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Las dificultades entre Japón y Surcorea para hacer las paces con el pasado

Mientras en Seúl las heridas de la guerra se mantienen abiertas, en Tokio se alude a un “cansancio hacia Corea del Sur” pues consideran que no se esfuerza para dejar atrás las disputas

  • AMANDA ACEVEDO

13/11/2019 05:30 am

Con la apertura de la sociedad coreana, poco a poco se han sentido más cómodos con respecto a tratar sobre lo que sucedió durante el colonialismo japonés y ser críticos de aquellos aspectos que no han sido tomados en cuenta o tratados de la manera correcta.

Para resolver el conflicto bilateral, Corea y Japón primeramente deben llegar a un acuerdo sobre el asunto de la indemnización a los trabajadores forzados y las “mujeres de confort”, que es el tema más polémico de la disputa.

“Ambos tienen que respetar el veredicto del poder judicial de Corea y tienen que encontrar una resolución entre ellos mismos”, indicó Yang Keeho, Profesor de estudios japoneses de la Universidad de Sungkonghoe. 

“Hasta ahora sus posiciones se han contrapuesto, sin embargo… una resolución a través de un acuerdo bilateral sería lo más eficaz”, destacó el profesor Yang.

La disputa ha incidido en los prejuicios que un país mantiene sobre el otro.

Si en Corea del Sur las heridas de la guerra se mantienen aún muy abiertas y se ve con sospecha al conservador Gobierno de Shinzo Abe, en los pasillos diplomáticos de Japón se alude a un “cansancio hacia Corea del Sur”. 

“Consideran que Seúl no está haciendo los esfuerzos suficientes para dejar atrás las disputas históricas y empezar a mirar hacia adelante”, explica Céline Pajon, investigadora sobre Japón del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI).

Y estas tensiones han empezado a repercutir en la vida cotidiana.

En Corea del Sur se realizaron dos masivas protestas en contra de las medidas de restricción de las importaciones por parte de Japón. El 27 de julio, 100.000 personas se reunieron en la plaza de Gwanghwamun, en Seúl. 



Gwanghwamun es un punto de referencia de la ciudad, así como un símbolo de la historia de Seúl durante la Dinastía Joseon, la puerta ha pasado a través de múltiples períodos de destrucción y deterioro.

Esa molestia en la sociedad surcoreana ante las medidas impuestas por Tokio desencadenó un boicot generalizado de productos y servicios japoneses, desde cerveza hasta ropa y viajes, lo que ha afectado a las empresas en lo que ya era el peor clima económico para Corea del Sur en una década.



Cho Min Hyuk quien administra un supermercado de 1.500 metros cuadrados en Seúl, está recibiendo el golpe voluntariamente. Más de 200 otros supermercados y tiendas de comestibles están haciendo lo mismo, según la Asociación Korea Mart, un grupo comercial que los representa.

 "Japón está presionando a Corea del Sur a través de los frenos de exportación, sin mostrarse arrepentido por sus malas acciones pasadas, es completamente inaceptable", dijo Cho, y agregó que a pesar de la caída del 10-15% en las ventas que ya enfrenta no cambiará de opinión.

Hongcheon Culture Foundation, un organizador del festival de la cerveza, reconoció haber cancelado un pedido de 1.2 toneladas de cerveza Kirin, incluso cuando en la edición del año pasado la marca japonesa representó una décima parte de sus ingresos.

Corea del Sur compra 61% de las exportaciones de cerveza de Japón, gastando 73.13 millones de dólares en 2018.

Responsabilidad por los actos pasados

Una de las cosas que más se ha criticado es la carencia de una disculpa sincera de parte de Japón por los actos atroces cometidos durante la colonización japonesa en la península coreana.  

Estos actos van desde la explotación y trabajo esclavizado al que fueron sometidos los coreanos, hasta colocar ventanas donde se encontraban mujeres entre 11 a 27 años para que complacieran a los soldados japoneses. Estas mujeres provenían de la península coreana, China, Filipinas y otros territorios bajo el control japonés.

Dado el historial político del primer ministro japonés Shinzo Abe, cuya familia pertenecía a la cúpula del Gobierno militarista, China y Corea del Sur (dos de los países que padecieron en mayor medida la brutal colonización japonesa) llevaban tiempo instando a Tokio a que pidiera perdón sin ambages.

Pero ha sido en vano, puesto que el primer ministro nipón ha evitado pedir disculpas en primera persona, con sus propias palabras, y en su lugar cita las declaraciones de administraciones anteriores.

La Cancillería surcoreana declaró en diversas ocasiones que si Japón desea contribuir a la paz mundial, sería importante para Japón reconocer y mostrar arrepentimiento de una manera honesta sobre su oscuro pasado durante la guerra para lograr la confianza y la reconciliación de la sociedad internacional.

Algunas agrupaciones cívicas e instituciones japonesas mantienen una oposición muy activa respecto a esta controversia, hasta el punto de rechazar cualquier recordatorio que se pretenda levantar en su memoria.

Una de las declaraciones más polémicas de Abe se dio en el 2015 cuando pareció quejarse del legado que dejó la contienda para su país y requirió que las futuras generaciones "no estén predestinadas a pedir perdón" por un conflicto "con el que no tuvieron nada que ver".

Una posición que ni siquiera genera una adhesión unánime en la sociedad japonesa algo que quedó reflejado en un discurso que pronunció días antes el ex primer ministro Yukio Hatoyama en Seúl, donde dijo que su país debería seguir solicitando excusas hasta que las víctimas digan "basta".

El político nipón señaló que "hubo mujeres cuya dignidad y honor fueron heridos de forma muy severa" y apunto que su país siempre querrá estar "al lado de sus corazones heridos", una expresión que queda lejos de la disculpa pública y explícita que continúan exigiendo estas víctimas en países como Corea del Sur, Filipinas o China.

El paso del tiempo no es excusa para “olvidar” las atrocidades cometidas en el pasado y Alemania es una prueba de ello. El pasado 1 de septiembre, cuando se cumplían 80 años desde que cayeron las primeras bombas de la Segunda Guerra Mundial, el presidente alemán pidió perdón en Polonia a las víctimas del holocausto.

“Estoy aquí humilde y descalzo ente el pueblo polaco y pido perdón. Cargo con un enorme peso histórico pero también llevo el espíritu de reconciliación que recibimos de Polonia. No olvidaremos nunca las heridas y sufrimientos que los alemanes infligimos a los polacos. ¡Jamás!”, dijo el presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier a las víctimas de la agresión alemana de 1939.

“No olvidaremos jamás los crímenes alemanes y asumimos la responsabilidad por ellos”, afirmó el mandatario alemán.

“Son los alemanes quienes cometieron un crimen contra la humanidad en Polonia. Quien quiera pretender que eso terminó, que el reinado del terror de los nacionalsocialistas sobre Europa es un acontecimiento marginal en la historia alemana, se juzga a sí mismo”, declaró. “No olvidaremos. Queremos acordarnos y nos acordaremos”, insistió Steinmeier en los actos conmemorativos

El presidente polaco Andrzej Duda, por su parte, agradeció a Steinmeier su presencia. “Estoy convencido de que esta ceremonia pasará a la historia de la amistad polaco-alemana”, dijo orientando los actos a reforzar la unidad europea, a la que reconoció como “garante de la paz en Europa”.

Para superar esta disputa entre las potencias asiáticas a través de una cooperación, se necesita que Japón deje de repetir su argumento de que las negociaciones se acabaron con el Tratado de 1965. Las víctimas están esperando la disculpa oficial y sincera, además de la indemnización del gobierno japonés y de las compañías japonesas. 
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