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Adiós Nicaragua y para siempre

Este breve e incompleto recorrido sobre lo que pasó en Nicaragua ha llegado a su propio fin. Independientemente que se logre zafarse ahora de esta pesadilla o que ella dure un poco más...

  • CARLOS A. ROMERO

04/07/2021 05:01 am

Conocí lo que fue el Frente Sandinista y la lucha en contra de Somoza de una manera muy particular. Un prestigioso poeta nica que estudiaba en el doctorado en literatura en la misma universidad estadounidense donde yo estuve hacía unas fiestas espectaculares para recaudar fondos para la causa. Aparte de eso, él me invitó a protestar varias veces en frente de una comercializadora de carne vacuna que venía de ese país centroamericano.

Confieso que nunca me convenció la revolución sandinista. Su obstinada pasión para emular el modelo cubano, el autoritarismo que se regó desde el comienzo y sobre todo las dudas sobre la pertinencia de un cambio en donde no había sino ruinas, contribuyeron a formar las reservas que tuve sobre un proceso que trató de combinar la obra poética de Sergio Ramírez Mercado y de Ernesto Cardenal con la dureza de los comandantes que trataron de llevar adelante su escenografía prefabricada.

Visité Nicaragua por razones profesionales por primera y última vez en 1986. El organizador de las parrandas estudiantiles lo reencontré en medio de su despacho de abogados al servicio de los críticos del Sandinismo, totalmente desilusionado de lo que fuera para muchos, una segunda Cuba. Lo que vi me cegó.

Pero no fue así, o quizás deberíamos preguntarnos, que si podía ser así. Grandes latigazos históricos obstaculizaban que una hacienda se transformará en un modelo socialista y democrático. Recuerdo que un expresidente de Venezuela insistía en que lo primordial era mantener viva la oposición, dado que no se podía repetir la experiencia cubana.

Así que el entusiasmo de los “sandalistas” (así se les decía a los “turistas” revolucionarios”) y los sabiondos de la academia latinoamericanista le dieron una medalla de oro a la llegada al poder de todos ellos, el Frente, el Grupo de los 12, empresarios y dirigentes sociales, actores que se fueron dividiendo, primero con los aliados y luego entre los mismos miembros del núcleo duro del FSLN.

Un claro aviso de lo que estaba sucediendo fueron las presiones del gobierno de Reagan balanceadas por el Grupo de Contadora. Un segundo aviso fue la presencia de los Contras, hostigando al gobierno en la frontera. Un tercer aviso fue la victoria presidencial de Violeta Barrios de Chamorro en 1990 y luego de presidentes "pactistas", el regreso indefinido al poder de Daniel Ortega en el año 2007.

Es lo suficientemente conocido como hubo una metamorfosis maligna desde ese año y como se fue captando un grupo de empresarios, de la jerarquía de la Iglesia Católica y de otros factores religiosos, líderes políticos y civiles, periodistas y otros a la causa y como la oposición se fue desgarrando hasta nuestros días.

Este breve e incompleto recorrido sobre lo que pasó en Nicaragua ha llegado a su propio fin. Independientemente que se logré zafarse ahora de esta pesadilla o que ella dure un poco más. Lo cierto es que de lo que fue la salida del dictador Somoza en 1979 y la llegada del Sandinismo no queda nada. Eso sí, queda mucho de un “sultanato” que nos recuerda lo difícil que es implantar una democracia en nuestra región y hasta dónde puede llegar el deterioro de un régimen y de una sociedad.

romecan53@hotmail.com  
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