Por Patricia Pérez, egresada del IESA
Uno diseñado para sentirme en bienestar; activa mental, emocional y corporalmente, satisfecha con la contribución a mi vida y a mi entorno.
Y es que el futuro empieza hoy, tomando conciencia que la sostenibilidad empieza por mis acciones como individuo, y que esas acciones son el resultado de cultivar un mindset que me permite estar conectado con la vida. En la conexión está el cuido, el sentirme parte del entorno, no ajena.
Desde mi mirada, los desafíos actuales del planeta son desafíos humanos, pues solucionarnos nos reta a conversar humanos, mirarnos a los ojos muchas veces, ceder, aportar, unir fortalezas, fijar acuerdos, respetarlos, y muy esencialmente, reversar la desconexión del ser humano con otros seres humanos y otras formas de vida.
Hago énfasis entonces que la sostenibilidad empieza por mi humanidad, y que en la medida que esté consciente que el oxígeno del aire que respiro proviene en gran parte de los océanos; que me importe que la fauna marina muere por comer plástico; que el respeto hacia la naturaleza y las especies sea mi valor, entonces los conflictos, la violencia, el deterioro del planeta, los desacuerdos territoriales y las desigualdades podrán encontrar una salida más amable y expedita.
¿Complejo o simple? Empecemos por nuestro metro cuadrado para simplificarlo, con acciones que generen impacto en el micro mundo de cada uno. Preguntarnos: ¿Queremos o no queremos convivir? ¿Queremos ser comunidad con el otro? Ese el motor para lograr lo impensable.
¿Estamos en buen camino?
Hay personas visibles y otras tras bastidores que están activas creando un mundo mejor. Creo que si están pasando cosas importantes a favor del bienestar global.
Actualmente como vocera de una empresa venezolana de reciclaje, aprender y educar sobre el impacto en los ecosistemas del plástico de un solo uso me ha concientizado sobre producción y consumo responsable, oportunidades de empleo, protección del medio ambiente, cambio climático, empleo digno, ODS , etc. Hoy soy más consciente de mi ser individual como parte de un colectivo. He adoptado nuevos hábitos sustentables, por ejemplo, ahora llevo las botellas plásticas a puntos limpios de reciclaje y no a la basura; veo documentales sobre el impacto humano en los ecosistemas, me intereso por marcas que mejoran con el medio ambiente. Es un buen comienzo.
¿Qué medidas necesitamos para cerrar la brecha?
• Investigar, aprender e involucrarnos con los desafíos globales. Sensibilizarnos es imperativo.
• Plantear la educación más allá de un proyecto cognitivo, sino de desarrollo de las relaciones humanas. Incorporar materias que harán a los alumnos relacionarse con el mundo y todo lo que le habita. Que la inteligencia afectiva esté al servicio de la ecología del planeta. No se trata solo de aprender materias, sino de aprender a coexistir.
• Entender que el mayor respeto por los derechos humanos nace por respetar los nuestros, y seguidamente el de nuestros padres, familia, jefes, compañeros de trabajo, vecinos. Desde allí es posible expandir el círculo.
• Ocuparnos de nuestro bienestar mental para ser personas livianas, empáticas, que buscan el bien común, lo justo para todos los seres vivos.
• Cultivar el amor y la paz interior con prácticas de bienestar integral: biodanza, voluntariado en ONG´s, etc.
• Cuestionar nuestros hábitos de consumo y descubrir cómo podemos mejorarlos.
Del micro al macro: Habitantes florecidos, relaciones florecidas, planeta florecido.
¿Qué futuro quiero crear?
Uno diseñado para sentirme en bienestar; activa mental, emocional y corporalmente, satisfecha con la contribución a mi vida y a mi entorno.
Y es que el futuro empieza hoy, tomando conciencia que la sostenibilidad empieza por mis acciones como individuo, y que esas acciones son el resultado de cultivar un mindset que me permite estar conectado con la vida. En la conexión está el cuido, el sentirme parte del entorno, no ajena.
Desde mi mirada, los desafíos actuales del planeta son desafíos humanos, pues solucionarnos nos reta a conversar humanos, mirarnos a los ojos muchas veces, ceder, aportar, unir fortalezas, fijar acuerdos, respetarlos, y muy esencialmente, reversar la desconexión del ser humano con otros seres humanos y otras formas de vida.
Hago énfasis entonces que la sostenibilidad empieza por mi humanidad, y que en la medida que esté consciente que el oxígeno del aire que respiro proviene en gran parte de los océanos; que me importe que la fauna marina muere por comer plástico; que el respeto hacia la naturaleza y las especies sea mi valor, entonces los conflictos, la violencia, el deterioro del planeta, los desacuerdos territoriales y las desigualdades podrán encontrar una salida más amable y expedita.
¿Complejo o simple? Empecemos por nuestro metro cuadrado para simplificarlo, con acciones que generen impacto en el micro mundo de cada uno. Preguntarnos: ¿Queremos o no queremos convivir? ¿Queremos ser comunidad con el otro? Ese el motor para lograr lo impensable.
¿Estamos en buen camino?
Hay personas visibles y otras tras bastidores que están activas creando un mundo mejor. Creo que si están pasando cosas importantes a favor del bienestar global.
Actualmente como vocera de una empresa venezolana de reciclaje, aprender y educar sobre el impacto en los ecosistemas del plástico de un solo uso me ha concientizado sobre producción y consumo responsable, oportunidades de empleo, protección del medio ambiente, cambio climático, empleo digno, ODS , etc. Hoy soy más consciente de mi ser individual como parte de un colectivo. He adoptado nuevos hábitos sustentables, por ejemplo, ahora llevo las botellas plásticas a puntos limpios de reciclaje y no a la basura; veo documentales sobre el impacto humano en los ecosistemas, me intereso por marcas que mejoran con el medio ambiente. Es un buen comienzo.
¿Qué medidas necesitamos para cerrar la brecha?
• Investigar, aprender e involucrarnos con los desafíos globales. Sensibilizarnos es imperativo.
• Plantear la educación más allá de un proyecto cognitivo, sino de desarrollo de las relaciones humanas. Incorporar materias que harán a los alumnos relacionarse con el mundo y todo lo que le habita. Que la inteligencia afectiva esté al servicio de la ecología del planeta. No se trata solo de aprender materias, sino de aprender a coexistir.
• Entender que el mayor respeto por los derechos humanos nace por respetar los nuestros, y seguidamente el de nuestros padres, familia, jefes, compañeros de trabajo, vecinos. Desde allí es posible expandir el círculo.
• Ocuparnos de nuestro bienestar mental para ser personas livianas, empáticas, que buscan el bien común, lo justo para todos los seres vivos.
• Cultivar el amor y la paz interior con prácticas de bienestar integral: biodanza, voluntariado en ONG´s, etc.
• Cuestionar nuestros hábitos de consumo y descubrir cómo podemos mejorarlos.
Del micro al macro: Habitantes florecidos, relaciones florecidas, planeta florecido.
- Patricia Pérez. Apasionada por el desarrollo del potencial humano, el bienestar integral y la sustentabilidad. Egresada del IESA. Experiencia en cargos ejecutivos en empresas nacionales y multinacionales en las áreas de gerencia, liderazgo, training y coaching. Facilitadora de Biodanza. Actualmente es vocera en el área de comunicaciones de la empresa venezolana de reciclaje Plastitec Group.
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