Indonesia y la seguridad alimentaria mundial
La gestión indonesia ha permitido al G20 mantenerse como un espacio de concertación. Especialmente en relación con los esfuerzos para alcanzar una rápida recuperación económica mundial
Indonesia tiene en la actualidad la responsabilidad de liderar al G20, principal foro de cooperación económica en el mundo. En este sentido, su gobierno ha definido una posición clara ante los más recientes retos globales: demostrar que diferentes posiciones político-ideológicas pueden llevar a consensos; en la medida que se privilegie el diálogo y la concertación, en lugar del lenguaje destructivo y arrasador de la contraparte.
De esta manera, en un mundo tan convulso, la gestión indonesia ha permitido al G20 mantenerse como un espacio de concertación. Especialmente en relación con los esfuerzos para alcanzar una rápida recuperación económica mundial, avanzar en la estabilidad política de distintas regiones del mundo y, en el ámbito social, garantizar el acceso de la población mundial a los alimentos.
Acerca de este último objetivo, el contexto no ha sido favorable. Luego de los problemas provocados por la pandemia del COVID-19, la invasión rusa a Ucrania paralizó de nuevo las cadenas de suministro de alimentos, provocando un mayor incremento de precios en rubos como el trigo, el maíz y los aceites vegetales. Y ante esta nueva restricción al acceso a las materias primas, las perspectivas de mayor inflación, inseguridad alimentaria y hambre aumentaron.
Situación que no se ha acrecentado debido al papel asumido por Indonesia en la gestión de la cooperación económica internacional, primero dentro del G20 y luego replicada a nivel mundial. Esta se ha caracterizado por corresponderse con una acción pública informada y vigorosa, que resalta la importancia del diálogo y la concertación para sobrellevar imprevistos.
Al respecto, la experiencia acumulada por este país asiático en el manejo de sus propias crisis alimentarias le permitió incluir como prioridad a la seguridad alimentaria dentro de la agenda a negociar en el marco de la cumbre del G20 celebrada en Bali durante noviembre de 2022. fue una ventaja fortuita. Esto permitió que las autoridades de los países miembros discutieran sobre el tema meses antes de la reunión y, una vez se evidenciaron los efectos de la invasión rusa, la perspectiva de crisis alimentaria se hizo realidad y aumento la interés del mundo por encontrar una pronta solución.
Esto permitió que la última cumbre del G20 finalizará con una declaración detallada sobre la crisis de seguridad alimentaria que vive el mundo. Un consenso alrededor de la posición cooperativa como la única forma de garantizar la producción y el acceso a los alimentos por parte de la población mundial. La unión de voluntades alrededor de un tema que afecta a todos.
A partir de este esfuerzo diplomático, la sociedad civil representada por los centros de investigaciones de distintas universidades, los think tanks y las ONGs respondió cónsono con la suma de voluntades alcanzada. De esta manera, se movilizó y facilitó la gestión de la información para aclarar lo que estaba sucediendo a los responsables políticos y tomadores de decisiones. De esta manera, se generó una dinámica de intercambio de información que facilitó la comprensión de la crisis y resaltó la necesidad de formular políticas públicas para minimizar los riesgos que enfrentan muchos países por su vulnerabilidad a la escasez de alimentos. Y aunque la incertidumbre sigue siendo evidente, la acción consensuada de los países del mundo nos aproxima a días mejores en materia económica, política y social.
@zerpasad
De esta manera, en un mundo tan convulso, la gestión indonesia ha permitido al G20 mantenerse como un espacio de concertación. Especialmente en relación con los esfuerzos para alcanzar una rápida recuperación económica mundial, avanzar en la estabilidad política de distintas regiones del mundo y, en el ámbito social, garantizar el acceso de la población mundial a los alimentos.
Acerca de este último objetivo, el contexto no ha sido favorable. Luego de los problemas provocados por la pandemia del COVID-19, la invasión rusa a Ucrania paralizó de nuevo las cadenas de suministro de alimentos, provocando un mayor incremento de precios en rubos como el trigo, el maíz y los aceites vegetales. Y ante esta nueva restricción al acceso a las materias primas, las perspectivas de mayor inflación, inseguridad alimentaria y hambre aumentaron.
Situación que no se ha acrecentado debido al papel asumido por Indonesia en la gestión de la cooperación económica internacional, primero dentro del G20 y luego replicada a nivel mundial. Esta se ha caracterizado por corresponderse con una acción pública informada y vigorosa, que resalta la importancia del diálogo y la concertación para sobrellevar imprevistos.
Al respecto, la experiencia acumulada por este país asiático en el manejo de sus propias crisis alimentarias le permitió incluir como prioridad a la seguridad alimentaria dentro de la agenda a negociar en el marco de la cumbre del G20 celebrada en Bali durante noviembre de 2022. fue una ventaja fortuita. Esto permitió que las autoridades de los países miembros discutieran sobre el tema meses antes de la reunión y, una vez se evidenciaron los efectos de la invasión rusa, la perspectiva de crisis alimentaria se hizo realidad y aumento la interés del mundo por encontrar una pronta solución.
Esto permitió que la última cumbre del G20 finalizará con una declaración detallada sobre la crisis de seguridad alimentaria que vive el mundo. Un consenso alrededor de la posición cooperativa como la única forma de garantizar la producción y el acceso a los alimentos por parte de la población mundial. La unión de voluntades alrededor de un tema que afecta a todos.
A partir de este esfuerzo diplomático, la sociedad civil representada por los centros de investigaciones de distintas universidades, los think tanks y las ONGs respondió cónsono con la suma de voluntades alcanzada. De esta manera, se movilizó y facilitó la gestión de la información para aclarar lo que estaba sucediendo a los responsables políticos y tomadores de decisiones. De esta manera, se generó una dinámica de intercambio de información que facilitó la comprensión de la crisis y resaltó la necesidad de formular políticas públicas para minimizar los riesgos que enfrentan muchos países por su vulnerabilidad a la escasez de alimentos. Y aunque la incertidumbre sigue siendo evidente, la acción consensuada de los países del mundo nos aproxima a días mejores en materia económica, política y social.
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