El antiguo bastión iraquí del ISIS trata de resurgir de sus ruinas
Mosul, la segunda ciudad iraquí, fue el último gran bastión retenido en el país por el grupo yihadista autoproclamado Estado Islámico, que proclamó desde allí su "califato" en 2014
Mosul, Irak.- El tendero Ahmad Riad vuelve a atender clientes en el mercado de Mosul. Pero, cuatro años después que esta ciudad iraquí quedara en ruinas en combates con los yihadistas, este comerciante todavía espera indemnización por los daños de la guerra.
"La vida ha vuelto paulatinamente", dice Riad, desde su puesto de venta de arroz, pasta y latas de salsa de tomate en el mercado Corniche, a orillas del río Tigris, citó AFP.
"Pero todavía no hemos recibido ninguna compensación del gobierno", lamenta.
Mosul, la segunda ciudad iraquí, fue el último gran bastión retenido en el país por el grupo yihadista autoproclamado Estado Islámico (ISIS), que proclamó desde allí su "califato" en 2014.
En 2017, fue reconquistada por el ejército iraquí y una coalición internacional liderada por Estados Unidos tras intensos bombardeos y combates que la dejaron en ruinas.
El mercado quedó "devastado", recuerda Riad, y los comerciantes tuvieron que recurrir a sus limitados ahorros para reconstruirlo. "Somos nosotros los que pagamos", insiste.
De los 400 puestos que había en el mercado, solo una decena parte vuelven a funcionar, añade.
Según fuentes oficiales, el coste de reconstruir la provincia de Nínive, donde se encuentra Mosul, se eleva a 100.000 millones de dólares, una cifra que supera el presupuesto completo del país para 2021 (90.000 millones de dólares).
Muchos edificios siguen en ruinas, con agujeros de balas en sus fachadas, y pilas de runa todavía amontonadas por todas partes.
100.000 denuncias, 2.600 pagadas
Cuando el papa Francisco visitó Mosul en marzo, celebró una misa entre los muros parcialmente derrumbados de una iglesia centenaria.
El domingo, el presidente francés Emmanuel Macron visitará Mosul un día después de asistir a una cumbre regional en la capital Bagdad, unos 355 kilómetros al sur.
Mosul, capital de la provincia de Nínive, es una mezcla de diferentes comunidades étnicas y antaño fue un paso clave en las rutas comerciales de Oriente Medio, cerca de Turquía y Siria.
Amar Hussein tiene un restaurante dentro del mercado y, como Ahmad Riad, lamenta la falta de ayudas.
"El gobierno debería compensar a los mercaderes que sufrimos daños, para que podamos reconstruir nuestras tiendas y el mercado vuelva a su pasado glorioso", dijo.
La lista de quejas es larga. Más de 100.000 denuncias han sido tramitadas por personas que sufrieron daños durante "las operaciones de liberación", indica Mahmud al Akla, director del departamento de compensaciones de Nínive.
Ni siquiera un 3% han sido satisfechas: más de 65.000 han sido examinadas, pero solo 2.600 demandantes han cobrado, reconoce.
Además, la naturaleza centralizada del Estado iraquí y su apabullante burocracia implican largas demoras en el reembolso de estas indemnizaciones.
El jefe del distrito de Mosul, Zuhair al Araji, culpa a la administración en Bagdad.
Promesas ante las elecciones
El progreso es desigual. Mientras un 80% de las infraestructuras como carreteras y alcantarillado han sido reparadas, solo un tercio de las instalaciones sanitarias fueron reconstruidas, de acuerdo con Araji.
Saad Ghanem, residente en Mosul, tramitó una denuncia por su casa destruida.
"Hasta donde yo sé, el departamento de compensación en Nínive terminó la tramitación y la ha enviado al gobierno en Bagdad", dijo. "Todavía no nos han pagado", añadió.
En Mosul, una ciudad sunita, apenas calaron las protestas populares de octubre de 2019 denunciando la corrupción y el abuso de poder del gobierno en Bagdad.
Sus vecinos argumentaron tener miedo de perder con los disturbios los escasos avances conseguidos con la reconstrucción.
A dos meses de las elecciones parlamentarias, la lentitud de este proceso empujó al primer ministro Mustafa al Kazimi a visitar la ciudad este mes.
El dirigente pidió disculpas al ver los problemas todavía existentes y ordenó crear un comité para elaborar un plan de acción.
