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Líbano un país en crisis que sirve de hogar para muchos venezolanos

Hace tan sólo una semana los libaneses no imaginaban lo que les tocaría vivir, una fuerte explosión que destruyó el puerto de su capital y gran parte de la zona central de Beirut

  • MARIANYFEL SALAZAR

09/08/2020 10:00 am

Beirut.-  El Líbano está sumergido, desde hace más de un año, en la peor crisis política y económica de la última década. A esta complicada situación se sumó, el pasado martes, una fuerte explosión en su capital Beirut, que deja hasta ahora más de 150 muertos, miles de heridos, centenares de desaparecidos. Las causas aún son inciertas.

Este país ha vivido en constantes conflictos bélicos durante casi toda su historia. Uno de los más recientes fue la larga guerra civil (1975-1990), que generó miles de desplazados. Muchos de ellos fueron recibidos en Venezuela, en donde la comunidad libanesa es bastante grande. 

Es por ello, que actualmente en el Líbano también hay un gran número de venezolanos que han emigrado al país de origen de sus familias en busca de mejores condiciones de vida, para ellos y sus familiares. 


Sara Ghallab es una de ellas, y el pasado martes, mientras se encontraba en su lugar de trabajo, en una tienda de lujo de cosméticos y medicinas ubicada en la localidad de Ashrafieh, en el centro de Beirut, y a 7.4 kilómetros del puerto de la ciudad, fue una de las tantas afectadas por la explosión que destruyó toda a su alrededor. 

Sara es natural del estado Sucre, y se mudó al Líbano hace ocho años, sus padres son libaneses, pero pasó gran parte de su vida en Venezuela y viajaba de vacaciones a visitar a sus abuelos en una zona montañosa cercana a Beirut. Contó que para el momento de la explosión estaba trabajando en su computador, y primero pensó que estaba temblando “miré hacia mi alrededor a ver si las cosas se movían, pero todo estaba tranquilo, a pesar de que se sentía algo raro en el ambiente, pensé que eran cosas mías, volví hacia la laptop y fue que vino la explosión”.

“Todo empezó a estallar. Los vidrios, los anaqueles se cayeron y las personas estaban como en shock. Yo no sabía qué hacer, es primera vez que paso por algo así. Intenté llamar a mi esposo que también trabaja en Beirut, pero las líneas estaban caídas” relató. 



Los libaneses han vivido a lo largo de su historia diversos ataques terroristas por conflictos sociales, religiosos y políticos, por tanto Ghallab dijo que a pesar del impacto, “ellos están acostumbrados, y preparados, en cambio yo no sabía qué hacer, pero unos 20 minutos después de la explosión tomé mi carro, y me fui a mi casa, que queda en las montañas, de los nervios me temblaban las piernas y casi no podía manejar”. 

“Prendí la radio del carro para saber lo que estaba sucediendo pero nadie decía nada, cuando llegué a casa fue que pude verificar que tanto mi esposo como mi hijo estaban bien y en resguardo. Hasta ahora no sabemos qué fue lo que realmente pasó”. 

Desde otra perspectiva lo vivieron Helena Abdulkhalek y Marco Ghallab quienes se encontraban en Majdal Baana, Jabal Alay; y Aramoun, Keserwan; respectivamente, ambos ciudades están ubicados en las zonas montañosas que quedan a las afueras de Beirut, y en donde vive gran parte de la población trabajadora de la capital.



Helena, también es venezolana, hija de libaneses, tiene seis años viviendo en Líbano junto a su esposo, y a diferencia de quienes vivieron la explosión en Beirut, en Majdal Baana (a 28.9 km de Beirut) tanto ella como sus familiares escucharon primero “una especie de bombardeo y luego una gran explosión. Mi tío que estaba a mi lado en el jardín me dijo ‘nos está bombardeando Israel’ y corrió a buscar a su hijo que estaba jugando en el parque de la residencia”. 

Continúo diciendo “yo estaba muy asustada, mi tío vivió 20 años en Venezuela pero cuando se regresó al Líbano vivió la guerra de 2006, por lo que para él fue más fácil. Lo primero que hice fue llamar a mi papá, que está en Venezuela y le dije ‘estoy bien, todos estamos bien, Israel nos está bombardeando’ en ese momento las líneas colapsaron, luego de varios minutos me pude comunicar con mi esposo y él también estaba en resguardo en nuestra casa”.

