Iván Duque, del uribista Centro Democrático, logró vencer este domingo por más de 13 puntos a su oponente, el izquierdista Gustavo Petro, a quién acusó durante toda su campaña de ser “castrochavista”.
Según el discurso uribista, 54% de los colombianos eligieron con su voto estar lo más lejos posible de un modelo político, social y económico similar al de Venezuela.
Con el slogan “No queremos ser Venezuela”, Duque y su compañera de fórmula a la Vicepresidencia, Marta Lucía Ramírez, lograron alejar, según sus propios discursos, a su país de lo que consideran un sistema “dictatorial” que viola las normas internacionales.
Venezuela centró de principio a fin la campaña del derechista: “Los venezolanos eran usados para los mítines de Duque, para que dijeran cómo era vivir en un Gobierno de izquierda”, apuntó el analista político colombiano Ariel Ávila, presidente de la Fundación Paz y Reconciliación.
El especialista no considera que la relación entre Colombia y Venezuela cambie mucho en el futuro cercano, ya que el presidente saliente, Juan Manuel Santos, lideró los principales movimientos, incluido el Grupo de Lima, que impulsan un llamado de atención hacia la situación en Venezuela.
“Más agresivo” con Venezuela
Ávila aclaró, sin embargo, que lo que si se prevé es que los discursos, tanto de Duque, como del venezolano Nicolás Maduro, se tornen “más agresivos”.
“Más allá de todo, Iván Duque debe hacerlo, porque debe haber equilibrio entre su campaña y su Gobierno con respecto a nuestra nación vecina”, dijo.
“No puede ser más fuerte que Santos, porque Santos deja todo el trabajo hecho, no solo con Venezuela, sino a nivel mundial con relación a la política exterior de Colombia, que creció como nunca durante su último gobierno”, aseguró. “No es lo mismo ser más agresivo que ser más fuerte”, apuntó Ávila.
Contrario a esto, Carlos Enrique Guzmán, politólogo y presidente de la Asociación Colombiana de Ciencia Política, cree que la administración de Duque “deberá mantener abierta la posibilidad del diálogo con el Gobierno venezolano, con el firme propósito de garantizar una protección tanto de los colombianos en Venezuela como de los venezolanos en Colombia y, de paso, no afectar más de lo que ya está afectado el flujo comercial entre los dos países”.
Para Ávila “no hay mucho que hacer, solo hay dos opciones, ambas inviables: una es la de cerrar totalmente el paso fronterizo de los venezolanos a Colombia –medida que muchos sectores de derecha están promoviendo–, pero no creo que se atrevan a hacerlo, y la otra es la de acciones militares, que si están totalmente descartadas”.
Guzmán describe al proceso migratorio como “complejo”, por lo que considera que Duque deberá diseñar estrategias orientadas “a garantizar y asegurar un control fronterizo”.
Más que política, sentimiento
A pesar de que Duque fue el candidato a la Presidencia de Colombia con el mayor número de votos en la historia, Petro logró consolidar una “fuerte oposición”, que más que “darle su voto a la izquierda, votó para rechazar un sistema de Gobierno con más de 200 años en el poder”, explicó Ávila.
“La lucha en estas elecciones no fue del todo entre la derecha y la izquierda, sino entre el continuismo y el cambio, y está claro que, desde este domingo, Colombia cambió. Es evidente que hay rechazo a la vieja política”, insistió el director de la Fundación Paz y Reconciliación.
El crecimiento de una nueva política en Colombia no sólo se registró en las calles. También se presentará en el Congreso. Las bancadas para los movimientos del centro y centroizquierda, que generalmente obtenían entre 10 y 11 curules, ahora representan casi 30% del Legislativo.
A pesar de que Duque junto a la derecha tendrá mayoría absoluta, la oposición “jugará el mismo papel que el del movimiento de Álvaro Uribe contra el último mandato de Santos, y serán duras e implacables”, acotó Ávila.
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