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Escenas y personajes atípicos cerca del frente anti ISIS en Siria

Desde que la fuerza kurdo-árabe, apoyada por la coalición internacional, lanzó la última ofensiva contra el resto del "califato" proclamado por ISIS en Siria, 40.000 civiles han abandonado la zona

  • AFP

16/02/2019 05:30 am

Baghuz, Siria.- Personajes atípicos ayudan a los civiles que huyen del último enclave del autoproclamado Estado Islámico (ISIS) en el este desértico de Siria: voluntarios cristianos estadounidenses que llegaron en familia o camioneros de tribus sirias al volante de remolques para cargar ganado.

Desde que una fuerza kurdo-árabe, apoyada por la coalición internacional antiyihadista, lanzó la última ofensiva contra el resto del "califato" proclamado por ISIS en Siria y en Irak, cerca de 40.000 personas dejaron las zonas de combates, citó AFP.

A veces a pie, mujeres, niños y hombres, salen de los territorios que están aún en poder de los yihadistas, una parte del pueblo de Baghuz y un campamento de carpas instalado por ISIS en las arenas ocres de esta planicie desértica.

Agotados y delgados tras semanas de bombardeos y de penurias alimentarias, llegan a territorios de la alianza kurdo-árabe de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS).

Pero una vez cruzan la línea del frente, nadie o casi nadie está ahí para dar apoyo.

Invocando riesgos de seguridad, las grandes organizaciones internacionales no enviaron sus equipos al lugar. Las FDS tienen dificultades para controlar este flujo por falta de recursos suficientes.

En ese paisaje, el equipo de los "Free Burma Rangers" es atípico.

Dirigido por un veterano del ejército estadounidense y ferviente cristiano, David Eubank, se puede ver actuar en una meseta que domina Baghuz al equipo de unos 25 voluntarios, entre ellos la mujer de Eubank y sus tres hijos.

"No estamos calificados para estar aquí. Pedía a Dios, ¿qué hago aquí?", cuenta Eubank, vestido con un traje militar, una pistola en el cinto y un sombrero de pescador en la cabeza.

"Oí que Dios (me) decía: renuncia a tu camino. Ven solo a ayudar", agregó.

A lo lejos, unos veinte civiles caminan hacia la explanada desde Baghuz. El exmilitar y otro benévolo bajan la pendiente arenosa para ayudar a las mujeres a subir sus bolsas llenas de cosas y a los niños a subir al sitio.

"Dios nos envió"

No lejos de ahí, un voluntario que lleva una barba poblada, se ocupa de un niño débil, herido en el pecho. Reclama en inglés antibióticos, frente a la mirada confusa de su "paciente".

Christian Eubank creó el FBR en Birmania en 1997, con una consigna sacada de un versículo de la Biblia que invita a la gente a "predicar la buena nueva a los pobres" y a "ayudar a los oprimidos".

Luego de que ISIS conquistara en 2014 partes enteras de los territorios sirio e iraquí, el FBR se implantó en Irak, donde el equipo se volvió famoso por haber salvado a una niña que perdió a su madre en combates contra ISIS en Mosul, la gran ciudad del norte del país.

¿Qué los llevó a Siria? "Otro mensaje de Dios", afirma Sahale, la hija mayor del fundador de la ONG.

"De lo contrario no hubiéramos venido", asegura esta joven rubia de 18 años, encargada habitualmente de llevar a los heridos hacia el principal punto de recepción de civiles instalado por las FDS. Beneficiándose de una tarde calmada, estudia el idioma thaï a la sombra de un vehículo blindado.

En sus horas libres, el equipo de benévolos practica el jogging en la planicie siria o se dedica a orar, dice Tyler Sheen, voluntario de 24 años.

Originario de El Colorado, piensa estar en el buen lugar en el buen momento para asistir a la caída de ISIS: "Es la plaga, el mal del que más se habla en el mundo...pienso que es formidable estar aquí".

Remolques para cargar ganado

Aunque los voluntarios estadounidenses afirman estar inspirados en la voluntad divina, otro equipo dice que está motivado por el dinero.

Once choferes, miembros de una tribu del este de Siria, fueron contratados por las FDS para transportar hacia los campamentos de desplazados a los civiles que fueron controlados y requisados minuciosamente.

El trayecto hacia el campamento de Al-Hol en el norte de Siria durará seis horas. Habituados al transporte de ganado o de material agrícola, los conductores reciben un pago de 75.000 libras sirias (150 dólares) para recorrer de ida y regreso 600 km.

"En todas partes donde haya un trayecto que dé dinero...lo hacemos", afirma uno de ellos, Farhan al-Ali. Inclusive si es necesario consumir pastillas para seguir despiertos, confiesan algunos.

"A veces llegamos a Al-Hol a las dos o tres de la mañana, luego regresamos inmediatamente a Al-Chouhayl", cuenta Abu Hammud, chofer de 54 años, con un keffieh rojo y blanco que envuelve su cabeza.
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