Biden se estrenará con una decena de decretos para enterrar la era Trump
El día de la toma de posesión, el presidente firmará la vuelta al acuerdo de París y enviará una propuesta de reforma migratoria al Congreso, entre otros proyectos
Caracas.- Joe Biden planea comenzar a enterrar la era Trump desde el primer día en la presidencia, el próximo miércoles, 20 de enero, firmando una docena de medidas ejecutivas de gran carga simbólica: la vuelta al acuerdo del clima de París, el fin del veto migratorio para un grupo de países de mayoría musulmana, un mandato obligatorio de uso de mascarilla en propiedades federales y el envío al Congreso de un proyecto de ley migratorio. En un Washington aún sobresaltado por el ataque al Congreso del 6 de enero y a punto de embarcarse en el segundo impeachment o juicio político a Donald Trump, el nuevo líder demócrata tratará de marcar la agenda.
Biden hereda un país sumido en la peor crisis económica desde la Gran Depresión de 1929, a punto de alcanzar los 400.000 fallecidos por coronavirus y profundamente dividido en la calle. La toma de posesión, habitualmente una ceremonia multitudinaria y pomposa, se desarrollará sin público y entre alambradas, custodiada por 20.000 militares ante la amenaza de los extremistas. La imagen refleja hasta qué punto la tensión del país se ha desbordado en los últimos días de la presidencia de Trump. En medio de todo ese ruido, el presidente demócrata hará un alegato a la “unidad” de los estadounidenses, argumento troncal de su carrera hacia la Casa Blanca, pero también emprenderá un sprint de acciones desde las primeras horas para lanzar el mensaje de que el republicano es historia.
“Biden tomará medidas, no solo para revertir los daños más graves de la Administración de Trump, sino también para comenzar a hacer avanzar a nuestro país”, señaló el próximo jefe de Gabinete del demócrata, Ron Klain, en un memorando hecho público el sábado por la noche. Algunas de las medidas avanzadas por Klain tienen más de declaración de principios que de cambios efectivos, como la orden de que el público se cubra con mascarillas en los viajes entre Estados, ya que estas ya son de uso obligatorio en los medios de transporte. Suponen, con todo, un giro radical de discurso respecto al presidente Trump, quien jamás ha hecho bandera por el cubrebocas y aceptó cubrirse en público a regañadientes.
Entre la docena de medidas del primer día figura también una extensión de la moratoria antidesahucios, así como del pago de los préstamos estudiantiles —una bomba de relojería de 1,6 billones de dólares (1,3 billones de euros) en Estados Unidos— y lo que Klain definió como medidas para “restaurar la humanidad” en el sistema migratorio de Estados Unidos. Este es uno de los terrenos en los que la nueva Administración de Biden ha creado más expectativas. Según avanzó el diario Los Angeles Times este fin de semana, la reforma migratoria que el demócrata llevará al Capitolio abre la senda para la ciudadanía de los cerca de 11 millones de extranjeros sin papeles que se calcula viven en el país.
El plan aceleraría este proceso para dos grupos protegidos actualmente por alivios temporales de la deportación: los acogidos al programa DACA, que beneficia a los llamados dreamers (en español, soñadores), que son migrantes que fueron traídos de forma irregular a Estados Unidos siendo niños y han crecido, estudiado y trabajado en este país como estadounidenses); y los TPS (en inglés, Estatus de Protección Temporal), que han ido concediendo diferentes Gobiernos a indocumentados de países víctimas de guerras o desastres naturales, como Honduras, Nicaragua y El Salvador, entre otros. En ambos casos, los cientos de miles de beneficiarios pueden vivir y trabajar en Estados Unidos, pero no tienen acceso a la residencia, informa Lorena Arroyo. También se contempla un trato especial para algunos trabajadores esenciales inmigrantes.
Con los demócratas en el control de la Cámara de Representantes y del Senado, el nuevo presidente tendrá margen para cumplir sus promesas pese al rechazo de los republicanos, si bien ha llegado a la Casa Blanca con la aspiración de alcanzar consensos con la oposición.