En su tienda de muebles de madera, el carpintero Ali Mahmoud se reconoce exhausto.
"Espero reconstruir mi taller, que era mi viga, y volver aquí", explicó. "Pero no tengo suficiente dinero".
"La vida ha vuelto paulatinamente", dice Riad, desde su puesto de venta de arroz, pasta y latas de salsa de tomate en el mercado Corniche, a orillas del río Tigris, citó AFP.
"Pero todavía no hemos recibido ninguna compensación del gobierno", lamenta.
Mosul, la segunda ciudad iraquí, fue el último gran bastión retenido en el país por el grupo yihadista autoproclamado Estado Islámico (ISIS), que proclamó desde allí su "califato" en 2014.
En 2017, fue reconquistada por el ejército iraquí y una coalición internacional liderada por Estados Unidos tras intensos bombardeos y combates que la dejaron en ruinas.
El mercado quedó "devastado", recuerda Riad, y los comerciantes tuvieron que recurrir a sus limitados ahorros para reconstruirlo. "Somos nosotros los que pagamos", insiste.
De los 400 puestos que había en el mercado, solo una decena parte vuelven a funcionar, añade.
Según fuentes oficiales, el coste de reconstruir la provincia de Nínive, donde se encuentra Mosul, se eleva a 100.000 millones de dólares, una cifra que supera el presupuesto completo del país para 2021 (90.000 millones de dólares).
Muchos edificios siguen en ruinas, con agujeros de balas en sus fachadas, y pilas de runa todavía amontonadas por todas partes.
100.000 denuncias, 2.600 pagadas
Cuando el papa Francisco visitó Mosul en marzo, celebró una misa entre los muros parcialmente derrumbados de una iglesia centenaria.
El domingo, el presidente francés Emmanuel Macron visitará Mosul un día después de asistir a una cumbre regional en la capital Bagdad, unos 355 kilómetros al sur.
Mosul, capital de la provincia de Nínive, es una mezcla de diferentes comunidades étnicas y antaño fue un paso clave en las rutas comerciales de Oriente Medio, cerca de Turquía y Siria.
Amar Hussein tiene un restaurante dentro del mercado y, como Ahmad Riad, lamenta la falta de ayudas.
"El gobierno debería compensar a los mercaderes que sufrimos daños, para que podamos reconstruir nuestras tiendas y el mercado vuelva a su pasado glorioso", dijo.
La lista de quejas es larga. Más de 100.000 denuncias han sido tramitadas por personas que sufrieron daños durante "las operaciones de liberación", indica Mahmud al Akla, director del departamento de compensaciones de Nínive.
Ni siquiera un 3% han sido satisfechas: más de 65.000 han sido examinadas, pero solo 2.600 demandantes han cobrado, reconoce.
Además, la naturaleza centralizada del Estado iraquí y su apabullante burocracia implican largas demoras en el reembolso de estas indemnizaciones.
El jefe del distrito de Mosul, Zuhair al Araji, culpa a la administración en Bagdad.
Promesas ante las elecciones
El progreso es desigual. Mientras un 80% de las infraestructuras como carreteras y alcantarillado han sido reparadas, solo un tercio de las instalaciones sanitarias fueron reconstruidas, de acuerdo con Araji.
Saad Ghanem, residente en Mosul, tramitó una denuncia por su casa destruida.
"Hasta donde yo sé, el departamento de compensación en Nínive terminó la tramitación y la ha enviado al gobierno en Bagdad", dijo. "Todavía no nos han pagado", añadió.
En Mosul, una ciudad sunita, apenas calaron las protestas populares de octubre de 2019 denunciando la corrupción y el abuso de poder del gobierno en Bagdad.
Sus vecinos argumentaron tener miedo de perder con los disturbios los escasos avances conseguidos con la reconstrucción.
A dos meses de las elecciones parlamentarias, la lentitud de este proceso empujó al primer ministro Mustafa al Kazimi a visitar la ciudad este mes.
El dirigente pidió disculpas al ver los problemas todavía existentes y ordenó crear un comité para elaborar un plan de acción.
En su tienda de muebles de madera, el carpintero Ali Mahmoud se reconoce exhausto.
"Espero reconstruir mi taller, que era mi viga, y volver aquí", explicó. "Pero no tengo suficiente dinero".
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