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La Rusia nostálgica

Todo esto nos lleva a preguntarnos en qué sentido se puede sugerir que los rusos siempre viven discutiendo sobre su pasado y tratando de diseñar ese pasado y el presente de acuerdo a sus intereses parciales

  • CARLOS A. ROMERO

12/03/2023 05:01 am

Es un camino con muchas encrucijadas. Se trata de las relaciones internacionales cuyo mapa del conocimiento es cada día más confuso e irreal. La guerra en Ucrania ha fortalecido estas tendencias y es muy discutible si se va a recuperar el lenguaje común y la narrativa proyectada por consenso. Dos configuraciones teóricas nos sirven para comprender mejor lo que está pasando: el concepto de la “Casa Común Europea” que el “Nuevo Pensamiento” soviético/ruso quiso imponer a finales de la década de los ochenta del siglo pasado. Y el otro, más popular, el de la globalización.

En ambos casos, Moscú procuró bajo el liderazgo de Gorbachov unirse a Occidente y dejar atrás las diferencias que de algún modo se habían establecido en la Modernidad, por más que Pedro el Grande se escapara varias veces con el fin de copiar a Versalles. Esa aproximación se truncó con la Revolución Rusa. Lenin y luego Stalin también marcaron sus diferencias, pero estas estaban basadas en un lenguaje diferente del nacionalismo. Era una visión del mundo ligada al marxismo -leninismo, tal como lo reconocieron con fuerza intelectual el disidente de Bukharin y el asesinado Trotsky.

Putin desde el poder desde el año 2000, canceló esta discusión dejando atrás el pasado bolchevique, pero también la occidentalización de Moscú que pretendieron Gorbachov y Yeltsin, marcando otro camino. Para ello se volvió a recobrar las identidades propias de Rusia, la caracterización eslava, la religión ortodoxa rusa y otras manifestaciones culturales propias o adoptarlas, con el fin de ser de nuevo distinto, pero ni añorando lo occidental ni tampoco el pasado revolucionario. A fin de cuentas, se trató desde entonces de marcar distancia con Europa y con la globalización.

En ese marco, los nuevos dirigentes rusos y el pensamiento a su servicio proyectaron una oscura tesis sobre la “Gran Rusia” que colocó bajo el observatorio de Moscú las minorías rusas en toda Europa, lo que los llevó a anexar y pretender anexar territorios con minorías pro-rusas en Georgia, Moldavia, Ucrania, las ex repúblicas soviéticas en el mar Báltico y en otras naciones de Europa oriental. De aquí se deprende una de las claves para entender la lógica rusa sobre su deseo indebido, de tomar para si a Ucrania justificando su narrativa anti-occidental al tiempo que esas repúblicas soviéticas se rasgan las vestiduras por una visión plenamente occidental, que las llevó a abrirle las puertas a la Europa del Oeste.

Al comienzo de la majestuosa ópera de Moussorgsky, “Boris Godounov” se oye un vozarrón por parte del personaje principal que simboliza lo propio y tradicional de esa nación y lo diferente que son sus habitantes de otras prácticas sociales. Putin ha tomado ese modelo como estandarte de su presente basado en el pasado zarista y ha utilizado el Kremlin para tratar de desterrar lo que se consideran tanto los males de Occidente como los males del pasado revolucionario.

Todo esto nos lleva a preguntarnos en qué sentido se puede sugerir que los rusos siempre viven discutiendo sobre su pasado y tratando de diseñar ese pasado y el presente de acuerdo a sus intereses parciales.

romecan53@hotmail.com
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