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Viajero de naturaleza

Las Caretas

Un hato al sur del estado guárico para vivir la experiencia del llano venezolano, entre Corozopando y Camaguán

  • EDUARDO MONZON

14/07/2019 06:00 am

La historia del prócer venezolano José Antonio Páez nos cuenta de un hombre que transformó su vida, pues pasó de ser un llanero audaz, militar de guerra de rústicos modales y origen humilde; a convertirse en uno de los políticos más prestigiosos del país, humanizado, con gusto por la música, la literatura y las artes escénicas. Esos dos mundos de Páez, que parecen lejanos e incompatibles, han logrado encontrar un equilibrio ideal en el Hato Las Caretas, donde el espíritu indomable y silvestre del llano venezolano se encuentra con la comodidad y los placeres de la vida. Es así que muy temprano en la mañana es posible ordeñar una vaca en medio del fango, típica faena llanera, y por la tarde descansar en una cómoda butaca, leer uno de los libros que reposan en los pasillos de una posada cálida (ambientada con el mejor criterio posible) que forma parte del Circuito de la Excelencia.

La experiencia es fruto del trabajo de Ricardo Freites, integrante de la séptima generación de una familia que se ha dedicado a la ganadería en estas tierras, al sur del estado Guárico. Un día Freites decidió que quería abrir las puertas de su hato para quienes quisieran vivir de cerca lo que ellos denominan el quehacer del llano. Ya suman 10 años recibiendo a visitantes que se sumergen en la inmensidad de un paisaje que parece infinito, y viene acompañado de aromas y sabores que se cuelan por todos los sentidos. Es que la gastronomía es uno de los bastiones de Las Caretas, porque no hay manera de conocer el llano sin comprender sus platos y sus ingredientes, por eso en la posada se esmeran por hacer de la mesa un acontecimiento memorable, una celebración de sabores que inicia con la deliciosa natilla y el espectacular casabe de esta zona.

Negly Aponte "Chichía", y su equipo de mujeres se encargan desde la cocina de meter el llano entero en platos exquisitos: guisos y pasteles con la suave carne de babo, palo a pique, cochino exageradamente suculento, crujiente chicharrón, chiguire, ensalada de topocho, caraotas magistrales, cachapas contundentes y las tradicionales orejitas del llano, arepitas dulces plegadas con queso. Luego de semejantes experiencias gastronómicas, no hay otra opción que descansar bajo la sombra de alguno de los samanes de Las Caretas, abrazados por áreas verdes perfectamente cuidadas que regalan frescura en medio del clima radical del llano. La realidad es que no hay demasiado tiempo para el descanso, en estas llanuras hay mucho por hacer. Estando en la posada hay que aprender cómo se elabora el queso, con la leche que se ordeña cada mañana. También es preciso montar a caballo, aprender sobre la vegetación que crece en esos predios y conocer las peculiaridades del periquito mastrantero, una especie que estudian por sus conductas similares al comportamiento humano. 

La Casa de la Memoria del Llano Modesto Freites es un salón tipo museo que hay que visitar dentro de Las Caretas, para descubrir detalles de la vida llanera desde tiempos prehispánicos. Al salir del hato las opciones se multiplican, una de las atracciones más llamativas es visitar la población de Camaguán, para presenciar el proceso de elaboración del casabe y la naiboa. Luego acudir a uno de los puertos para navegar por el río La Portuguesa, que cada año se crece con las lluvias y se apodera de incontables hectáreas que forman los icónicos Esteros de Camaguán, con un paisaje que condensa toda inmensidad de la llanura, adornada con la presencia de la palma llanera. La sensación de este paseo es poder observar toninas en su hábitat natural, que se acercan a la embarcación con los llamados de los visitantes. Si se toma la vía hacia Corozopando, es obligatorio detenerse a probar las deliciosas quesadillas, emblemáticas de esta zona, que se venden a ambos lados de la vía y tienen un sabor perfecto, dulce y salado. Para los amantes de la naturaleza, el Hato Masaguaral es una parada determinante, porque sus tierras son un santuario de biodiversidad donde se labora arduamente desde hace varias décadas por la conservación del Caimán del Orinoco, en peligro de extinción. Se trata de una de las especies más grandes del mundo y poder observarlos de cerca es una experiencia sorprendente.

Para visitar el llano es recomendable usar ropa fresca y protección para el sol, es imprescindible contar con un buen repelente de insectos, sobre todo para las horas de la tarde y la noche. Coordenadas: hatolascaretas.com, Instagram: @hatolascaretas. 0412-7704669. 

@eduardomonzn
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