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Primer debate presidencial muestra un Brasil dividido y sin Lula

Las políticas de corte liberal que ha implementado Michel Temer en los dos últimos años fueron objeto de críticas por parte de algunos candidatos a la Presidencia,

  • AFP

11/08/2018 05:30 am

Sao Paulo, Brasil.- El primer debate televisivo de las elecciones presidenciales en Brasil mostró la noche del jueves un país dividido ante sus comicios más inciertos y transcurrió sin prácticamente alusiones a la ausencia del favorito para ganarlas: el encarcelado expresidente Lula da Silva.

El evento, organizado por la cadena televisiva Bandeirantes de Sao Paulo, duró más de tres horas y se prolongó hasta pasada la una de la madrugada, con la participación de ocho de los trece candidatos para la votación del 7 de octubre, que decidirá quién sucederá al impopular presidente conservador Michel Temer, aseguró AFP.

La corrupción, la violencia y las dificultades económicas del gigante latinoamericano centraron un debate menos crispado de lo esperado, aunque tuvo algunos momentos álgidos.

Uno de los principales focos de la noche estaba en el desempeño del diputado de ultraderecha Jair Bolsonaro -segundo en las encuestas con Lula y primero en su ausencia- y en sus principales rivales para la eventual segunda vuelta del 28 de octubre: la ambientalista Marina Silva y el centroderechista exgobernador de Sao Paulo Geraldo Alckmin.

Pero el excapitán del Ejército, comparado a menudo con el presidente estadounidense Donald Trump, se mostró menos suelto que en sus apariciones en las redes sociales y se enfrascó en defender sus propuestas de legalizar el porte de armas, la "castración química voluntaria" para violadores y propuso crear más "escuelas militarizadas" para niños.

La escalada de la violencia en Brasil, que cerró 2017 batiendo un nuevo récord con cerca de 64.000 homicidios, es culpa de "la equivocada política de derechos humanos", manifestó este nostálgico de la dictadura militar (1964-1985), que se presenta como alternativa a la vieja política corrupta.

"Usted es harina del mismo saco... ¿Cómo se siente en tener más casas que proyectos (aprobados en el Parlamento - 2 proyectos en 27 años?", le espetó el izquierdista Guilherme Boulos, el único en mencionar la ausencia de Lula en el debate.

Alckmin trató de mostrarse como el hombre con experiencia y serio que el país necesita "para que la economía crezca y crezca con fuerza", mediante las reformas reclamadas por el mercado.

El candidato del PSDB (el partido del expresidente de Fernando Henrique Cardoso) se esforzó, sin embargo, en tomar distancia del gobierno de Temer, que impulsó varias de esas reformas desde que asumió en 2016 tras el impeachment a Dilma Rousseff.

"Quienes crearon el problema no van a resolverlo", le lanzó la única mujer de los trece candidatos, Marina Silva -una exministra de Lula, de origen humilde y confesión evangélica- que defendió con sobriedad y contundencia a los más desfavorecidos.

Discreto "debate" paralelo del PT 

Con la participación más que discreta del centro-izquierdista Ciro Gomes y la 'revelación' del deslenguado diputado y pastor evangélico Cabo Daciolo, la gran ausencia en la sala de TV Bandeirantes apenas se hizo notar.

Lula -que lidera las intenciones de voto aunque su candidatura será con toda probabilidad impugnada por la justicia electoral- había insistido en participar por videoconferencia en este primer debate desde su celda en Curitiba (sur), pero la justicia le denegó el jueves un último recurso para hacerlo.

Esa decisión "viola el derecho del pueblo brasileño y de los otros candidatos de discutir las propuestas de mi candidatura y hasta de criticarme mirándome a la cara, y viola también mi derecho de responder... El nombre de eso es censura", denunció Lula en una carta enviada al canal de televisión y publicada en sus redes sociales.

El exmandatario (2003-2010) está condenado en segunda instancia a 12 años y un mes de prisión por recibir un apartamento de una constructora como un soborno

El líder histórico de la izquierda tuvo, en lugar del debate, un modesto plató "propio": su Partido de los Trabajadores (PT) organizó un foro paralelo con la participación de su compañero de fórmula, el exalcalde de Sao Paulo Fernando Haddad.

Lula, que sigue contando con un tercio de intenciones de voto, prácticamente el doble que cualquiera de sus adversarios, se declara inocente y denuncia una conspiración político-judicial para impedirle volver al poder.

En los comicios de octubre se elegirán también a los 27 gobernadores, a los 513 diputados y a dos tercios de los 81 senadores brasileños.

Los debates, junto con el tiempo de propaganda gratuita de radio y televisión, a partir del 31 de agosto, y los fondos electorales que se distribuyen según el tamaño de los partidos o las coaliciones, son claves para el desempeño de los candidatos.

Sin embargo, una encuesta divulgada este mes por la Confederación Nacional de Industrias (CNI) revela que un 45% de los brasileños se declaran "pesimistas o muy pesimistas" respecto a las elecciones y que un 33% de los votantes votarían en blanco.

Prometen empleo y relegan la corrupción

Los principales candidatos prometieron crear empleo, pero pasaron de puntillas sobre la corrupción, en el primer debate televisado.

