Un lugar que evoca muchos recuerdos para los italianos y que podemos ver en todo su esplendor en un gran mural que decora el salón principal del Gran Sasso Ristorante, en La Torre del Colegio de Médicos en Santa Fe Norte. Muchos son los italo venezolanos que lo visitan buscando esas tradicionales recetas que Nicola Scocchia, o Aquilino como le dicen por cariño, trajo desde su ciudad de L'aquila hace más de 60 años y que ha dado a conocer en otros restaurantes como en el del Centro Italo de Caracas. Un menú con más de sesenta platos ofrece la familia Scocchia en el restaurante, en el cual destacan como los más populares las pastas hechas en casa con deliciosas salsas a base de tomate o crema de leche con frutos del mar, elaborados con productos 90% nacionales. Otras creaciones culinarias son los carpaccios, las carnes rojas, los pescados y las aves.

La atención esmerada y muy cercana de la familia Scocchia nos hace sentir como en nuestra propia casa. Desde el amplio salón muy iluminado en la planta baja del edificio, se pueden captar los aromas de una sazón originalmente italiana que provienen desde la cocina.

Isidoro Scocchia, el hijo del señor Aquilino, nos impresiona con una generosa y abundante entrada, (muy típico de los restaurantes italianos).

Un plato de degustación con antipasto y embutidos deslumbra mi paladar. Pimentones asados, berenjenas con vinagre balsámico, berenjenas rebosadas, berenjenas a la plancha, calabacín a la vinagreta, jamón serrano, salchichón, acompañado con queso mozzarella boncconcini, se convirtió en una explosión de sabores entre lo refrescante del queso y el sabor ahumado de los pimentones. 

 Al momento de pedir mi plato principal, pregunté por el más solicitado. Isidoro me respondió que es la pasta quitarra con porpetini o mini albóndigas. "Nosotros ofrecemos la fusión de los sabores de Abruzzo con los internacionales". 

Con una asombrosa satisfacción le damos la bienvenida a un trío de pastas. Además de los delgados espaguetis a la guitarra con las pequeñas bolitas de carne, están incluidos tortelones rellenos con queso de cabra y cebolla caramelizada, con salsa a la crema y una ración de ñoquis al fileto y queso mozzarella. Un suave pan horneado por ellos mismos acompaña a cada plato que van perfectos con vino tinto o cerveza. Los tortelones fueron mis preferidos. La mezcla de sabores entre lo amargo del queso de cabra y el dulzor de la cebolla en perfecto balance, me generó una sensación sublime de delicadeza. La consistencia suave de los ñoquis de papa a la fileto con mozarella, me encantó. Su sabor fue exquisito. Al igual que las pequeñas albóndigas, preparadas con carne de res y de cerdo con salsa ragú que fueron completamente innovadoras para mí.

Escoger el postre fue también una tarea difícil. Mi indecisión estaba entre un tartufo, helado de chocolate recubierto con una capa de chocolate bitter fundido o la torta helada de chocolate y crema marsala sobre un fino bizcocho bañado con licor, creaciones de Helados Dolomiti. Mi selección fue el segundo plato. Quedé con esa curiosidad de degustar otras creaciones culinarias, que espero probar en mi próxima visita al Gran Sasso.