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Los cuentos de mi tierra

Paseo por el Ávila

Galipán se encuentra frente a los ojos de quienes viven en la capital de Venezuela, entre flores y montañas los Galipaneros prestan servicio turístico

  • ERIKA PAZ

05/10/2018 08:13 am

Desde Caracas se ve la montaña y desde la montaña se vigila a la gran ciudad. Galipán observa sus faldas que por un lado se visten de verde y por el otro se adornan con la espuma del mar, este es un pueblo que se formó hace unos 200 años, sus primeros pobladores, inmigrantes que provenían de las Islas Canarias decidieron establecerse en semejante terreno accidentado, encontraron aquí las condiciones aptas para el cultivo y no sentían la necesidad de salir del lugar que habían escogido para pasar el resto de sus días. 

Me cuenta Mario Guánchez mientras comenzamos el ascenso hacia su comunidad que el turismo es un elemento fortuito que modificó la vida de los galipaneros, Pérez Jiménez construyó el teleférico y este no solo se convirtió en un medio de transporte, también transformó el estilo de vida rural de su gente en un atractivo para quienes buscaban descansar de la gran ciudad durante los fines de semana. Fue esta actividad el complemento de la agricultura que se vio mermada luego de los eventos suscitados en la época del deslave y fue así que personas como Mario encontraron un nicho, una fuente de trabajo y una razón para enorgullecerse de sus espacios. 

Junto a su familia, este joven asumió un servicio de transporte que traslada a los visitantes desde la capital, muchos lo hacen, solo que él adicionó en su oferta la creación de rutas que conducen al turista por lo mejor de las cinco parroquias que componen la zona. Galipaneando es el nombre que escogió para el emprendimiento que inicia su recorrido admirando el valle caraqueño desde el sector de Los Venados, que hace una parada para comprar flores, probar los famosos sandwichs de pernil o las fresas con crema que se venden en los kioscos de Boca de Tigre y, que puede terminar en las playas de la Guaira para quien busca calor después del frío o en una pequeña cascada que el guía asegura fue nombrada en honor a su familia. 

El camino también incluye el contacto con sus personajes, es por eso que para Mario es imposible concebir la vía sin una visita a la que él llama La Casa del Chocolate, la que otros conocen como Chocolates El Picacho, y la que Nela Moser bautizó como su hogar; ese que se ubica a unos 1.700 metros de altura sobre el nivel del mar, donde ella puede regocijarse en el verde del bosque y ver a ratos la bruma que cubre los barcos que arriban a tierra firme. En Chocolates El Picacho se elaboran bombones artesanales con chocolate de leche, oscuro y blanco, se mezclan con frutos secos, se buscan formas ingeniosas que llamen la atención de todos, en especial de los más pequeños.

Una vez se ha abierto el apetito de los comensales con un dulce, se extiende el abanico de posibilidades gastronómicas que presenta este pedacito de suelo. Escoger una será cuestión de gusto y ajuste del bolsillo, porque en casi todos los restaurantes que hacen vida en esta área del Parque Nacional Waraira Repano se aprecia algo que determina la manera de ser de esta comunidad: se cocina con los ingredientes que brotan de su tierra, se preserva la tradición, se trabaja en familia. 

Eso es por lo menos lo que puede apreciar quien cruza las puertas de Cima del Mar, el restaurante en el que decidieron emprender vida turística hace unos cuantos años Galid Pérez y sus hermanos. Ellos vieron durante mucho tiempo como el local que tenían alquilado a terceros recibía clientes que llegaban atraídos por una propuesta de altura, así que decidieron crear la propia basada en un menú de platos fusión que apoyados con la vista, los ha mantenido en el gusto de los turistas los últimos cinco años. Mucho más tiempo lleva escuchándose el nombre de Granja Natalia por estas tierras. Esta es la residencia de Ángel Sánchez, que ha pasado por trasformaciones, ha visto salir y entrar nuevamente al chef, ha presenciado como decidió quedarse al lado de los suyos. La suya es una carta de influencia francesa que incluye ensaladas, carnes, pollos, deliciosos postres; una cocina muy elaborada con aromas de jazmín, con hierbas, con nombres que solo entienden los chef, pero hay algo que nunca falta y que siempre encanta: La Sopa Natalia, una crema hecha a base de tomate, con zanahorias, cebollas y ajo, coronada con almendras fileteadas. Resulta tan cálida como el concepto que maneja este restaurante galipanero donde se muestra el trabajo de un grupo de personas unidas por algo más que el apellido. 

El paseo junto a Mario va mostrando al igual que el paisaje los afectos, va demostrando que lo que mantiene vivo el poblado es la unión de los núcleos que la conforman. Galipán no creció mucho, solo tiene desarrolladas 433 hectáreas de las 1.720 que lo componen, pero para sus moradores es un orgullo contar dos iglesias, tres colegios y un dispensario, para ellos representa un tema de honor haber surgido a fuerza de trabajo. Por eso el camino que recorre el Jeep donde Mario traslada a sus pasajeros va acompañado de muchas historias, y se detiene de cuando en cuando en algunas para justificar la estructura. Lo hace cuando pasa por Posada Miradas y narra el relato de Hernán y Johán Toro, que de niños caminaban las montañas y soñaban con crear un negocio que les permitiera salir adelante y lo lograron juntando préstamos y ahorros; o cuando explica que la sociedad conformada por once hermanos es el resultado de La Hacienda Vieja, una posada de gran tamaño ideal para realizar fiestas. Se detiene finalmente en la vivienda de sus tíos que hasta ahora han logrado construir dos cómodas habitaciones para su público, un espacio donde descansar y un comedor donde abrazan cenas honestas y sabrosas. Solo tienen un poco más de un año de haber comenzado la aventura y uno se pregunta, ¿por qué en estos momentos?, Mario, responde como si adivinara el rostro de quien interroga: este es el momento de emprender, queremos estar listos para cuando todo mejore, queremos ofrecer descanso en medio de la convulsión de los días. 

COORDENADAS
Granja Natalia: En la vía hacia la Guaira después de la Gruta de la Virgen (58) 414-2723005 Instagram: @granjanatalia 

Restaurant Cima de mar: San Isidro de Galipán. cimademar@gmail.com | (0426)3133319 

Chocolates Pichacho: Cercano a la Gruta de la Virgen de La Rosa Mística (58)414-2633487 . Instagram: @chocopicacho 

Posada Miradas: Vía Galipán Macuto. Instagram: @posadamirada

Posada Guanchez: Vía Macuto. Instagram: @posadaguanchez 

Galipaneando: empresa de transporte. Instagram: @galipaneando

@loscuentosdemitierra
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