Que a los que nunca nos apartamos de la convicción democrática que es votando como se puede salir de la dramática crisis que confrontamos se hayan sumado aquellos que se desgañitaban llamando a la abstención nos parece positivo independiente de las motivaciones por las que sin explicación ni excusa alguna hayan saltado de un extremo a otro. Que sea porque no está ahora Trump, como afirmó en una entrevista reciente en El País un reconocido excandidato presidencial o porque los que jalan de los hilos desde afuera amenazaron con cerrarles los envíos que por ATM hacen mes a mes o quizás porque tenían expectativas de “eschingar” unos realitos de lo que planeaban recoger para las campañas -expectativas por cierto que no creo que se den porque los ricos no se están metiendo las manos en los bolsillos-, lo cierto que los que ayer gritaban impolutos que votar era “alacránico” semanas atrás se inscribieron ante el CNE que designamos desde la Asamblea Nacional, visitan casa a casa y multiplican mensajes en las redes -mas lo segundo que lo primero porque hace tiempo que se desconectaron de los de abajo o porque ni idea tienen de la Venezuela de tierra adentro-, confían que por ellos voten y de paso reconocen memorando de entendimiento de por medio y dialogan con el gobierno -eso sí en México para viajando desestresarse de tanta “lucha”- aunque ya va mas de una vez que los dejan vestiditos y perfumaditos como novia de pueblo esperando que llegue su galán soñado.

 
Tengo en mis manos los más recientes estudios de opinión y los resultados coinciden: cada día más venezolanos se manifiestan por votar: entre 52 y 55 % responden a los encuestadores que están “totalmente decididos a votar”, dependiendo del estudio, y entre 7 y 10 % que “probablemente irán a votar”, con lo cual los posibles electores se corresponden con estándares internacionales de participación en elecciones regionales.

Promedian alrededor de un 20 % los que se identifican con el oficialismo, con desviaciones como las de Aragua donde solo el 9,1 % se muestra afecto al gobierno, y entre 22 y 25 % la sumatoria de los sectores opositores con poco más del 50 % que se declara independiente y que casualmente la gran mayoría aun duda por votar.

¿Qué pasará el 21 de noviembre? Aun es temprano para pronosticarlo, pero lo que suceda será frente a observadores internacionales, con un sinfín de auditorías que prueban lo blindado del proceso y a la par, con las mejores oportunidades en años para que las fuerzas del cambio conquisten el mayor número de las posiciones en disputa que así sería posible si funcionase la racionalidad.

¿Cómo pueden darse los resultados deseados? Parafraseando a Henrique Capriles: si usted sabe que no va a ganar, si usted está informado que no tiene ningún chance y va a quedar de tercero, de cuarto o peor todavía, apartase y con gallardía apoye sin resabios a quien pude derrotar al candidato del gobierno que es decir de tanto mal. Si no lo hace queda claro que está jugando contra las posibilidades de un mejor mañana. Así entonces, que vamos a votar….y a ganar!!