Una empresa que ha demostrado sus conocimientos en el mercadeo de su marca y la relación con el consumidor, es Polar, que por segundo año consecutivo dio vida a su rumba llamada Polarfest, un evento de dos días al cual asistieron por lo menos cuatro mil personas a una gigantesca carpa instalada en la terraza del CCCT. La bandera bávara se exhibía en el interior de su techo, el piso de madera simulaba un ambiente campestre y la tarima se transformó en el escenario de juegos, música, bailes y por supuesto el espacio de exaltación de la cebada. 

Yo estuve presente en el segundo día de programa y a la una de la tarde ya el espacio comenzaba a llenarse. La modalidad de consumo sugería una especie de tríptico con el cual se podían probar las innovaciones que se presentaban para la ocasión desarrolladas exclusivamente para esta oportunidad: Kriek, Reserva y Dopplebock, cervezas con toques dulces, ácidos o robustos. Así mi paladar fue paseándose por esta selección que terminó en la ya conocida IPA, para más tarde pedir algo de comer con el fin de acompañar estas gloriosas bebidas . Habían platos para escoger y en torno a la cultura germana, pues la empresa se cuidó de convocar a prestadores de servicio que conocen bien la dinámica gastronómica de estos acontecimientos. Entre los menús que ofrecían los diferentes kioscos, se podían encontrar delicias con nombres ya familiares para quienes visitamos el pueblo de Tovar, platos como la rodilla de cerdo, el gulash, el tradicional plato de salchichas alemanas y un poco más acá las propuestas de la gente de Pan Alemán de galletas de jengibre (típicas del Oktoberfest) y pretzels salados para acompañar la birra. 

No hay nada mejor como comer y beber viendo un buen espectáculo. Danzas de los pueblos de El jarillo y La Colonia Tovar amenizaron la tarde. Competencias de cortar leña y levantar damiselas en brazos hicieron reír a más de uno, pero sin duda lo que más se vende aquí son los concurso donde se bebe cerveza. Una jarra de nueve kilos que se llena con un litro de la espumante y amarilla bebida deber ser consumida por los participantes en el menor tiempo posible y el que rompa el récord, se llevaba un premio. Muchos hicieron una larga fila para competir en esta contienda en la cual tal cantidad de cerveza en sí, era un premio. La noche cerró con música al estilo de la agrupación Gaélica.

Francelys Toro, gerente de marca indicó que esta iniciativa busca fortalecer la cultura cervecera en una tierra donde está muy marcada desde hace años, pero además crear oportunidades para que el ciudadano comparta, algo que buena falta que nos hace. Al recomendarle que se agreguen más días a la jornada para que más personas asistan, Toro señaló que "probablemente el próximo año eso se haga". 

Pero tranquilos que si no disfrutaron de esta segunda edición del Polarfest aún tienen oportunidad de viajar hasta La Colonia Tovar para gozarse la que están realizando este fin de semana, al igual que en otras ciudades se están haciendo pequeñas réplicas, y así un país busca apropiarse de una tradición importada desde tierra europeas.