Trump busca con firmeza la reelección
El mandatario vive su mejor momento al mando de la Casa Blanca, debido al apoyo total del Senado y desaciertos en movimientos claves de la bancada republicana
El presidente republicano de Estados Unidos, Donald Trump, pudo salir absuelto del juicio político en su contra gracias a un Senado de mayoría republicana que decidió no escuchar testigos, otorgándole una victoria y fortaleciendo su imagen ante la bancada demócrata, rival político en un año clave de la política estadounidense con las elecciones presidenciales del 3 de noviembre acercándose.
El juicio político demostró el apoyo absoluto del Senado a Trump, y de un Partido Republicano que lo favorece casi a ciegas, consolidando su candidatura como representante final de la bancada frente al otro partido importante de EEUU, el Partido Demócrata, debilitado tras el fracaso del “impeachment”, y descoordinaciones en el reciente “Caucus” (asamblea ciudadana) de Iowa, y que aún no poseen un líder que unifique y mueva su electorado para impedir un nuevo mandato de Trump.
Luego de su absolución el 5 de febrero, Trump se jactó de su victoria, arremetiendo contra sus rivales demócratas en la red social Twitter, a quienes tildó de “perversos”, y que “gracias a sus noticias falsas, su popularidad subió un 10%”.
En los sondeos de preferencia electoral de las más importantes encuestadoras de EEUU, colocan a Trump favorito para la reelección, en un momento donde muchos especialistas vaticinaban su caída, pero que parece nutrirse del caos.
Trump en su mejor momento
Mientras los demócratas preparaban el juicio político, Trump tomó la postura de “víctima”, calificando todo como una “cacería de brujas”.
Se enfocó en cerrar en diciembre la primera fase del acuerdo comercial con China. Además, en enero autorizó eliminar al número dos de Irán (principal rival de EEUU en Medio Oriente), el general Qasem Soleimani, y semanas más tarde presentó su “proyecto de paz” para Medio Oriente.
Trump se centró en conseguir resultados palpables argumentando que “los demócratas son políticos que no aman a EEUU”, y “no concretan nada”.
Tales hechos de su mandato, considerados polémicos por algunos sectores de la sociedad estadounidense, servirían para afianzar su gestión ante los republicanos y frente a su electorado, el mismo que lo llevó a ganar las elecciones de 2016, y quienes bajo su mandato han visto el crecimiento económico del país, así como su menor índice de desempleo en décadas, ubicándose en solo 3,6%.
Para que el impeachment, liderado por la líder demócrata Nancy Pelosi, fuese viable, era necesaria la aprobación de al menos dos tercios de un Senado de mayoría republicana. Los demócratas acusaron a los republicanos de buscar la disolución del proceso para "librar a su militante de la justicia”.
Aun así, y teniendo las de perder, movilizaron su maquinaria, haciendo del juicio un “show mediático” nacional, pero que dejaría un rostro gris en sus filas. Con una Pelosi iracunda luego de la absolución, rompiendo ante las cámaras del mundo el discurso de Trump del Estado de la Unión , el republicano se vio renovado y más fuerte que antes.
La encuestadora Gallup mostró que su aprobación a comienzo de mes subió a un 49%, la cifra más elevada desde que está en la presidencia, esto en gran parte por el apoyo casi unánime de los republicanos, donde un 94% lo apoya.
Los demócratas comenzaron su elección interna el 3 de febrero con los Caucus en Iowa, con una disputa entre 11 precandidatos que manejan diversas visiones ideológicas, y que aún no consolidan el proyecto demócrata.
Este proceso terminaría en escándalo, debido a un error en el nuevo sistema de recuento de votos con una aplicación móvil, tardando días para dar los resultados, por lo que el Comité Nacional Demócrata, a falta de un 3% de los votos, instaba por un nuevo recuento.
La votación en Iowa dejaría ganador al aspirante revelación Pete Buttigieg, pero la opinión pública se enfocó más en el escándalo que en las estrategias de los aspirantes. “Gran victoria para nosotros en Iowa esta noche. Gracias”, dijo un irónico Trump en Twitter.
A pesar de afrontar días en baja, el partido demócrata posee una alta militancia, que se ha hecho presente en anteriores comicios, tal como fue el inédito caso del expresidente Barack Obama en 2008, primer mandatario afroamericano del país, un demócrata que logró la reelección y gozó de altos niveles de aceptación.
Figuras importantes como Joe Biden, el socialista Bernie Sanders, Pete Buttgieg y el multimillonario Michael Bloomberg, tienen a su favor un amplio apoyo de votantes, son nombres que pueden levantar la cara del partido.
Pero para que esto suceda, la lógica electoral determina que deben unificar criterios y un candidato que sea capaz de enfrentar a un picante Trump y a su bancada republicana en los comicios del 3 de noviembre.
Una carrera que comienza
Trump se ha erigido como una figura polarizante al punto de radicalizar a sus opositores. Ahora tiene en la fragmentación de los demócratas una ventaja más, sumado a su astucia y sapiencia para manejar los hilos de la política y de la opinión pública estadounidense.
El polémico magnate se ha convertido en una cima difícil de superar para sus rivales.
Los años de elecciones presidenciales en Estados Unidos se presentan como una larga e impredecible carrera por llevar el mando de la única súper potencia del planeta, ya que muchos intereses están en medio.
