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OPINIÓN

El Memorándum de Budapest y el golpe de Estado en Ucrania

En el referéndum del 16 de marzo de 2014, realizado bajo la observación internacional, el 97% de la población de Crimea optaron por reunificarse con Rusia

  • Diario El Universal

02/12/2018 05:30 am

Vladmir Zaemsky 
Embajador de Rusia 

Algunos políticos y periodistas, sobre todo de Ucrania y EEUU, declaran que Rusia, al aceptar la solicitud de la República de Crimea a reintegrarse a la Federación de Rusia, ha violado sus obligaciones según el Memorándum de Budapest. Con tal afirmación falsa promueven la campaña mediática en varios países occidentales para desacreditar a Rusia y presentarla como violador de acuerdos internacionales. Considero necesario ofrecerles a los lectores la información verídica al respeto.

El 5 de diciembre de 1994 en Budapest, Hungría, los líderes de Rusia, EEUU, el Reino Unido y Ucrania firmaron el Memorándum de Budapest sobre Garantías de Seguridad, un acuerdo político que ofreció mencionadas garantías de seguridad de parte de sus signatarios con respecto a la adhesión de Ucrania al Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP).

Es de recordar que tras la desintegración de la Unión Soviética resultó que en el territorio de Ucrania ya independiente, así como en Bielorrusia y Kazakstán se quedó un número significante de armas nucleares de la ex Unión Soviética. Había temores (eran justamente los países occidentales que expresaban preocupaciones extraordinarias sobre ello) que Ucrania pudiera demandar el estatus de “potencia nuclear”. Al mismo tiempo para todo el mundo estaba claro que Kiev nunca había ejercido control operativo sobre armamentos nucleares en su territorio que sólo “físicamente” permanecían allí. En realidad todas las armas nucleares soviéticas estaban bajo plena jurisdicción del Gobierno central de la URSS, y luego de la Federación de Rusia que había sido reconocida mundialmente como el Estado sucesor de la Unión Soviética.

Está claro que eventuales pretensiones de Ucrania de obtener el “estatus nuclear” atemorizaban a muchos. Dado que ello teóricamente pudiera socavar el régimen del TNP, que excluye la posibilidad de obtener el estatus de “Estado nuclear” por un nuevo Estado parte del Tratado (el Artículo IX del mismo estipula claramente que “un Estado poseedor de armas nucleares es un Estado que ha fabricado y hecho explotar un arma nuclear u otro dispositivo nuclear explosivo antes del 1º de enero de 1967”).

El Memorándum de Budapest fue elaborado justamente para resolver de manera urgente tales tareas complicadas y proveer la adhesión de Ucrania al TNP como “Estado no nuclear”. 

Es de recalcar que Ucrania se comprometió voluntariamente a adherirse al TNP como “Estado no nuclear” y con tal fin tomar inmediatamente todas las acciones necesarias, incluyendo trasladar y eliminar de su territorio todas las armas nucleares y equipamiento pertinente. 

De esta manera el objetivo del Memorándum consistía en fortalecer el régimen de no proliferación nuclear e impedir que se aparecieran nuevos poseedores de armas nucleares tras la desintegración de la URSS. En aquel entonces nadie pudo suponer que algún día Kiev formularía sus pretensiones de poseer las armas nucleares. 

El Memorándum de Budapest no es un tratado internacional y no impone obligaciones jurídicas adicionales a los Estados aparte de las que los mismos tenían al momento de su firma. Los compromisos de los depositarios del TNP confirmados en el Memorándum de acuerdo con los principios estipulados en el Acta Final de Helsinki de la OSCE – abstenerse de la amenaza de fuerza o el uso de fuerza contra la integridad territorial e independencia política de Ucrania, así como respetar la independencia, soberanía y fronteras existentes – se observan plenamente. Además, los principios reafirmados en el documento, incluyen el de igualdad y derecho de los pueblos a definir su propio destino. Justamente este principio fue aplicado en Crimea. En la cumbre del CSCE en Budapest en 1994 y en las actividades al margen de este encuentro Rusia de ninguna manera se comprometía a forzar a una parte de Ucrania a permanecer dentro de este Estado en contra de la voluntad de la población local. En ninguna de sus partes el Memorándum estipula tal obligación.

Además, está claro que los términos del documento de ninguna manera pueden hacer extensivos a las circunstancias derivadas tanto del accionar de los factores políticos internos y socio-económicos de Ucrania como por la injerencia directa de EEUU y algunos países de la Unión Europea que condujeron al sangriento golpe de Estado en Kiev en febrero de 2014 (es decir, pasados 20 años después de la firma del Memorándum de Budapest).

Es importante también que la parte integrante del paquete de acuerdos de Budapest fue la aprobación junto con el Memorándum del Comunicado conjunto de los líderes de Gran Bretaña, EEUU, Rusia y Ucrania que, entre otros, reafirmaba la importancia de las obligaciones en el marco de la OSCE dirigidas a contrarrestar el crecimiento de nacionalismo y chovinismo agresivos. Es obvio, que Kiev no cumplió con tales obligaciones y en el transcurso de muchos años abiertamente toleraba el crecimiento de nacionalismo ucraniano en sus formas más radicales, oprimiendo el derecho del pueblo de Crimea a decidir su propio destino que está plasmado en la Acta Final de la OSCE. Lo que a fin de cuentas llegó a ser el factor decisivo para que el pueblo de Crimea ejerciera su derecho a autodeterminación y optara por reunificarse con Rusia.

Quiero subrayar que la integración de Crimea y la ciudad de Sebastopol con Rusia es una forma legal de realizar el derecho a autodeterminación en la situación cuando en Ucrania se efectuó el golpe de Estado con el empleo de fuerza y el apoyo desde el exterior. Tal forma de realizar el mencionado derecho fue la única manera posible de defender los intereses vitalmente importantes del pueblo de Crimea ante el desenfreno de nacionalistas radicales en Ucrania. En el referéndum del 16 de marzo de 2014, realizado bajo la observación internacional, el 97% de la población de la península optaron por reunificarse con Rusia. 

Los que hablan de una “usurpación” o “anexión” de Crimea desdeñan el derecho legítimo de la población de la península de determinar su propio destino. Las afirmaciones de que ello fuera hecho bajo la presión no corresponden absolutamente a la realidad, ya que ni en vísperas ni durante la toma de decisión no se hizo ni un solo disparo en Crimea. Ucrania perdió su integración territorial por causa de procesos internos y complejos en este país. Ni Rusia, ni sus compromisos asumidos según el Memorándum, no tienen ninguna relación con ello.



En lo que se refiere a los intentos incesantes de acusar a Rusia de injerencia militar en los acontecimientos en el Sureste de Ucrania hay que recalcar que no se ha presentado ni una sola prueba fehaciente de supuesta presencia de las tropas rusas en esta región, simplemente, porque no se encuentran y nunca han estado allá. Rusia observa estrictamente sus obligaciones de respetar la soberanía de Ucrania según el Memorándum de Budapest, a diferencia de EEUU y algunos países de la Unión Europea que en el transcurso de los acontecimientos en el “Maidan” en 2014 pisotearon de manera grosera esta soberanía y en diferentes formas tomaron parte en liquidación del poder público legítimo en Kiev.

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