Al conmemorar una fecha de aniversario, queramos o no, comúnmente nos remitimos al pasado, al origen, a la razón que motivó a alguien o algunos a considerar un inicio; seguramente por alguna razón o sentimiento de responsabilidad, que necesariamente debe surgir para guiar el camino que queda por delante. Sin dudas, esta situación ha sido vivida por diferentes generaciones, pero en esta ocasión la condición particular en que nos encontramos torna todo tan diferente y nos obliga a revisar y principalmente valorar las razones que aquellos visionarios plasmaron en un documento de creación con miras a mejorar un porvenir global.

En este caso, al celebrar 15 lustros de la creación de la organización de Naciones Unidas, desde Venezuela aportamos acciones con miras a garantizar esa misión planteada. Es así como, a través del trabajo voluntario de profesionales, se llevan a cabo acciones formales y no formales de capacitación de talento humano y empoderamiento brindando herramientas para enfrentar fenómenos meteorológicos e hidrológicos adversos y de encontrar respuestas ante amenazas sísmicas en nuestro país, tales como foros, convenios con universidades, reuniones técnicas para discutir el pronóstico estacional de lluvias y permitir la toma de decisión por parte de los agricultores, minimizando la incertidumbre y reduciendo los riesgos.

Ello para cumplir fundamentalmente con los lineamientos establecidos en el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030, adoptado en la tercera Conferencia Mundial de las Naciones Unidas celebrada en Sendai (Japón), el cual deja explícito en uno de sus puntos la necesidad de aplicar la gestión de riesgos de desastres, sean de pequeña o gran gran escala, frecuentes y poco frecuentes, súbitos y de evolución lenta, debidos a amenazas naturales o de origen humano, así como a las amenazas y los riesgos ambientales, tecnológicos y biológicos conexos. En ese marco, trabajamos para evitar que se produzcan nuevos riesgos, reducir el riesgo existente y reforzar la resiliencia de las comunidades a través del empoderamiento de conocimientos y acciones, reforzando la capacidad de resurgimiento desde el propio territorio, con sus moradores, quienes son sus conocedores. 

Las alianzas entre instituciones oficiales responsables del manejo y decisiones de estos temas han sido clave para responder a las situaciones de incertidumbres con las que todas las sociedades de todos los países conviven en la actualidad, donde resaltan, además, lazos de cooperación que nos demuestran la humanidad prevaleciente cuando queremos lograr un mundo mejor. En este caso, el reducir el riesgo frente a fenómenos naturales adversos, acompañándonos en los procesos de formación de acciones tendientes a cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible planteados por las Naciones Unidas, mediante convenios con instituciones educativas, además de fortalecer mecanismos educativos no formales. 

De manera que, con un sentimiento marcado por la esperanza cifrada en los valores del espíritu del ser humano, como lo planteaba Sábato, seguiremos acompañando a las Naciones Unidas a cumplir lo plasmado hace 75 años, promoviendo el compromiso por un mundo mejor para nuestras próximas generaciones.