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El Catatumbo

Una explosión de colores se aprecia al ver el espectáculo de la caída del sol. No hay ningún obstáculo que se interponga entre el sol, el cielo y el lago.

  • Diario El Universal

26/05/2019 06:00 am

Karla Graterol

Hay lugares que se quedan clavados en tu mente, alma y corazón .Hay lugares con los que haces click desde la primera vez. Es como un amor a primera vista y así me pasó cuando conocí los famosos relámpagos del Catatumbo. Salí desde Caracas muy temprano con destino a Puerto Concha, un pueblo del Sur del Lago de Maracaibo, que es el sitio más cercano donde se toma la lancha para ir a disfrutar de este fenómeno natural. La ciudad más cercana es Santa Bárbara del Zulia, una región donde se siembra mucho plátano, así que en la vía podrás ver muchas de estas plantas. Allí nos esperaba Chelo, nuestro guía y lanchero, hasta el momento es una de las personas que sigue luchando por el turismo en esta zona. Salimos por un caño el cual es una maravilla, rodeado de gran variedad de flora y fauna. Chelo iba parando la lancha para que tomáramos nuestras fotos de los monos y muchas aves que se pueden observar en la zona. Son aproximadamente unos 20 minutos de viaje. Cuando partimos fue impresionante como no se veía la línea divisoria entre el lago y el cielo. En ese lugar donde está un parador y un puesto de Inparques, también hay cómo 5 palafitos, entre ellos el del Señor Canalete que lo alquila como hospedaje para los turistas. Ya había estado un año antes en este lugar, pero por cuestiones climáticas no pude llegar hasta Ologá, que es la comunidad donde se puede disfrutar en todo su esplendor de los relámpagos del Catatumbo.

Una explosión de colores se aprecia al ver el espectáculo de la caída del sol. No hay ningún obstáculo que se interponga entre el sol, el cielo y el lago. Lo mejor es sentir esa calma, esa paz y tranquilidad que se apoderan del lugar. Durante la noche, dormirse no es una buena opción ya que no te puedes perder ningún segundo de lo que pasa en el cielo. A lo lejos empiezan a verse como explosiones rojas cada vez más intensas, no hay truenos, no hay sonido solo luz. Muy temprano desayunamos y partimos rumbo a Ologá, como a dos horas de navegación. En la vía nos encontramos con los pescadores de congrejos que tienen su técnica con una cuerda donde guindan cabezas de pollo que atraje a los cangrejos azules. Al llegar a Ologá( mejor conocido como los pueblos del agua), la bienvenida no pudo ser mejor, mi corazón se aceleraba mientras los niños saltaban de emoción y se lanzaron al agua para recibirnos. Llegamos a la casa de Tani, un señor que hace unos años vivía en Congo Mirador, pero debido al desbordamiento del río Catatumbo se mudó a esta zona. Casi todos en este lugar son de cabello amarillo, tanto niños como adultos, lo cual me hace pensar que son descendientes de extranjeros .

Preparamos nuestro almuerzo con los cangrejos que nos habían dado, para más tarde irnos a tirar la red para obtener nuestra cena, el pescado de la noche. Mientras esperábamos a que comenzara el espectáculo. jugamos y cantamos con los niños que no necesitan de la tecnología para estar felices y eso me encanta. De repente comenzó el espectáculo. Sentía como si estaba metida en otra dimensión, otro planeta, en una burbuja, algo muy difícil de explicar. El cielo se torna rojo, ves muchas luces que son relámpagos de un lado a otro, caen uno tras de otro sin parar, es muy difícil lograr capturar en una foto ese momento pues todo el cielo se viste de color y se engalana. Nos acostamos en el muelle y ahí pasamos parte de la noche contemplando este mágico espectáculo, gritando de la emoción al ver cada relámpago que nos sorprende Dormimos en hamacas guindadas afuera de la casa, como en un porche para disfrutar desde la comodidad de esta bella vista. A pesar de que mis ojos se cerraban por el cansancio, si los lograba abrir, allí siguen estando, los fantásticos relámpagos del Catatumbo.

Al día siguiente, después de desayunar un rico pescado frito con arepa, salimos a dar un paseo por los diferentes caños donde sin duda alguna es impresionante la cantidad de animales que podemos ver. También visitamos al famoso Congo Mirador con diferentes construcciones como una iglesia, el módulo de salud y una escuela. Pudimos entrar en la iglesia que es de madera y muy linda, se mantiene su estructura intacta y desde ahí se logra una muy buena vista del lugar. El lugar luce desolado. Cuentan que había más población pero debido al sedimento producto del desbordamiento del rio cuesta muchísimo entrar a la zona navegando. Quedan pocas familias en el lugar. Muchos se mudaron a Barranquitas, Bobures o Palmarito que son poblaciones también del sur del lago. Ya no hay maestro, por eso los niños no estudian, tampoco hay planta eléctrica, se dañó hace bastante tiempo, así que ambos pueblos viven a oscuras.

De regreso a Ologá, llegamos ya en horas de la tarde a nuestro palafito, a preparar la cena antes de que cayera la noche. Nos bañamos en una zona que el nivel del agua es alto, ya que Chelo nos dice que en la parte baja donde está una zona de arena como playa hay muchas rayas las cuales tienen una ponzoña y si las pisas o se sientes amenazadas pueden atacarte. En la noche nuevamente disfrutamos de nuestro espectáculo de relámpagos y ya al día siguiente nos tocó el retorno a casa. Si quieren visitar este lugar les recomiendo a @rutasmochileras, una empresa que tiene paquetes diseñados a tu medida con todo incluido. Tlf: 5842-42908369 Lo bueno de estar 3 noches en esta zona es que te da la libertad de poder tener mejor opciones o suerte para poder ver este fenómeno, ya que hay días en los que no se ven. Las mejores fechas en que se recomienda visitar esta zona son entre abril y noviembre. 
@karla_gpvzla
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