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Los afganos comienzan a soñar con una vida después de la guerra

Washington negocia con los insurgentes con vistas a un acuerdo que permitiría la retirada de miles de soldados estadounidenses de Afganistán, a cambio de varios compromisos por parte de los talibán

  • AFP

23/02/2020 05:30 am

Kabul, Afganistán.- Las etiquetas #SiLaPazVuelve o #CuandoHayaUnaTregua, escritas en darí y en pastún, las dos principales lenguas de Afganistán, se multiplicaban en las redes sociales, coincidiendo con el inicio de una tregua temporal que permite a los ciudadanos soñar con un futuro sin guerra.

"Quiero ir a Nuristán. Correr, reír, cantar, bailar, silbar y comer yogures", escribió en Twitter Ramin Mazhar, refiriéndose a los conocidos lácteos de esta provincia del noreste del país bajo control talibán. "Quiero tocar sus colinas verdes, sus ríos indómitos y su cielo azul", prosiguió este conocido poeta afgano, destacó AFP.

Su sentimiento lo compartían miles de ciudadanos anónimos, esperanzados con esta tregua parcial de una semana que entró en vigor el sábado. Este alto el fuego permitirá, si es respetado, la firma de un acuerdo entre Estados Unidos y los talibanes el 29 de febrero, lo cual abriría la puerta al fin de un conflicto de décadas.

En realidad, el país no ha vivido un periodo de paz desde hace 40 años, cuando se produjo la invasión soviética en la Navidad de 1979.

Los talibán, expulsados del poder en 2001 por una coalición internacional liderada por Estados Unidos, libran desde entonces una guerra de guerrillas contra las fuerzas militares estadounidenses y afganas. Han sido 18 años de atrocidades que podrían finalmente terminar, tal y como sueña la población.

Desde hace más de un año, Washington negocia con los insurgentes con vistas a un acuerdo que permitiría la retirada de miles de soldados estadounidenses de Afganistán, a cambio de varios compromisos por parte de los talibán.

Si esta semana de tregua funciona, Washington se dijo dispuesto a firmar un acuerdo con los talibán el 29 de febrero. Este pacto allanaría el camino para unas negociaciones entre los insurgentes y el gobierno afgano que podrían instaurar las condiciones de una paz duradera.

Los afganos sueñan con conocer su propio país, algo de lo que la violencia les ha privado durante décadas, aunque son conscientes de que las negociaciones de paz serán largas y complicadas.

"La gente no puede viajar por carretera de manera segura", lamenta Ramin Mazhar. Los talibanes "los detienen, matan o secuestran", cita.

Lejos quedan los años 60 y 70, cuando Afganistán era un destino popular e imprescindible en las rutas hippies que llevaban a muchos europeos hacia India y Pakistán.

Los extranjeros quedaban boquiabiertos ante las montañas nevadas, los esplendorosos valles verdes y los inmaculados desiertos.

La belleza sigue ahí pero el turismo se ha evaporado. Cuatro décadas de guerra han convertido al país en un destino demasiado peligroso.

La mayoría de los afganos no tiene dinero para pagar un avión y no puede viajar más allá de sus pueblos y ciudades. Millones han huido a otras ciudades o al extranjero.

"He prometido a mis amigos que iremos al Badajshán y lo cumpliré en cuanto haya un alto el fuego", escribe en Twitter Adbulá Jahid, refiriéndose a las espectaculares montañas del noreste del país.

"Si hay paz, iré a los pueblos más remotos de Afganistán a encontrarme con la gente que vive allá, comer lo que cultivan, conocer sus trabajos artesanales, compartir mis penas y alegrías con ellos", sueña otro internauta, Hamidulá Satari.

Viajes en bicicleta, recorridos en automóvil o caminatas por las montañas. Los afganos se atreven a soñar, animados con esta tregua temporal. A ellos se suman los exiliados que también aspiran a regresar si hay paz.

Hasta los talibán y sus partidarios plasman sus esperanzas en las redes sociales.

"Bajo el régimen talibán era fácil viajar, pero Estados Unidos destrozó todo. Cuando termine la invasión, todo volverá a ser sencillo", tuitea un partidario de los insurgentes.

Otros ciudadanos sueñan con reconstruir el país y curar las heridas de la guerra. Como Heela Najibulá, hija del expresidente afgano Mohamed Najibulá Ahmadzai, torturado y asesinado por los talibán en 1996.

Esta afgana quiere "crear una escuela" en Patkia, provincia del sureste donde murió su padre.

"Caminaré hasta la tumba de mi padre. Lloraré y rezaré para que no vuelva a haber más afganos huérfanos", escribió en Twitter.
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