Pese a la ruptura que su elección género en el hito derechista de la política colombiana, Gustavo Petro, llega al poder con un amplio gabinete en el que incluye a diferentes personajes, de todas las tendencias políticas: derecha, centro e izquierda. Con un importante equilibrio de género, que se marca por su vicepresidenta, Francia Marquéz, quien además liderará el nuevo Ministerio de la Igualdad.

Hasta ahora se han dado a conocer los nombres de quienes ocuparán los ministerios de Relaciones Exteriores (Partido Conservador), Hacienda y Crédito Público (Partido Liberal), Defensa Nacional (Independiente), Agricultura y Desarrollo Rural (Partido Liberal), Salud y Protección Social (Independiente), Educación Nacional (Colombia tiene futuro), Ambiente y Desarrollo Sostenible (Colombia Humana), y Cultura (Unión Patriótica).

Además del Ministerio de la Igualdad y Mujer, Petro también pretende crear el Ministerio de Paz, Seguridad y Convivencia.

Quienes trabajaron con él la Alcaldía dicen que no es fácil de tratar, que no es muy dado a trabajar en equipo y que toma las decisiones solo. Eso provocó numerosas renuncias y el cambio de más de medio centenar de altos directivos en sus cuatro años de gestión.

La más sonada fue la de su primer secretario de Gobierno, Antonio Navarro Wolff, quien hizo parte de la dirección nacional del M-19 entre 1974 y 1990 y es uno de los políticos más reconocidos del país, pero renunció a trabajar con Petro en Bogotá apenas cuatro meses después de asumir el cargo.

"Petro es un poco como el Llanero Solitario", dijo en esa época Navarro al diario El Tiempo.

Casado con Verónica Alcocer y padre de seis hijos con diferentes mujeres, Petro llega a la Presidencia alejado de varios de sus grandes compañeros de viaje, y sin muchas de sus ideas "revolucionarias".

Quienes le conocen, describen al líder de "Colombia Humana" como un personaje "tímido, callado y ufano", pero un gran orador y cómodo cuando sube al escenario de las repletas plazas públicas, donde cautiva a sus oyentes con frases grandilocuentes y discursos cautivadores.

Tanto así que cuando fue alcalde de Bogotá, entre 2012 y 2015, una de sus principales estrategias políticas era pronunciar discursos para las multitudes desde el balcón del Palacio de Liévano, sede de la Alcaldía, que está ubicada en la Plaza de Bolívar, donde el domingo jurará como presidente de Colombia.

En su autobiografía, "una vida, muchas vidas", que fue publicada pocos meses antes de la campaña, da cuenta de que siempre se ha sentido fuera de lugar, solitario, dejado de lado, y también de cierta arrogancia con la que se ha sobrepuesto a muchas situaciones de su vida.

Allí Petro narra como a los 18 años, entró a la guerrilla del M-19, donde hizo sobre todo labores de enlace urbano y no tanto de lucha armada, hasta su desarme en 1990. De esos doce años que vivió en las filas del "eme" bajo el nombre de "Aureliano", como el personaje de "Cien años de soledad", tres los pasó en la clandestinidad y otros dos en prisión. Lo capturaron en 1985 en Bolívar 83, el barrio popular de Zipaquirá que ayudó a fundar, y lo torturaron como a tantos miembros de la guerrilla en aquella época.

"Yo no sentí el dolor de la tortura hasta cuando llegué a la cárcel. Durante los oscuros días de las golpizas, jamás me sentí doblegado físicamente, aunque psicológicamente fue difícil porque sentí que, de alguna manera, mi vida había cambiado", describe en una parte de su texto autobiográfico. 

Allí también describe que nunca se sintió cómodo con las armas, pero sí con las palabras, con las que se defendía en la Cámara de Representantes y en el Senado, y que lo convirtieron en "uno de los congresistas más brillantes que ha tenido Colombia", en donde encabezó grandes debates debido a sus denuncias de los nexos entre políticos y paramilitares, volviéndose también un dolor de cabeza para su némesis, el expresidente Álvaro Uribe.

Complicado escenario económico