Al día siguiente de la toma de posesión, el jueves, Biden firmará otra batería de acciones, esta vez dirigidas a facilitar la apertura de escuelas y empresas, y, al día siguiente, otras medidas de estímulos para familias y negocios castigados por la crisis. Seguirá en los siguientes días con otros anuncios para incentivar la actividad fabril en Estados Unidos, asunto que colocó en el centro de su programa económico en la campaña. Su plan de reactivación económica global, que requiere la aprobación del Congreso, suma 1,9 billones de dólares (1,6 billones de euros). También ha prometido acelerar la administración de vacunas.
Biden hereda un país sumido en la peor crisis económica desde la Gran Depresión de 1929, a punto de alcanzar los 400.000 fallecidos por coronavirus y profundamente dividido en la calle. La toma de posesión, habitualmente una ceremonia multitudinaria y pomposa, se desarrollará sin público y entre alambradas, custodiada por 20.000 militares ante la amenaza de los extremistas. La imagen refleja hasta qué punto la tensión del país se ha desbordado en los últimos días de la presidencia de Trump. En medio de todo ese ruido, el presidente demócrata hará un alegato a la “unidad” de los estadounidenses, argumento troncal de su carrera hacia la Casa Blanca, pero también emprenderá un sprint de acciones desde las primeras horas para lanzar el mensaje de que el republicano es historia.
“Biden tomará medidas, no solo para revertir los daños más graves de la Administración de Trump, sino también para comenzar a hacer avanzar a nuestro país”, señaló el próximo jefe de Gabinete del demócrata, Ron Klain, en un memorando hecho público el sábado por la noche. Algunas de las medidas avanzadas por Klain tienen más de declaración de principios que de cambios efectivos, como la orden de que el público se cubra con mascarillas en los viajes entre Estados, ya que estas ya son de uso obligatorio en los medios de transporte. Suponen, con todo, un giro radical de discurso respecto al presidente Trump, quien jamás ha hecho bandera por el cubrebocas y aceptó cubrirse en público a regañadientes.
Entre la docena de medidas del primer día figura también una extensión de la moratoria antidesahucios, así como del pago de los préstamos estudiantiles —una bomba de relojería de 1,6 billones de dólares (1,3 billones de euros) en Estados Unidos— y lo que Klain definió como medidas para “restaurar la humanidad” en el sistema migratorio de Estados Unidos. Este es uno de los terrenos en los que la nueva Administración de Biden ha creado más expectativas. Según avanzó el diario Los Angeles Times este fin de semana, la reforma migratoria que el demócrata llevará al Capitolio abre la senda para la ciudadanía de los cerca de 11 millones de extranjeros sin papeles que se calcula viven en el país.
El plan aceleraría este proceso para dos grupos protegidos actualmente por alivios temporales de la deportación: los acogidos al programa DACA, que beneficia a los llamados dreamers (en español, soñadores), que son migrantes que fueron traídos de forma irregular a Estados Unidos siendo niños y han crecido, estudiado y trabajado en este país como estadounidenses); y los TPS (en inglés, Estatus de Protección Temporal), que han ido concediendo diferentes Gobiernos a indocumentados de países víctimas de guerras o desastres naturales, como Honduras, Nicaragua y El Salvador, entre otros. En ambos casos, los cientos de miles de beneficiarios pueden vivir y trabajar en Estados Unidos, pero no tienen acceso a la residencia, informa Lorena Arroyo. También se contempla un trato especial para algunos trabajadores esenciales inmigrantes.
Con los demócratas en el control de la Cámara de Representantes y del Senado, el nuevo presidente tendrá margen para cumplir sus promesas pese al rechazo de los republicanos, si bien ha llegado a la Casa Blanca con la aspiración de alcanzar consensos con la oposición.
Al día siguiente de la toma de posesión, el jueves, Biden firmará otra batería de acciones, esta vez dirigidas a facilitar la apertura de escuelas y empresas, y, al día siguiente, otras medidas de estímulos para familias y negocios castigados por la crisis. Seguirá en los siguientes días con otros anuncios para incentivar la actividad fabril en Estados Unidos, asunto que colocó en el centro de su programa económico en la campaña. Su plan de reactivación económica global, que requiere la aprobación del Congreso, suma 1,9 billones de dólares (1,6 billones de euros). También ha prometido acelerar la administración de vacunas.
Con información de El País.
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