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Bolsonaro transforma a Brasil en el paria del mundo

Con el país acercándose a las 2.000 muertes diarias por la covid-19, el presidente brasileño amenaza el control mundial de la pandemia al seguir favoreciendo la propagación del virus. Por Eliane Brum de El País de España

  • Diario El Universal

05/03/2021 08:13 am

Afirmar que la covid-19 está fuera de control en Brasil por la incompetencia de Jair Bolsonaro es un error. Es el mismo error que llamar “desgobierno” al Gobierno de Bolsonaro. Bolsonaro gobierna y la propagación de la covid-19 está, en gran medida, bajo su control. Si lo que vive Brasil es el caos, es un caos planificado. Hay que entender la diferencia para tener alguna posibilidad de enfrentar la política de muerte de Bolsonaro. Si existe alguna experiencia similar en la historia, la desconozco. 

En Brasil, sin duda, no había sucedido antes. Estamos sometidos a un experimento, como cobayas humanas. La premisa de la investigación que se desarrolla en el laboratorio de perversión de Bolsonaro es: qué sucede cuando, durante una pandemia, se deja a una población expuesta al virus y la máxima autoridad del país da información falsa, se niega a seguir las normas sanitarias y a tomar las medidas que podrían reducir el contagio.


El resultado, en pérdida de vidas humanas, lo conocemos: Brasil superará los 260.000 muertos a finales de esta semana y la probabilidad de convertirse pronto en el país con mayor número de víctimas mortales de la historia de la pandemia de covid-19 en el siglo XXI aumenta velozmente. Varias naciones del mundo tendrán a su población totalmente vacunada en los próximos meses y comienzan a vislumbrar la posibilidad de superar la covid-19, mientras que Brasil se enfrenta a una escalada.

En 2020, Estados Unidos y el Reino Unido estaban, junto a Brasil, entre los países con peores resultados con relación a la covid-19. Hoy, con el demócrata Joe Biden en la presidencia, Estados Unidos da señales de que pronto dejará esta posición y el Reino Unido del derechista Boris Johnson da ejemplo en la campaña de vacunación, con un número de muertes que desciende día a día.

Brasil se aísla en el horror de la covid-19, como contraejemplo y paria global. Los datos de la Organización Mundial de la Salud muestran que, mientras la media de muertes en el mundo retrocede un 6%, en Brasil crece un 11%. Esta consecuencia es más visible. Al fin y al cabo, en este crimen hay cuerpos, en este momento una cantidad suficiente para poblar de cadáveres una ciudad de tamaño medio. Y la media actual ya ha llegado a 1.300 muertes al día.

Otro efecto es menos evidente: lo que descubrimos de nosotros, como sociedad, cuando nos sometemos a esta violencia y lo que cada uno descubre de sí mismo cuando las elecciones sobre la salud, en lugar de estar determinadas por la autoridad sanitaria, dependen de su propia decisión. Esta segunda parte del experimento ha resultado ser bastante inquietante y podría socavar los lazos sociales durante años e incluso décadas, como les sucedió a algunos países sometidos a la perversión del Estado en el pasado.

Seguir alegando que el Gobierno de Bolsonaro es incompetente para gestionar la covid-19 o es un síntoma o es mala fe. Un síntoma porque, para una parte de la población, puede ser demasiado aterrador aceptar que el presidente ha elegido propagar el virus. La mente encuentra un camino de negación para que la persona no se derrumbe. Es un proceso similar al del secuestrado que encuentra puntos de empatía con el secuestrador para poder sobrevivir al horror de estar totalmente a merced de la voluntad absoluta de un perverso.

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