Gabriel Balbas 

Miami, uno de los destinos más frecuentados por los venezolanos cuando de viajes al exterior se trata, es un lugar recurrente para las vacaciones de la comunidad latina, debido a la gran influencia que tiene la migración hispana en el estado de la Florida. Pero, más allá de centros comerciales, tiendas, bares y playas, Miami se ha ido convirtiendo en los últimos años en una explosión de color que la ha transformado en un deleite visual para turistas y residentes. Desde hace una década todo el que viaja a Miami vuelve hablando de Wynwood. De las paredes grafiteadas, del buen arte callejero, de los murales pintados por artistas internacionales, de los café y heladerías de moda, de las mejores donas de Miami, y de ese colorido tan impactante que deja imágenes cromáticas plasmadas en fotografías y postales mentales. 

La historia de Wynwood, un barrio del condado de Miami-Dade ubicado al norte del centro de Miami, es quizá un caso de ejemplo de cómo el arte puede transformar los espacios y la sociedad. Hasta hace poco más de una década el vecindario de Wynwood tenía un panorama nada alentador, con un alto índice delictivo que ahuyentaría a cualquier turista, y edificios de depósitos que progresivamente iban quedando vacíos. A partir del año 2000 la historia de Wynwood comenzó a cambiar, encaminada hacia el arte. Los depósitos abandonados empezaron lentamente a dar espacio a galerías de arte. Cada pared, fachada o santamaría cerrada se convirtió en un lienzo en blanco para que el arte urbano expresara toda su creatividad a través de la pintura. Literalmente la zona pasó del gris sombrío a una explosiva mezcla de colores destellantes en cada esquina. 

Si bien todo el vecindario está lleno de murales y grafitis, Wynwoos Walls es el eje central de este colorido paseo. Se trata de un recinto abierto y gratuito donde se exponen grandes obras rotativas plasmadas en grandes muros. Lo más atractivo para el turista es lo efímero de estas pinturas, pues en algún momento serán remplazadas por otras, por lo que esa fotografía con un mural de fondo será un recuerdo único, dando motivos para volver una y otra vez. La zona está dividida en paredes, puertas, jardines y la galería. 

En las paredes se exhiben las obras de gran formato, generalmente de artistas internacionales y locales con cierta trayectoria. En las puertas, que son espacios un poco más pequeños, se presentan los artistas emergentes. El área de jardín normalmente está ocupado por la técnica del grafiti urbano tradicional. Mientras que en la galería se exhiben obras de pequeño formato. En este espacio también emerge el Wynwood Kitchen and bar, que se puede describir como uno de los lugares más "cool" de la ciudad para tomarse una cerveza y disfrutar de una propuesta de platillos eclécticos, donde convergen diferentes preparaciones y recetas de la cocina latina, con toques predominantes de los fogones cubanos, ceviches peruanos y muchos cocteles caribeños.  

 

Para la mayoría, los artistas que pintan en Wynwood pueden ser completamente desconocidos, pero la artista estadounidense Maya Hayuk es la excepción de la regla. Reconocida internacionalmente por sus patrones geométricos a full color y gran escala, Maya es una de las favoritas del público. Su inspiración puede venir de diferentes fuentes: de la artesanía tradicional ucraniana, de las uñas acrílicas pintadas con aerógrafo, y hasta de los mandalas, pero lo que realmente atrapa es la forma en la que teje visualmente las formas y su atractiva combinación de los colores. 

El auge y el gentío que atrae el arte de Wynwood ha dado espacio para que en sus calles se abran excelentes propuestas de gastronomía y café, entre ellas las que muchos consideran "las mejores donas de Miami". The Salty Donut es una tienda muy bien conceptualizada, de espacios agradables, con las donas impregnando su aroma por todo el recinto. Las reseñas en internet las alaban por su suave masa brioche, que se caracteriza por lograr que sean un poco crocantes por fuera y muy esponjosas por dentro. Además de emanar un exquisito aroma a mantequilla que seduce por la nariz a cualquiera. Todas son ideales para combinar con el café frío de esta tienda de rosquillas, una bebida genial para amilanar el calor de Miami. 

Cualquier día es bueno para pasearse por Wynwood, pero hay una pauta fija en la agenda: el segundo sábado de cada mes. Ese día las galerías permanecen abiertas hasta tarde, lo que le da otra magia a la zona para una visita nocturna. Muchos artistas aprovechan la afluencia de visitantes para terminar de pintar en vivo en alguna pared del barrio. Todo el año Wynwood es alucinante, pero los segundos sábados de mes es el día más vibrante, donde a la pintura se le une la música para crear el clima perfecto. 

Lo que no puede faltar en este viaje  

A Wynwood hay que ir con ropa cómoda, pero con muy buena pinta para tomarse muchas fotos, zapatos deportivos, protector solar, celular cargado con batería a tope, y muchas ganas de caminar, porque no hay mapas que te digan en dónde encontrarás un buen mural. Aquí lo mágico es perderse y que sean las obra las que se encuentren casualmente contigo. Hay que ir con libertad de tiempo, sin agenda y sin ajetreos, porque al tratarse de color los murales varían según la incidencia de luz del día. El que no te llamó la atención en la mañana, quizá te impacte cuando cae el sol de la tarde. Wynwood es modernidad, es arte, es belleza a su máxima potencia, es entender cómo tenemos la capacidad de crear y admirar.