Los venideros meses y las estrategias de los demócratas, así como los movimientos de un impredecible Trump, dictarán el camino a seguir en la carrera por llegar a la Casa Blanca.
El juicio político demostró el apoyo absoluto del Senado a Trump, y de un Partido Republicano que lo favorece casi a ciegas, consolidando su candidatura como representante final de la bancada frente al otro partido importante de EEUU, el Partido Demócrata, debilitado tras el fracaso del “impeachment”, y descoordinaciones en el reciente “Caucus” (asamblea ciudadana) de Iowa, y que aún no poseen un líder que unifique y mueva su electorado para impedir un nuevo mandato de Trump.
Luego de su absolución el 5 de febrero, Trump se jactó de su victoria, arremetiendo contra sus rivales demócratas en la red social Twitter, a quienes tildó de “perversos”, y que “gracias a sus noticias falsas, su popularidad subió un 10%”.
En los sondeos de preferencia electoral de las más importantes encuestadoras de EEUU, colocan a Trump favorito para la reelección, en un momento donde muchos especialistas vaticinaban su caída, pero que parece nutrirse del caos.
Trump en su mejor momento
Mientras los demócratas preparaban el juicio político, Trump tomó la postura de “víctima”, calificando todo como una “cacería de brujas”.
Se enfocó en cerrar en diciembre la primera fase del acuerdo comercial con China. Además, en enero autorizó eliminar al número dos de Irán (principal rival de EEUU en Medio Oriente), el general Qasem Soleimani, y semanas más tarde presentó su “proyecto de paz” para Medio Oriente.
Trump se centró en conseguir resultados palpables argumentando que “los demócratas son políticos que no aman a EEUU”, y “no concretan nada”.
Tales hechos de su mandato, considerados polémicos por algunos sectores de la sociedad estadounidense, servirían para afianzar su gestión ante los republicanos y frente a su electorado, el mismo que lo llevó a ganar las elecciones de 2016, y quienes bajo su mandato han visto el crecimiento económico del país, así como su menor índice de desempleo en décadas, ubicándose en solo 3,6%.
Para que el impeachment, liderado por la líder demócrata Nancy Pelosi, fuese viable, era necesaria la aprobación de al menos dos tercios de un Senado de mayoría republicana. Los demócratas acusaron a los republicanos de buscar la disolución del proceso para "librar a su militante de la justicia”.
Aun así, y teniendo las de perder, movilizaron su maquinaria, haciendo del juicio un “show mediático” nacional, pero que dejaría un rostro gris en sus filas. Con una Pelosi iracunda luego de la absolución, rompiendo ante las cámaras del mundo el discurso de Trump del Estado de la Unión , el republicano se vio renovado y más fuerte que antes.
La encuestadora Gallup mostró que su aprobación a comienzo de mes subió a un 49%, la cifra más elevada desde que está en la presidencia, esto en gran parte por el apoyo casi unánime de los republicanos, donde un 94% lo apoya.
Demócratas inician con mal pie la carrera presidencial
Los demócratas comenzaron su elección interna el 3 de febrero con los Caucus en Iowa, con una disputa entre 11 precandidatos que manejan diversas visiones ideológicas, y que aún no consolidan el proyecto demócrata.
Este proceso terminaría en escándalo, debido a un error en el nuevo sistema de recuento de votos con una aplicación móvil, tardando días para dar los resultados, por lo que el Comité Nacional Demócrata, a falta de un 3% de los votos, instaba por un nuevo recuento.
La votación en Iowa dejaría ganador al aspirante revelación Pete Buttigieg, pero la opinión pública se enfocó más en el escándalo que en las estrategias de los aspirantes. “Gran victoria para nosotros en Iowa esta noche. Gracias”, dijo un irónico Trump en Twitter.
A pesar de afrontar días en baja, el partido demócrata posee una alta militancia, que se ha hecho presente en anteriores comicios, tal como fue el inédito caso del expresidente Barack Obama en 2008, primer mandatario afroamericano del país, un demócrata que logró la reelección y gozó de altos niveles de aceptación.
Figuras importantes como Joe Biden, el socialista Bernie Sanders, Pete Buttgieg y el multimillonario Michael Bloomberg, tienen a su favor un amplio apoyo de votantes, son nombres que pueden levantar la cara del partido.
Pero para que esto suceda, la lógica electoral determina que deben unificar criterios y un candidato que sea capaz de enfrentar a un picante Trump y a su bancada republicana en los comicios del 3 de noviembre.
Una carrera que comienza
Trump se ha erigido como una figura polarizante al punto de radicalizar a sus opositores. Ahora tiene en la fragmentación de los demócratas una ventaja más, sumado a su astucia y sapiencia para manejar los hilos de la política y de la opinión pública estadounidense.
El polémico magnate se ha convertido en una cima difícil de superar para sus rivales.
Los años de elecciones presidenciales en Estados Unidos se presentan como una larga e impredecible carrera por llevar el mando de la única súper potencia del planeta, ya que muchos intereses están en medio.
Los venideros meses y las estrategias de los demócratas, así como los movimientos de un impredecible Trump, dictarán el camino a seguir en la carrera por llegar a la Casa Blanca.
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