“Para los libaneses esto es muy normal, ellos están acostumbrados, y por decirlo de alguna forma preparados, pero para los que tenemos poco tiempo acá y es primera vez que pasamos por algo así es muy impactante, te quedas como perdido, no sabes qué es lo que debes hacer, si luego vendrá otra bomba, otra explosión, otro ataque o si simplemente no pasará nada más, como sucedió. Casi todos los libaneses tienen casas en las montañas, en su mayoría con espacios subterraneos, en caso de que se vuelva a armar una guerra”, comentó Helena".



Sin embargo, su presentimiento fue desestimado rápidamente ya que tanto el gobierno de Israel, como Hezbolá se desligaron ese mismo día del hecho, cuyas causas hasta hoy se investigan. 

El tío de Helena perdió su negocio. Un spa que estaba ubicado en Beirut, el cual quedó totalmente en ruinas. Además, varios amigos y familiares suyos, venezolanos y libaneses, también perdieron sus hogares, locales y oficinas. 

Marco, que nació en el Líbano, pero se crio casi toda su vida en Venezuela, estaba junto a sus abuelos en la casa de campo que tienen en Aramoun (ubicada a 47.0 km de Beirut), “sabía que no era un sismo, he vivido varios y sé lo que se siente, pensé de inmediato en que era un ataque terrorista”. 

Los padres de Marco y Sara perdieron todo durante la guerra civil que vivió el Líbano durante 15 años, por eso emigraron a Venezuela, en donde encontraron y formaron un hogar, pero luego, por la misma situación del país se regresaron y ahora sólo les queda un hijo en Venezuela. 



La tensión por la explosión de 2.750 toneladas de nitrato de amonio que estaban almacenadas desde el año 2013 en unos depósitos del puerto de Líbano, uno de los más importantes de la región, no sólo preocupó y ocupó a quienes estaban allá, en Venezuela, familiares, amigos y conocidos de habitantes de Beirut y zonas aledañas también vivieron el miedo y la tensión de haber perdido a sus seres queridos. 

Natasha Daher es una de estas. Su abuelo de 85 años vive en Líbano, y su casa quedó bastante afectada. Por suerte, “él no se encontraba para el momento en el lugar. Había salido a caminar cuando pasó la explosión estaba cerca de una panadería, entro ahí y le cayó un cortinero que es lo que le salva la vida. Cuando llega a su casa, que queda aproximadamente a 10 minutos de dónde fue la explosión, se dio cuenta que estaba totalmente destruida”. 



Beirut es hoy el reflejo de un pueblo desolado. La mayoría de sus habitantes huyeron a sus casas de campo, unos por temor, y otros porque perdieron sus hogares en el centro de la ciudad. Las pocas personas que quedan, son prácticamente los voluntarios que están abocados a atender la emergencia, recoger los escombros, limpiar las calles, y buscar sobrevivientes entre las ruinas.

Causas inciertas

Las causas de la sorpresiva explosión que dejó gran parte del Líbano totalmente en ruinas y destruyó por completo el puerto del país, por donde importan casi todo lo que allí se consume, aún son inciertas. 

Lo único que ha quedado del todo claro, es que no fue un ataque terrorista comandado ni por Israel, ni por Hezbolá, ya que ambos grupos se han desligado del suceso. 


Sin embargo, lo que haya podido causar la explosión de las 2.750 toneladas de nitrato de amonio, dentro de los depósitos del puerto de Beirut aún son inciertas. 

Lo que nadie se explica es por qué, luego de siete años, los químicos, que se usan, sobretodo, como fertilizantes, pero también como material para fabricar armas nucleares, seguían almacenados allí. Al parecer, sin las condiciones de seguridad necesarias para ello. 



El nitrato de amonio llegó al Líbano en 2013 luego de que el Rhosus (cuya carga pertenecía a Rusia) atracará en el puerto de Beirut por presentar fallas mecánicas, y días después les fuera negado zarpar por mal estado del barco. 

Meses después la empresa rusa dueña de la carga quebró, por lo que el material químico quedó allí abandonado, al igual que la tripulación. En 2014 fueron repatriados a sus países de origen, y el NH4NO3 movido a los depósitos del puerto. 


Las autoridades aduaneras de Beirut dijeron que desde ese momento, hasta el año 2017 ellos insistieron a los organismos internacionales y locales que el nitrato de amonio fuera sacado de allí sin recibir respuestas. 

Tres años después la carga explotó y generó una ola expansiva que alcanzó al menos 10km de radio y destruyó todo el puerto, y sus alrededores, en donde habían tres hospitales, el 90% de la actividad hotelera de la ciudad, las oficinas de los servicios públicos y varias zonas residenciales. 



La Licenciada en Química, Rosa Elena Gómez, explicó que el nitrato de amonio no explota por sí solo, sino que debe ser combinado con otro tipo de explosivo para que se pueda generar esta reacción. 

