o desatar conflictos regionales incontrolables.
Además, habría que tomar en cuenta que no se pueden desaparecer del mapa los pueblos, por más pequeños que sean sus países. Por otra parte, no se trata solo de que “los rusos también juegan”, sino que también un Sur Global se está abriendo paso y podría construir un orden diferente, tanto del actual como del que Trump en su mente.
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