En estos comicios, los más inciertos desde la redemocratización del país, en 1985, tendrán unas 13 duplas en competencia, señaló Efe.

Una de las principales preocupaciones durante las más de tres horas de discusiones en el debate de la noche del jueves fue la recuperación económica tras la crisis vivida entre 2015 y 2016, los altos índices de desempleo, el crecimiento de la deuda y la falta de competitividad.

Alckmin, erigido como el candidato del establishment, destacó la necesidad de crear empleo y renta y para ello consideró que Brasil "necesita crecer" con objeto de recuperar su "competitividad".

En la misma línea se manifestaron Silva y Meirelles, principal ideólogo de la política económica del actual Gobierno del presidente Michel Temer.

Precisamente las políticas de corte liberal que ha implementado en los dos últimos años el jefe de Estado, cuyo mandato expira el próximo 1 de enero de 2019, fueron objeto de críticas por parte de algunos candidatos.

Uno de ellos fue Gomes, quien aseguró que la "salvaje" reforma laboral impulsada por Temer introdujo "inseguridad" y fue "un error grave" que prometió "corregir" a fin de reducir los 13 millones de desempleados que hay en el país.

"Aquí hay 50 tonos de Temer. Mucha gente que está aquí pidiendo cambios necesita revisar lo que estaba haciendo el verano pasado", aseveró el líder de los Sin Techo, Guilherme Boulos.

Las candidatos hicieron menciones sueltas a políticas de igualdad dirigidas a las mujeres, la mejora en los sistemas de Educación y Salud, la extrema violencia, pero pasaron casi por encima sobre la corrupción, que tanto ha golpeado al país en los últimos años y salpicado a algunos candidatos como a Alckmin y a Silva.

Alckmin, uno de los más cuestionados durante el debate, prometió acabar con la impunidad de los delitos de guante blanco, mientras que Silva se comprometió a establecer "criterios éticos y técnicos" en su gestión.

En la cita, con pocas dosis de debate entre los candidatos, el ultraderechista Bolsonaro, excapitán del Ejército y nostálgico de la dictadura militar (1964-1985), denunció que la mayoría de los ministros responden a intereses políticos y dijo que el Ministerio de Transportes "es uno de los más corruptos de Brasil".

"Solo hay uno que puede cambiar el destino de Brasil. Ese se llama Jair Bolsonaro", indicó él mismo, quien fue calificado por Boulos como "racista, machista y homofóbico", en base a su largo historial de polémicas declaraciones.


Denuncia de ministro

El asesinato de la concejal brasileña Marielle Franco podría tener motivaciones políticas ya que hay agentes públicos y políticos que están involucrados en él, dijo este viernes el ministro de Seguridad, Raul Jungmann.

"No voy a revelar los nombres para no entorpecer el avance de las investigaciones, pero tenemos la implicación de agentes públicos y de políticos", dijo el ministro al referirse a este "complejo" crimen, que conmocionó al mundo y que lleva casi cinco meses sin resolverse.

"Cuando tú tienes la implicación de personas que tienen poder, de hecho, ellos tienen una capacidad de resiliencia y de movilizar defensas o movilizar medios para resistir. Pero no tengo la menor duda de que no hay nada que impida denunciarlos, a todos", manifestó Jungmann a periodistas.

Según la prensa brasileña, los políticos presuntamente implicados en el asesinato serían tres diputados estatales de Rio de Janeiro del partido MBD del presidente Michel Temer: Edson Albertassi, Paulo Melo y el poderoso expresidente de la Asamblea Jorge Picciani, todos presos por una trama corrupta en el sector de los transportes de la ciudad.

El diputado estatal Marcelo Freixo (PSOL, izquierda), mentor político de Franco e impulsor de una investigación parlamentaria que en 2008 desenmascaró a las poderosas milicias parapoliciales, confirmó que fue citado a una reunión con la comisaría de homicidios y la fiscalía para conversar sobre la posible implicación de esos tres colegas.

"No estamos acusando a nadie. Eso es tarea de la Policía Civil. Lo que nos toca es presionar por una respuesta. Queremos que todas las hipótesis sean investigadas", dijo Freixo en su Facebook.

Jungmann no quiso dar muchos detalles de esa trama, pero dijo que "existen varias pistas, desde disputas hasta la cuestión de ocupación de cargos".

La revista Veja asegura que esta línea apunta a que el asesinato de Franco "sería una forma de venganza para alcanzar al propio Freixo".

Hasta ahora, las autoridades habían dicho que las milicias parapoliciales serían las ejecutoras del crimen porque la concejal aparentemente había contrariado los intereses de esos grupos que aterrorizan y extorsionan a habitantes de las zonas más humildes de Rio.

Franco, una concejal negra del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) de 38 años, fue acribillada el pasado 14 de marzo dentro de su auto en el centro de Rio junto a su conductor Anderson Gomes, en un episodio que generó multitudinarias manifestaciones a lo largo de Brasil.

La política era una firme defensora de minorías, en particular de las mujeres negras y de la comunidad LGBT, y una aguerrida crítica de las violencias policiales en las empobrecidas favelas, donde ella creció.  
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