Detalló que por lo que se puede observar en los videos publicados en las redes sociales y medios de comunicación, esta combustión pudo ser causada por un incendio, ya que primero se observó una nube de humo entre negro y grisáceo, y luego vino la gran explosión. 


Sin embargo, la especialista también aclaró que por sus componentes (nitrógeno, oxígeno y amonio) el nitrato de amonio “puede causar reacciones exotérmicas, es decir, producir calor o calentarse y si es un lugar cerrado puede causar explosión, pero esto se da sí y sólo si hace contacto con otros compuestos”.



El primer ministro del Líbano, Hassan Diab, prometió conseguir a los responsables de esta terrible catástrofe y “hacerlos pagar hasta las últimas consecuencias” por sus actos. 

El presidente Michel Aoun, por su parte, dijo que no descartan que la serie de explosiones fueran provocadas por un cohete o una bomba. “La causa no se ha determinado hasta ahora. Existe la posibilidad de una interferencia externa mediante un cohete o una bomba”, declaró y explicó también que la investigación continúa.

Diversos organismos internacionales como Naciones Unidas y sus agencias, y gobiernos de países aliados han enviado a Líbano cargamentos con ayuda humanitaria, y además les han donado millones de dólares para que se puedan recuperar de este duro golpe. 

Helena, Sara y Marco confían, en que con mucho esfuerzo, en unión y con la fraternidad que siempre demuestran los libaneses podrán superar rápido este duro golpe, y resurgir de las tinieblas, ya que, en sus planes no está regresar a Venezuela en un corto plazo. 



Sumergidos en una agobiante crisis política

A pesar, de presuntamente, no tener una vinculación directa con el ataque, gran parte de la población culpa al gobierno de la explosión “por su ineficiencia”. 

Desde el año pasado, en el Líbano se han vivido extensas y violentas jornadas de protestas que exigen la dimisión de toda la cúpula gobernante, luego que el país se sumiera en una grave crisis económica, no vista desde la guerra civil, y que ha generado a su vez problemas sociales, alimenticios y de salud. 

La inflación del país se ubica en el 50%; el desempleo en un 25%; las divisas fueron restringidas; los servicios públicos son débiles y el Estado planifica endeudarse con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para tratar de salvar su economía. 



Sin embargo, las negociaciones están paralizadas por la pandemia del coronavirus, que se sumó a todos los demás problemas del Líbano, colapsando el sistema de salud nacional.

El Covid-19 también influyó en la disolución de las masivas protestas callejeras que día a día se vivían en Beirut, y que generaron en octubre de 2019, la renuncia del primer ministro Saab Hariri. Además de él, un día antes de la explosión del puerto, también dimitió de su cargo el ministro de Exteriores Nassif Hitti, quien dijo que se apartaba de su cargo porque "Líbano está cayendo en un estado fallido".

Ayer las calles se volvieron a llenar de la cólera y el desprecio de los libaneses por quienes lo gobiernan. Esta vez, para exigir respuestas y soluciones luego de la explosión, ya que miles de personas se quedaron sin hogar, y fueron los mismos ciudadanos los que salieron a las calles a recoger los escombros, ayudar a los afectados, atender a los heridos, y a hacer todo lo que “estuviera en sus manos para levantar a Beirut” dijeron algunos en entrevistas para medios internacionales. 


Tras estos hechos que dejaron un muerto, y decenas de heridos, el primer ministro en funciones, dijo que convocaría elecciones adelantadas para renovar la clase política del país, principal exigencia de los ciudadanos para cesar las protestas, y según los analistas el gran problema que mantiene al Líbano sumergido en la crisis causada, principalmente, por el sectarismo político.

Desde 1943 las tres principales instituciones políticas del país: el presidente, el presidente del parlamento y el primer ministro; se dividen entre las tres comunidades más grandes de la nación (cristiana maronita, musulmana shií y musulmana suní, respectivamente). Sin embargo, Líbano reconoce oficialmente a 18 comunidades religiosas: cuatro musulmanas, 12 cristianas, la secta drusa y el judaísmo.


A causa de esto, los libaneses y todas las comunidades que hacen vida en el país, exigen el “fin del gobierno corrupto y la renovación de todos los poderes en manos de nuevos políticos”. 

Líbano ocupó el puesto 137 de 180 países (siendo 180 el peor) en el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional de 2019.

Texto y entrevistas: Marianyfel Salazar. 
marianyfel.vsg@gmail.com // masalazar@eluniversal.com
Fotos: Helena Abdulkhalek
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