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Luis Viana: "Venezuela siempre está donde estoy"

El bailarín, coreógrafo y docente de danza contemporánea caraqueño, radicado en Medellín, sigue activo en el campo académico

  • JUAN ANTONIO GONZÁLEZ

11/07/2021 06:00 am

En una de sus columnas dedicadas a la danza, el periodista; crítico, historiador e investigador de danza; escritor, y gestor cultural venezolano Carlos Paolillo escribió a propósito de los 25 años de la publicación del libro de Luis Viana, La metáfora de la violencia: “Viana indaga en la experiencia humana considerada en su dimensión más intimista. Sus personajes son frágiles y evadidos de una realidad que los supera. Danzan íngrimos o también en la soledad de un colectivo. Bailan la fatalidad de su destino. Son en extremo discretos. Su elocuencia proviene de su circunstancia interna. Portan una violencia honda aunque silenciosa”. (“Del gesto violento”. El Nacional, 4-12-2019).

Ciertamente, quienes entre los años 80 y 90 pudieron apreciar sobre el escenario el trabajo del bailarín, coreógrafo y docente Luis Viana (Caracas, 1961) recordarán no solo la elegancia, la contención y la expresividad de su cuerpo y los cuerpos de quienes interpretaban sus obras, sino también una época en la que la danza contemporánea venezolana se presentaba ante todos infinitamente original, avanzada, comprometida e indetenible.

Hoy, y allí está la realidad para corroborarlo, dicha disciplina artística es una especie de bruma poco reconocible, poco identificable, para aquellos que se sienten atraídos por ella, bien como espectadores, bien como aspirantes a hacerla parte de sus vidas. Es impostergable hacer memoria en tiempos en que sobre ésta pende la constante amenaza de su abolición, y reconocer así a quienes, como Viana, llevaron la danza contemporánea a los más altos niveles de ejecución, conceptualización y difusión. Y junto a Viana, a Adriana y Luz Urdaneta, Carlos Orta, Abelardo Gameche, Julie Barnsley, Rafael González, Miguel Issa, Leyson Ponce, Lídice Abre y Luis Armando Castillo, entre tantos otros.

Arrojo (2009), coreografía de Luis Viana (CORTESÍA)

“Llegué a Colombia para quedarme inicialmente como estudiante de posgrados en 2004. Por años, sin venezolanos cerca, terminé hablando en paisa. Los coterráneos que han llegado a la ciudad, desde que la crisis de migrantes golpeó las fronteras, no creen mi origen caraqueño hasta que les pregunto de dónde vienen y les reseño algo significativo de su región. Así me creen y comparten su saco de desgracias, pero también de esperanza”, dice Luis Viana desde Medellín, ciudad en la que desde hace casi 17 años ejerce de docente de la Universidad de Antioquia. Lleva 15 como coordinador de la Licenciatura en Danza. “Me dedico a dictar cursos de Danza Contemporánea, Composición Coreográfica, Didáctica de la Danza, Montaje… Desde el ámbito académico, sigo muy activo como creador. Últimamente he retomado el trabajo creativo de pequeño formato: solos y dúos, como suele gustarme”.

-He asimilado la cultura paisa sin que ello haya restado venezolanidad a mi forma de hacer las cosas, de escoger las perspectivas con las enfrento el día a día. Seguramente ustedes, si me encontraran, notarían diferencias en mis maneras debido a esta colombianidad que también me habita. Siendo el mismo, soy otro, agrega el varias veces ganador del Premio Nacional del Artista.


Pieza Los dos solos, creada por Viana en 2018 (CORTESÍA)

-¿Qué motivos lo llevaron a residenciarse en Medellín?, ¿qué le ofrece esa ciudad desde el punto de vista dancístico, artístico?
-He bailado en esta ciudad desde 1996, cuando el Teatro Metropolitano de Medellín, una importante sala de la ciudad, y la compañía Danza Concierto, dirigida por el maestro Peter Palacio, me traían como bailarín invitado a la capital paisa. Durante esas presentaciones artísticas, conocí de cerca la ciudad y las posibilidades que ofrecía para estudiar una Especialización en Estética dictada en la Universidad Nacional de Colombia, la principal casa de estudios superiores de este país, que tiene una sede en Medellín. Egresé de ese posgrado y seguí con la Maestría en el mismo campo. Paralelamente, la Universidad de Antioquia me había ofrecido trabajo como docente, pues estaban ad portas de recibir el aval del Ministerio de Educación Nacional para iniciar un pregrado para la formación de formadores en danza. La oportunidad de crecimiento profesional y personal era inmensa: estudiar, enseñar, crear…

-¿Qué pasó con la compañía que fundó en Caracas en 1993: el Ensamble Coreográfico Experimental?
-El propósito de mi compañía de danza se transformó y devino en procesos de investigación-creación en el ámbito académico. Sigo trabajando sobre los mismos objetivos, pero desde una prospectiva distinta. El nombre está en pausa, pero tras él, la pasión por el oficio de coreografiar sigue vigente y, me gusta pensar que así es, enriquecida por la madurez.

-¿Siente que no ha sido profeta en su tierra?
-¡No creo en profetas! El modelo de la práctica artística, de la reflexión y transmisión de la danza siempre fue otro… O mejor dicho, no atiende a un modelo. La injusta responsabilidad que se le asigna a los profetas no permitiría los cambios. Pero si debo responder algo, sería esto: siempre sentí que mi trabajo fue apreciado y reconocido por mis compañeros del medio y por el público en general.

Los dos solos (CORTESÍA)

-Estar inmerso en otra cultura -aunque muy parecida a la venezolana, con sus propios códigos-, ¿ha cambiado su concepción de la danza?, ¿su manera de crear?
-Yo he cambiado, todos lo hemos hecho. No somos los mismos de algún entonces… El proceso de construcción de la subjetividad que somos continúa su evolución a través del tiempo sin tener en cuenta una locación determinada. Coreografío y enseño de manera diferente porque he reconocido los distintos contextos que me propicié en Colombia. Mis decisiones me reconfiguran cada día… la danza ha sido una estrategia estupenda para ello.

-¿Por qué cree usted que la danza contemporánea venezolana dejó de tener la presencia que tuvo en el panorama continental y mundial?
-Porque las políticas de estímulo y apoyo estatal a la internacionalización cambiaron, como la dinámica del país.

-¿Mantiene contacto con colegas venezolanos?, ¿qué preocupaciones o satisfacciones se repiten en esas conversaciones con respeto a la danza contemporánea?
-Me comunico con compañeros de mi generación que pudieron seguir haciendo su trabajo en Venezuela. Muchos otros migraron por razones políticas, necesidad económica, entre otras. Creo que la pasión está aún allí. No creo que permanezca intacta porque el momento es otro y las urgencias llevan la prioridad, pero los bailarines y maestros siempre hacen más de lo que pueden.

-¿Volvería a Venezuela?
-Seguramente para encontrarme con mucha gente que extraño y amo. Venezuela siempre está donde estoy.
@juanchi62



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