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La verdad sobre el estallido de la gran guerra y la "colusión de Múnich"

Gran Bretaña y Francia firmaron con Hitler declaraciones de no agresión que dieron paso a la incursión nazi al Este. La URSS resultó prácticamente aislada y a solas con la máquina militar alemana.

  • NOTA DE PRENSA

23/09/2018 05:30 am

Por el Agregado de Prensa de la Embajada de Rusia en Venezuela

“Mi afán insaciable es destruir Checoslovaquia de una acción militar en un futuro muy próximo”.
Adolf Hitler, mayo 30 de 1938

No podemos olvidar la tragedia de la Segunda Guerra Mundial para que ésta no se repita. Algunos diletantes aficionados a la historia, a veces deshonestos, quienes hacen negocio con su conciencia inventando mentiras no tienen derecho a tergiversar el pasado. Presentes líneas están dedicadas al aniversario de la traición que se convirtió en aquella chispa que provocó incendio de la guerra más sangrienta y brutal en la historia de la humanidad. 

El recuerdo de las decenas de millones fallecidos en aquella enorme masacre nos obliga a preservar la verdad, más aun cuando se propagan las campañas de información falsa destinadas a demostrar la “responsabilidad histórica” de la Unión Soviética y por lo tanto de Rusia por el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Los hechos están distorsionados, algunos, incluyendo los más significativos, se silencian o se mencionan de paso. 

Uno de tales ejemplos silenciados se presenta con la Conferencia de Múnich del 29 de septiembre de 1938 y su fruto final - el acuerdo firmado por los jefes de cuatro estados – la Alemania nazi, la Italia fascista, el Reino Unido y Francia. El resultado de aquellas acciones fue la división de Checoslovaquia entre Alemania, Polonia y Hungría. 

Los acuerdos de Múnich fueron el apogeo de así llamada política de “pacificación” que consistía en reducir a precio de las concesiones separadas la presión de Alemania sobre países occidentales y dirigir la expansión nazi hacia el Este, hacia la URSS. 

El “sistema de seguridad colectiva” como una alternativa a la “pacificación” fue abogada por la URSS. En 1935 el gobierno soviético firmó con Francia y Checoslovaquia tratados de ayuda mutua, considerados como la base del dicho sistema. Sin embargo, según el tratado soviético-checoslovaco, la URSS podría prestar su asistencia solo en caso de que Francia empezara a realizar sus compromisos similares. 

Un opositor convencido contra la seguridad colectiva era el Reino Unido, que presentó su concepto de “neutralizar” Checoslovaquia. Del 28 al 29 de abril de 1938 en una reunión de primeros ministros y ministros de relaciones exteriores de Gran Bretaña y Francia se tomó la decisión de inducir a Praga a que aceptase las pretensiones de Alemania.

Moscú, al contrario, quería activar las palancas de la seguridad colectiva. El 17 de marzo de 1938 el Comisario del Pueblo para Relaciones Exteriores Maxim Litvinov anunció la disposición de la Unión Soviética a "ayudar decididamente a los checos en caso de que se pusieran a luchar por su independencia". 

Con este objetivo el alto mando soviético movilizó varias unidades militares - cuerpo de tanques, 30 divisiones de infantería, 10 de caballería y 7 blindadas, una brigada de infantería motorizada y 12 brigadas de aviones, así como el ejército de Artillería Antiaérea. En caso de juntarse con los potenciales militares de Checoslovaquia y Francia tal conjunto de fuerzas hubiera podido enfrentar con éxito la maquinaria de guerra de la Alemania nazi. Sin embargo, las ideas de Moscú no eran aceptadas por el Reino Unido que intensificó sus contactos con los nazis.

El presidente checoslovaco Sr. Benesh se negaba a creer que Londres fuese capaz de una traición tan vil y cínica. El líder británico Sr. Chamberlain le desilusionará en una reunión regular con Hitler en la ciudad de Bad Godesberg del 22 al 23 de septiembre de 1938 donde se conformó con el líder nazi quien insistía en la ocupación inmediata de los Sudetes, una parte de Checoslovaquia poblada con alemanes. 

Además los organizadores no dejaron participar en aquella cumbre a los representantes de Checoslovaquia ni de la Unión Soviética. Sin entrar en debates largos los participantes aprobaron el texto preparado por Alemania que le permitía apoderarse de los Sudetes y varias otras regiones de Checoslovaquia.

De esta manera voluntarista las grandes potencias siguiendo sus propios intereses y sin haber preguntado Checoslovaquia sacrificaron vergonzosamente el país independiente entregándolo a la administración alemana. Praga tuvo que aceptar todas las condiciones del ultimátum. 

Muy pronto se hizo evidente que Praga había tomado la decisión de no luchar por su tierra a causa de la postura de la vecina Polonia que había declarado su intención de atacar Checoslovaquia junto con los nazis esperando de esa manera satisfacer sus propias demandas territoriales (incluyendo unas regiones de Silesia: Frishtadt, Teschen, Jablunkov). 

Según sus órdenes el cuerpo expedicionario polaco debería iniciar operación la noche del 30 de septiembre al 1 de octubre de 1938 bajo el pretexto de que el ejército checoslovaco lanzó ataque contra polacos. Con este fin la agencia de noticias polaca difundió información sobre un “incidente fronterizo” entre Polonia y Checoslovaquia según la cual checos fueron los primeros que supuestamente “dispararon contra polacos”. Más tarde la misma Polonia caería víctima de una provocación semejante cuando el 1 de septiembre de 1939 los alemanes armaron por la noche el llamado “ataque polaco” a la emisora de radio nazi en la localidad de Gliwice con soldados de las Waffen-SS disfrazados de militares polacos lo que sirvió de pretexto para el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Pero todo aquello iba a suceder un año más tarde. 

Por ahora estamos en septiembre de 1938, cuando aún existía una posibilidad viable de proteger Checoslovaquia, frenar al agresor e impedir la Segunda Guerra Mundial. Aquella última ocasión fue perdida por culpa de las principales potencias del Occidente. 

Es imposible mantener la paz cediendo constantemente al agresor, lo que solo alimenta sus apetitos, fuerzas y el sentido de impunidad. Hitler chantajeaba a los líderes europeos y nunca se conformaba con lo que alcanzaba. La política de “pacificación” solo lo convenció al mando nazi de la debilidad de las democracias occidentales que paso a paso rindieron sus posiciones para convertirse finalmente en una presa fácil. Escogiendo entre la vergüenza y la guerra, eligieron la vergüenza y obtuvieron la guerra.

En marzo de 1939 todo el territorio de Checoslovaquia se convirtió en una parte integral del III Reich fascista como un estado títere por concepto de protectorado de Chequia y Moravia. La crisis checoslovaca terminó en la liquidación de un estado más del mapa de Europa. 

Después de la “colusión de Múnich” Gran Bretaña y Francia firmaron con Hitler declaraciones de no agresión que dieron paso a la incursión nazi hacia el Este. La URSS resultó prácticamente aislada y a solas con la máquina militar alemana dotada de sus enormes trofeos en Europa. 

Así fue el preludio de la gran guerra. Es inadmisible ocultarlo. Se dice que los tontos aprenden de sus propios errores mientras que las personas inteligentes aprenden de los errores ajenos. Esperemos que el enfoque sincero siempre domine en las evaluaciones del presente así como del pasado, que el conocimiento de la verdad no tergiversada permita a todos no repetir errores de los ancestros y salvaguardar la paz en el mundo entero. 

Por el Agregado de Prensa de la Embajada de Rusia en Venezuela
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