A los turistas que tienen poco tiempo para disfrutar los atractivos de la isla les recomiendo visitar los lugares más interesantes y emblemáticos de Margarita que señalo a continuación. 

 

Después de aterrizar en el Aeropuerto Santiago Mariño, la prioridad es visitar la imagen de la Virgen del Valle en la basílica. Un momento de silencio es importante para lograr el recogimiento y conversar con la madre de Jesús para pedirle que interceda ante las dificultades que a diario enfrentamos. Un suvenir es perfecto para regalarle a los amigos que no lograron acompañarnos en esta travesía y que mejor oportunidad comprarlos en los puestos que están en los alrededores de la iglesia. Degustar las deliciosas empanadas del Valle elaboradas con una gran variedad de ingredientes y con una fina y crujiente masa es una obligación. Mis favoritas son las de pescado y de pepitonas, su sabor a mar capta cada una de mis papilas gustativas. 

Pensar en Margarita, es pensar en playas bañadas por las aguas del mar Caribe, pero la isla también cuenta con muchos otros encantos. Al salir del Valle se pueden dirigir a La Sierra, la montaña más alta de la isla, desde donde se aprecia una amplia y total vista panorámica de Porlamar y parte del municipio Maneiro. 

 

Esta vía conduce a la capital del estado, La Asunción, lugar repleto de historia. El castillo de Santa Rosa abre sus puertas a los visitantes para conocer el lugar que fue testigo de ideales de libertad de los héroes de la independencia. Conocer de cerca las dificultades por las que atravesó Luisa Cáceres de Arismendi cuando permaneció en su calabozo privada de libertad luchando por sus sueños de alcanzar una Venezuela libre, es solo parte de los acontecimientos históricos que se pueden conocer en esta ciudad. La Catedral Nuestra Señora de la Asunción, la plaza Bolívar, el Museo Nueva Cádiz son otros de los lugares de interés en esta ciudad. Caminar por sus calles empedradas es evocar importantes momentos de la historia venezolana. 

 

A la hora de almorzar la capital del estado Nueva Esparta es perfecta porque se ha convertido en centro gastronómico de la región. Allí se encuentran reconocidos restaurantes especializados en cocina de autor con variados platos que van desde carnes y pescados preparados con productos tradicionales. Guillermina, y el Langar de Sumito, son solo algunos. 

 

En la tarde se puede seguir tras la historia de la isla. Una columna imponente se erige en honor a los héroes de la Batalla de Matasiete, en el cerro que lleva el mismo nombre, muy cerca de la Asunción tomando la avenida Luisa Cáceres de Arismendí. Para llegar al monumento se puede hacer a través de un camino de tierra. 

 

La próxima parada es Pampatar. La capital del municipio Maneiro es un lugar mágico con calles que conducen a lugares históricos como el Castillo de San Carlos Borromeo, construido por los españoles para resguardar el puerto de ataques de piratas. La iglesia del Cristo del Buen Viaje con la imagen del viejo, como le dicen sus devotos, el faro ubicado en Punta Ballena y las paradisiacas playas con sus frondosas palmeras, son otros de los lugares emblemáticos. Una tarde diferente es apreciar un hermoso atardecer con tonos rosa en El Fortín de la Caranta desde donde se aprecia al fondo en medio del Mar Caribe la gran roca de el Farallón. Con broche de oro pueden finalizar el día en el restaurante El Fondeadero en la Bahía de Pampatar que ofrece un interesante menú y un ambiente amenizado con música en vivo. 

 

Un nuevo día comienza con muchos planes y la mejor decisión es visitar algunas de las mejores playas de Margarita. Parguito, El Agua, Manzanillo, Pedro Gonzalez y Caribe son las opciones que están en la zona noreste de la isla. Algunas con aguas turbulentas, otras un poco más calmadas, ofrecen cristalinas aguas y una fina y blanca arena. 

El plan para finalizar este día es visitar el Fortín de la Galera, en Juan Griego donde todavía podemos escuchar la historia de Margarita recitada por unos pequeños que interpretan con dotes histriónicas un relato lleno de leyendas, mientras el sol, en el horizonte donde se une el cielo y el mar, desciende hasta ocultarse como si fuera una gran bola de fuego incendiándo el paisaje durante un romántico atardecer margariteño.